38. Amor

2.7K 113 3
                                    

Capítulo treinta y ocho: Amor

Abigail

¿Cual crees que sea el regalo perfecto para mi bebé? —Christopher camina detrás de mi mirando los estantes de la tienda a la que vinimos en busca de lo necesario para el cumple de Emma, que será pasado mañana.

—No sé —me volteo justo cuando hace una mueca —. Buscar regalo para una pequeña princesa es difícil.

Suspiro y continúo caminando, tomando todo lo que necesitaré para la fiesta.

—¿Y si la llevamos a algún lugar mañana? —propongo —Digo, la fiesta no será mañana puesto que tenemos que trabajar, así que cuando vaya a buscarla en la guardería podríamos ir por un helado —pongo mis ojos en él —. Claro, si estás disponible.

Christopher, que estaba a unos pasos detrás de mi, se acerca hasta quedar a mi lado, pasa uno de sus brazos por mis hombros y besa mi mejilla.

—Siempre estaré disponible para ustedes, Abby.

—Tus ojos brillan —señalo.

—Como lo hacen cada vez que estoy con los amores de mi vida —besa cortamente mis labios.

Juro que puedo oír el latir desbocado de mi corazón ante sus hermosas palabras. Muerdo mi labio y camino un poco arrastrando el carrito de compras conmigo.

—Eres...simplemente eres...

De acuerdo, no tengo palabras en este momento.

—¿Sexy? ¿Caliente? ¿Hermoso? ¿El amor de tu vida? ¿El chico que te gusta?

—Es más que gustar —admito —. Creo que me encantas.

Lleva una mano a su pecho fingiendo estar ofendido. Rio.

—¿Crees? 

—Bueno...me encantas —beso su mejilla mientras tomo algunos paquetes de servilletas.

—Tu haces más que encantarme —sonríe.

—¿Si?

—Ajá —sus ojos se oscurecen un poco y relame sus labios —. Siento eso...

Trago despacio dejando salir una corta respiración. Sí, yo también siento eso y...¡joder! Me encanta sentirlo. Vale, me pone los pelos de punta y aún hay esa parte de mi que espera que él falle, pero hay otra, la que sigue sintiendo esas cosas que sintió en el pasado, y no sé... No tengo idea de que decir o como sentirme.

—¿Es momento de decirlo? —me atrevo a preguntar.

Sus ojos ahora parecen querer perforarme y saber cada cosa que pasa por mi mente.

Eso sin duda logra ponerme nerviosa.

—¿Tú...quieres decirlo?

—¿Y tú? —respondo en cambio deteniendo mi andar —. ¿Quieres decirlo?

Se remueve en su lugar y de forma tierna sus pómulos se sonrojan, cosa que me hace sonreír en automático.

—Abby...—muerde sus labios —...Abby, Te amo.

Contengo la respiración sintiendo mi corazón latir con fuerza contra mis costillas, abro mis ojos y sólo me dedico a observarlo.

Tal vez tardo más de lo normal por que parece impacientarse.

Sonrío levemente y con los nervios a flor de piel.

—¿Si? —logro susurrar.

—¡Joder! Me estoy muriendo de los nervios esperando tu respuesta y todo lo que dices es eso —resopla —. Pero sí, Abby, te amo, mucho, demasiado. Tanto que si mi amor fuera dinero sería multimillonario... Es más, creo que podría comprar comida para todos los humanos de la tierra y aún me quedarían billones y billones...

Nuestra Hija © [Christopher Vélez] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora