—Ah... así, perra.
Kara clavó sus uñas en la espalda fornida de aquel hombre, que chocaba su pelvis contra ella con fuerza, en un movimiento rápido y rítmico que la tenía sin aliento. Era bueno, además de que su miembro era considerablemente grande, además de grueso y la cantidad de placer que le causó solo con adentrarse en ella de forma brusca fue exorbitante. Ella no paraba de gemir y agitar su cabeza mientras seguía el ritmo del hombre con sus caderas.
Entonces él se detuvo, sosteniéndola con fuerza por la cintura y ella supo que él había alcanzado su límite.
Cuando el pelinegro se dejó caer sobre su pecho, Kara arqueó una ceja. Con el pasar de los minutos su respiración se normalizó y lo miró con un gesto ofendido en su rostro cuando él salió de su interior y se quitó aquel preservativo, sentándose en la cama y comenzando a buscar su ropa interior en el suelo.
—¿Qué haces?
Preguntó ella, sin cambiar su gesto de desconcierto.
—Vistiéndome... —él la miró y sonrió con soberbia —¿Acaso quieres más? Porque podría quedarme para unos rounds más si tú aceptas hacer un trabajo oral antes.
El rostro de la rubia se contrajo en un gesto de asco y le dio un manotazo cuando él quiso acercar su mano a sus piernas. Gruñó con frustración viendo cómo él soltaba una risa y terminaba de vestirse para salir de su habitación mientras ella encendía un cigarrillo.
Dos semanas.
Por dos semanas Kara había intentado llegar a un orgasmo y para ello había ido a fiestas en busca de hombres que parecían estar bien dotados, esos que presumían tener montones de chicas detrás de ellos por lo bien que se desempeñaban en la cama y éste hombres, cualquiera que fuera su nombre, había sido el quinto.
Cuando terminó de fumar su cigarrillo, buscó unas bragas, colocándoselas y saliendo a la sala de estar, obviando el hecho de que Lena se encontraba en el sofá observando la televisión con interés mientras sorbía por medio de una pajilla la sangre que tenía servida en un vaso.
Tomó una larga respiración, suspirando al ver los labios de Lena. La forma en que ella abría su boca para liberar la pajilla y sus puntiagudos colmillos quedaban a la vista por un breve instante causaron que sus piernas flaquearan un poco y fue entonces cuando tomó la decisión de acercarse a ella.
Pasó uno de sus brazos por el hombro de la pelinegra, que desvió su mirada en su dirección por un pequeño instante, sonriéndole un poco antes de volver a mirar la televisión frente a ella. Lena soltó una pequeña risa cuando lo que veía le causó gracia y Kara frunció un poco su ceño al sentirse ignorada por la mujer siendo que su torso se encontraba desnudo. Se sentó a su lado en el sofá y con un gesto sobreactuado apartó su cabello de su cuello, carraspeando un poco cuando el mismo estuvo a la vista para que Lena la mirara. La pelinegra parpadeó un par de veces, mirando a Kara con inocencia.
—¿Ocurre algo?
Preguntó con inocencia la mujer, manteniendo sus ojos verdes sobre los azules de Kara.
—¿No tienes calor?
—Estamos en invierno, Kara, ni siquiera entiendo cómo puede usted estar sin camisa cuando uno de los ventanales está abierto.
La rubia miró en la dirección que Lena señaló y frunció un poco su ceño. Asintió un poco con su cabeza y dejó la misma hacia arriba, permitiéndole a la pelinegra obtener una vista clara de su cuello. Para su desdicha, Lena volvió a desviar su atención a la televisión y atrapó la pajilla con sus labios, sorbiendo la sangre en su vaso con lentitud.
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Towards the Dawn
FanfictionKara Danvers es una joven de veintidós años que, resentida con la vida por su dura infancia, ha estado en malos pasos desde su adolescencia. Desde que llegó a National City ha estado teniendo deudas con Verónica Sinclair, quien por la alta suma de d...