7. Mi luz

4.5K 238 4
                                    

Capítulo siete: Mi luz.

Abigail.

Dejo caer mi cuerpo en el sofá con en un hondo suspiro.

Emma está con Camila. Según mi mejor amiga, debo darme un pequeño descanso y  tener tiempo para mi.

Lo cual agradezco mucho, puesto que hay veces en las que no puedo darme una larga ducha refrescante y relajada. Tampoco es que me moleste o no me guste estar con mi hija, al contrario me encanta, solo que hoy tengo demasiada información que procesar, empezando por eso de trabajar con el padre de mi ex.

Una mierda ¿no?

Pues sí, lo es... Vale, hubiese sido peor que en vez de ser Leonardo fuera....él, sin embargo, he tratado estos últimos cuatro años de mantenerme alejada de todo aquello que me recuerda al pasado. No por que me lastime – aunque he de admitir que algo de dolor hay – sino más bien porque quiero dejarlo atrás, quiero avanzar, con o sin esa persona en la cual confíe aquella vez.

La persona a la que más le brindé mi confianza, mis miedos, mis alegrías, mis secretos... La persona a la cual amé con todo mi corazón.

Él.

Suspiro y observo un punto indefinido en la pared. Justo ahí vuelta una foto de Emma, la tomé en su segundo cumpleaños, la fiesta era de Princesas. Fue divertido y lo disfruté, porque siempre tendré ese lado infantil en mí, mi bebé también lo disfrutó y eso no hizo mas que hacerme feliz a mi.

Por que eso es lo que ella trae a mi vida. Felicidad.

Con ella me siento viva, gracias a ella no he perdido las ganas de seguir, aún cuando todo es una mierda.

Observo a la pequeña Emma de las fotos y contra todo pronóstico sonrío.

Su cabellos es de un castaño claro, de hecho hay algunos mechones rubios que sé, sacó de mi. Sus ojos son verdes como los míos y de lo demás es igual a él.

Su boca regordeta en forma de corazón, sus mejillas rellenitas que me dan ganas de mordisquear, su nariz es pequeña y sus pestañas largas.

Mi bebé es hermosa.

Aunque me da un poco de pesar que se parezca más a él que a mi, pero sin duda no amo menos a mi hija por ello.

Dejo escapar una corta exhalación y me pongo en pie.

Debo preparar la cena, por que muero de hambre.

También hay varios documentos que debo revisar. Son los últimos que me toca entregarle a Pedro, puesto que de mañana en adelante ya no seré su secretaria si no la de mi ex suegro.

Vaya mierda.

****

—¿No te da miedo?

Christopher aparta sus labios de mi cuello y observa mis ojos con fijeza. Muerdo mi labio inferior por que eso es lo que él consigue.

Ponerme nerviosa.... Y caliente.

—¿Por que debería tener miedo? —dice en respuesta. Aunque más bien es otra pregunta.

Deslizo una de mis manos por su cuello hasta dejarla sobre su mejilla y acariciarla con lentitud.

Por mis padres.

Resopla y el agarre en cintura se debilita un poco. Me alarmo de inmediato pero su sonrisa hace que me tranquilice un poco, solo un poco.

—Admito que me pone nervioso que tu padre nos encuentre —deja un suave beso en mis labios —. Pero eso no es razón suficiente para alejarme. Aunque ¿sabes qué? No creo que haya razón suficiente para dejarte nunca.

Sonrío ante sus palabras y debo de admitir que él me encanta.

Todo Christopher Vélez me fascina.

Abro mis ojos de golpe y me doy cuenta de que estoy en el sofá con la laptop sobre mis piernas. Observo el reloj que cuelga en la pared. Son casi las tres de la mañana.

Bostezo a la vez que paso una de mis  manos por mi rostro.

—Malditos recuerdos —gruño a la nada. Un nudo se forma en mi garganta —. Maldito Christopher, maldito mil veces. Ojalá vayas al infierno por tus mentiras, mentiroso de mierda, imbécil, infeliz, patán...

Detengo mis insultos cuando me doy cuenta de lo estúpida y patética que sueno insultando a la nada. Reprimo un suspiro y aclaro mi garganta antes de cerrar la laptop y ponerme de pie.

No sin antes revisar mi celular para saber si Camila muy envió el mensaje que le pedí me enviara para asegurarme de que todo estaba bien.

«Tu bebé duerme como un ángel, me encanta.

Por cierto, pintamos nuestras uñas e hicimos una tarde de chicas... Siento la envidiada emanar de ti»

Observo la foto que me envió hace casi siete horas y sonrío a pesar de el nudo en mi garganta.

Es una foto de Emma pareciendo muy concentrada en las uñas de Camila, esta sonríe hacia la cámara. En la otra imagen se encuentran ambas sonriendo  hacia la cámara y hay unas cinco más donde ellas hacen muecas divertidas.

Cuando termino de ver las fotos me doy cuenta de que hay un audio de aproximadamente siete segundos. Lo reproduzco.

—Buenas noches mami, te amu muto, muto.

Y es ahí cuando sé que esta pequeña niña es mi luz. Mi ángel.

Nuestra Hija © [Christopher Vélez] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora