Capítulo 82

222 19 2
                                    

Narra Lore

Quedaban dos semanas, dos largas semanas para saber si mi hermana se quedaba o se tendría que ir, sinceramente quiero que se quede, estar con ella como siempre aunque sabía de sobra que algo le rondaba por su cabeza, este tema. Ayer mientras acompañaba a Alba a su casa dimos más vuelta para poder hablar sin interrupciones, le conté lo que había pasado el día anterior con cierto señorito, desde que salimos antes del cine hasta que aparecimos con ellos, claro que casi grita de alegría al enterarse.

Conversación del domingo

Alba: ya estás tardando en decirme todo

Lore: ¿ahora?

Alba: no hay nadie escuchando, va

Lore-asegurándome-: verás-se lo conté

Alba: LO SABIA-gritando

Lore: deja de gritar

Alba: por fin os enrollasteis

Lore: ni siquiera sé cómo terminamos así

Alba: muy fácil, los dos teníais ganas

Lore: quizás

Alba: sin el quizás. También hay otro motivo pero ese me lo callo que te enfadas

Lore: ¿por qué me iba a enfadar?

Alba: porque no lo quieres oír-miedo me daba lo que pudiera estar pensando, pero le hice caso y lo dejé estar

Lore: bueno ¿más adelante me lo dirás?–asintió

El resto del camino lo pasamos cotilleando lo que pasaba en la uni

El lunes en la universidad nada más entrar por la puerta nos encontramos con Franchesca hablando animadamente con Tom aunque su cara era la de sacarme de aquí por Dios, o al menos eso entendimos nosotras. La mencionada nada más vernos mas bien verme, se le echó encima pero estuvo rápido y la evitó, eso o es que fueron impresiones mías y quiere volver con ese bicho, espero que no. Hasta que quedamos solos no paró, inevitablemente salió el tema del tatuaje que me hizo ayer, no se le ocurre mejor idea que hacerme un segundo tattoo del otro lado, menos mal que se me dio por coger la bufanda antes de salir de casa, no sin mi madre preguntar a donde iba con eso si estábamos a más de veinte grados, no preguntes mami, será mejor. Que se enterara mi madre no era el problema pero si se enteraba ella inmediatamente se enteraría Martine y no sabría como mirarla a la cara sin estar más roja que un tomate. Mi abuela lo sabía y para esas cosas agradecía que es como es, un angelito que cuida a sus nietas por encima de todo.

En la hora del descanso ocurrió algo raro, no era habitual ver a Tom sentado con Alba y conmigo tan pancho, se me hizo extraño para que nos entendamos aunque los dos quisieran ayudarme ahora mismo no podían, eso era un hecho.

Las dos semanas pasaron rápidas a la vez que lentas; la rutina se repetía todos los días, por las mañanas las clases, al mediodía las charlas con Alba/Sonia, por las tardes hacer lo que me correspondía de la uni y por las noches comerme la cabeza yo sola mientras pensaba en todo y en nada a la vez, era el único momento del día en el que me paraba a pensar en las cosas, sentadas la perra y yo en el jardín, una al lado de la otra. Mañana era el juicio, mis nervios aumentaban por segundos. Apenas dormí cuatro horas, tenía mucho sueño, no desayuné pero allí estaba, en el juzgado esperando a que los minutos que faltaban pasaran rápido para que esto se terminara. La primera en llegar a mi lado fue Alba, que llegó a la par de Sonia, agradecía que en estos momentos estuvieran las dos ahí, estaba aterrada.

Alba: estamos aquí contigo, tranquila

Sonia: exacto, pase lo que pase nos tienes a tu lado

Lore: gracias chicas-nos abrazamos

Alcanzando metasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora