14. Almuerzo

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Capitulo catorce: Almuerzo

Abigail

Observo mi comida aún intacta en mi plato y me remuevo incómoda en mi asiento.

¿Por qué acepté?

¿Por que si quiera lo consideré?

Esto no está bien, no me siento cómoda y tampoco es como si hubiera soñado con este momento.

Christopher come con tanto entusiasmo que casi me hace sonreír. Casi. Es tan típico de él, desesperarse al comer, como si la comida fuera a desaparecer en cualquier momento.

Yo al contrario como despacio y como él decía: como un pequeño pajarito.

Ahí otra cosa contraria en nosotros.

De verdad somos tan diferentes, no sé como terminamos siendo novios aquella vez y mucho menos como terminamos procreando un bebé.

En este caso una hermosa bebé.

—¿No vas a comer? —levanto la mirada y me encuentro con sus ojos avellanas mirándome con concentración.

—No tengo mucho apetito —es lo que digo.

Su ceño se frunce apenas termino de hablar, limpia con una de las servilletas las comisuras de sus labios y sin que pueda verlo venir toma el tenedor y el cuchillo, inclinándose un poco sobre la mesa, corta un trozo de carne y con el tenedor lo guía a mi boca.

Alzo una ceja con incredulidad.

Rueda sus ojos y pincha un pedazo de zanahoria junto a la carne lo vuelve a guiar hacia mi boca.

Me inmuto, ni siquiera me muevo, solo lo observo con curiosidad.

¿Por que se supone que hace esto?

—Come —prácticamente me lo ordena e insiste en que abra la boca con el tenedor casi pegado a mis labios.

Mi boca se hace agua por que huele muy rico y mi apetito – antes cerrado por los nervios – parece volver a cobrar vida.

—Vamos, come —no hago nada y eso parece frustrarlo, pero luego sonríe. Lo observo llena de confusión —. Me gusta tu linda boquita ¿sabes? Siempre fue mi tentación —relame sus labios ante las palabras pronunciadas.

El aire se atasca a mi garganta y mi pulso se acelera ¿Que?

Él no se detiene, tampoco baja el tenedor. ¿Como es que no se cansa?

—Siempre me encantaron tus labios —los observa —. Tan suaves, rosados y rellenitos. No sabes lo rico que se sintió aquella vez cuando te besé por primera vez, fue como una explosión dentro de mi, algo lleno de chispa y fuego —muerde su labio inferior, regresa su vista a la mía. Sus ojos se han oscurecido varios tonos —. Me gustaste desde siempre, Abby.

—¿Que se supone que...?

No puedo terminar de formular mi pregunta por que él aprovecha que abrí mi boca para hablar e introduce la comida dentro de mi boca.

Mierda.

Sonríe victorioso y deja el tenedor en mi plato antes de tomar otro trozo de carne, esta vez con arroz y más vegetales.

No me queda de otra que masticar y lo hago lentamente disgustando el sabor con lentitud y desesperándolo al parecer.

Eso siempre le molestó.

Quiero sonreír, pero me reprimo. 

Christopher aprovecha que aún mastico para comer de su propia comida.

Nuestra Hija © [Christopher Vélez] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora