11. Secretos

4.8K 213 6
                                    

Capítulo once: Secretos

Christopher.

Siempre me gustaron las chicas fáciles.

Y por fáciles me refiero al las chicas que no ponían ninguna queja u objeción para salir conmigo. Vale, tal vez eso me hace una imbécil pero es la verdad, al menos lo era hasta que apreció ella.

Cuando la besé en aquella fiesta puedo jurar que sentí todo revolverse dentro de mi. Mi primer pensamiento fue querer llevarla a la cama, lo cual tengo que admitir fue imbécil de mi parte. Pero no se me puede culpar cuando ella era tan sexy y lograba llamar la atención de quien sea que pasara por su lado.

Y no lo exagero.

Abigail era hermosa, sexy e inteligente.

Aún lo es.

Karen a mi lado, observa la escena como si fuera lo más interesante que hubiese visto jamás.

Típico de Karen.

—Christopher... —su voz es como un murmullo que aún con el ruido que hay en el salón logró escuchar.

Hace cuatro años no la veía.

Hace cuatro años dejé de apreciar su sonrisa.

Hace cuatro años ella se alejó.

Hace cuatro años la perdí.

Hace cuatro años mi corazón se rompió.

Trato de formar una pequeña sonrisa en mis labios, noto como los suyos tiemblan y ella atrapa el inferior con sus dientes.

Me ordeno mentalmente apartar la vista de ese lugar por que solo recordar hace daño, pero también me hace tanto bien. Me hace querer regresar el tiempo y ser mejor, me hace querer cambiar el destino que tomaron las cosas. Me hace querer volver a hacerle el amor como la primera vez.

Es irónico que aún después de cuatro años recuerde cada trozo de su piel, cada lunar, cada peca, cada centímetro...

Sacudo disimuladamente mi cabeza por que no quiero tener...reacciones no adecuadas en mi cuerpo. No aquí.

—Es una...grata sorpresa tenerte aquí.

Ella no dice nada y la entiendo. Yo tampoco sé que decir. No hay muchas palabras para decir, no ahora.

—Si yo... —sacude su cabeza y algo en su mirada cambia —. Trabajo aquí y ahora debo...irme.

No me da oportunidad de decir algo por que camina lejos de mi a pasos rápidos.

Aprieto mis párpados con fuerza y tengo tantas ganas de chocar mi cabeza contra una pared.

—¿Quien era ella, Chris?

—Una mujer...

—No seas imbécil —sonrío solo un poco y doy un trago a mi vino.

—Era alguien, no tienes por que saberlo Karen.

Resopla y enlaza su brazo con el mío.

—Soy tu mejor amiga.

—Ajá ¿y?

Golpea mi hombro, no puedo evitar reír.

—Idiota.

—Idiota o no, me amas.

Rueda sus ojos pareciendo exasperada pero noto la pequeña sonrisa en sus labios.

—Pero enserio ¿quien era ella? Se notaba muy nerviosa.

—Ella es...parte del pasado.

Karen parece entender por que no vuelve a preguntar y más bien se encarga de parlotear sobre la decoración del lugar sacándome más de una sonrisa.

Por cosas como estas es que amo a mi mejor amiga.

****

—¿Aburrida?

Abigail se encuentra de espaldas a mi mientras con sus dedos toca los pétalos de las flores del lugar en donde es el evento de caridad.

Hace más o menos media hora de nuestro inesperado reencuentro. Pasé los minutos anteriores con Karen, mostrándole el lugar y charlando con ella. Pero en ningún momento pude apartar mis pensamientos de la hermosa chica que fue mi mundo hace un tiempo.

Cuando la vi en el jardín a través de ventanal no pude evitar venir hacia ella como tampoco he podido evitar pensar en ella.

No puedo dejar de hacerlo desde aquella vez cuando vi a su mejor amiga en frente de la guardería donde fui a dejar a Matias.

—¿Que haces aquí? —pregunta minutos después. Puedo notar lo rasposa que suena su voz, como si estuviera...llorando.

—Fui invitado —muerdo mi labio inferior recordando la insistencia de papá para que viniera —. Tu, por lo que me dijiste sé que que trabajas aquí.

Ella asiente aún sin darme la cara y deja escapar un suspiro.

—¿Como...estás?

Su pregunta me toma por sorpresa, por que sinceramente no me lo esperaba.

—Bien —hago una pequeña pausa —supongo. ¿Tú?

—Bien.

Respiro hondo y meto mis manos en los bolsillos delanteros de mi pantalón. ¿Que se supone que debo decir?

No suelo recontrarme con mis ex a menudo, mucho menos interactuar con ellas. ¿Que se supone que debo hacer ahora?

—Abby...

Ella se estremece y con lentitud se voltea hacia mí. Sus ojos están rojizos y sus labios tiemblan levemente.

Mi pecho se estruja.

—¿Si?

Mordisqueo un poco mi labio, con pasos temblorosos y tentativos camino hacia ella y sacando una de mis manos de mi bolsillo la alzo para acariciar su mejilla.

Sus ojos se cierran ante el acto y no puedo evitar sonreír un poco.

Su piel es suave y tersa, con algunas pecas en sus pómulos, aunque no son muy visibles, pero sé que están ahí por que lo recuerdo perfectamente.

—Sigues siendo hermosa —sus mejillas se sonrojan.

Sonrío un poco encantado,  bajo mi mano para guardarla nuevamente en mi bolsillo.

—Tengo que...volver —señala la casa y antes de que pueda decir algo, ella se va a pasos apresurados dejándome solo.

Suspiro y observo las flores frente a mi.

Ella oculta algo, lo sé.

Nuestra Hija © [Christopher Vélez] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora