Nuestra Hija © [Christopher Vélez]

47. Accidente

Capítulo cuarenta y siete: Accidente

Abigail

***

—La amo —murmuro, viendo el rostro sonrosado de mi bebé y dejando caer todas las lágrimas que he estado conteniendo —. La amo, Camila, de verdad yo la amo...

—Lo sé, cariño —me sonríe de manera temblorosa y noto sus propias lágrimas —. Yo también la amo.

—Es hermosa —susurro —Eres hermosa, pequeña Emma.

Y a pesar de sentir dolor en varias áreas de mi cuerpo no puedo evitar sentir felicidad y alivio de tenerla aquí. Conmigo.

Ella, definitivamente es el amor de mi vida.

***

Mojo mi cara con agua fría mientras me observo en el espejo frente a mi.

Estoy pálida, por lo que, buscando en mi bolso y luego de tenerlo en mis manos, me aplico un poco de rubor en las mejillas después de haberme secado el rostro.

Suspiro, hace unos momentos Carter llegó a mi puesto de trabajo con un café al parecer muy cargado y el olor simplemente me revolvió el estómago, así que tuve que venir al baño a vaciar mi estómago. Me aseguro de arreglar un poco mi cabello con mis dedos y luego me encamino hacia la salida del baño.

No pasa mucho para que llegue a mi puesto nuevamente y comience a hojear unos documentos que Pedro me pidió para esta tarde.

—Abby...—subo mi vista de inmediato Encontrándome con la mirada alarmada de Clarie, frunzo el ceño.

—¿Que? ¿Pasa algo? Te noto...rara —haco un ademán —. La palabra correcta es...te noto preocupada.

Ella se remueve frente a mi y su actitud pasa de alarmada a preocupación y miedo.

Hago una mueca empezando a desesperarme porque simplemente ella no dice nada, solo se mantiene en silencio mirándome fijamente. Es obvio que está empezando a ponerme nerviosa y ansiosa.

—Clarie ¿que...

—Escuché al señor Pedro hablar por teléfono parecía algo preocupado y acelerado, creo que hablaba con el que anteriormente era tu jefe y...—se detiene y quiero tomarla de los hombros y sacudirla, de hecho estoy a punto de hacerlo pero ella vuelve a hablar —. Es el hijo del señor Vélez.

Mi corazón se acelera percibiendo la mala noticia y un nudo comienza a formarse en mi estómago. Aprieto mis manos en mi regazo y me obligo a calmarme, a dejarla termina de hablar porque no puedo entrar en pánico. No quiero entrar en pánico.

—¿C-christopher?

—Si, él...

—¿Él, qué, Clarie? ¡Dios habla mujer! Me estás matando de la angustia —comienzo a asustarme de verdad cuando rasca su cabeza y mordisquea sus labios mirándome asustada.

—Él... Él tuvo un accidente, Abby.

«Oh, mierda... »

***

Cinco horas atrás.

Christopher

¿Conocen esa sensación de no querer irse, pero tener que hacerlo porque los deberes llaman?

Bien, pues estoy en esa situación en este momento, mientras Abby besa mi mandíbula y me abraza con fuerza.

—¿Vendrás a casa en la noche? —pregunta, sin soltarme aún.