¿Qué es la fuerza?

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-...Finalmente, tuve que pasar unos días en las calles de Coruscant. El Maestro Jeenz me atrapó robando una manzana y lo demás es historia.- Dije finalizando mi historia. Limpié mis lágrimas poco a poco y comencé a sentir algo extraño... una sensación inexplicable.

"Algo" en mi se sentía diferente, pero parecía ser lo correcto. Ese "algo" se encontraba fluyendo, creciendo y propagándose en mi pecho queriendo explotar, haciéndome cosquillas, provocándome un hormigueo y una sensación que nunca en mi vida me habían permitido sentir... La Libertad.

Anakin y su Maestro se miraron el uno al otro con asombro para después mirarme a mi con esa misma expresión.

-Sabes, siempre quise tener una hermana... - Anakin se acercó a mí para despeinar mi cabello con diversión. – ¿Te gustaría ser mi hermana?- Obi-Wan río un poco al ver a su terco aprendiz en una faceta tan tierna

¡SI!- Exclamé con alegría mientras me lanzaba sobre él.- Eres el hermano perfecto, podemos hacer muchas cosas juntos. Quizá me puedes a enseñar a combatir o a leer mentes. No, ¡ya se! ¿Me prestarás tu espada láser?- Obi-Wan reía ante tal escena, mientras Anakin parecía quedarse perplejo ante la velocidad a la que salían las palabras de mi boca

-¡Wow! Con calma pequeña. Apenas acabas de aceptar ser mi hermana y ya estás haciendo que me salgan canas verdes. -Anakin reía mientas me pinchaba una mejilla

- Y tu... Dije mirando desafiante al Maestro Jedi- Tú serás mi tío Obi-Wan, te guste o no- Kenobi no pudo contener otra carcajada mientras Anakin se burlaba de él.

-Parece que no tengo otra opción ¿Verdad?- Negué con la cabeza haciendo un puchero.


Dos días pasaron. Mi poder estaba cada vez más controlado. Siempre que mis sentidos comenzaban a traicionarme seguía el consejo de mi Maestro y me paraba por un momento a meditar, lo cual ayudaba bastante a tranquilizarme; mientras tanto esos dos días fueron inmejorables a lado de mi querido Tío y mí divertido hermano. Quienes por cierto actuaban totalmente como si lo fueran de verdad. Aunque lamentablemente llegó el día en el que se irían en una misión.

-Ani, Tío Obi-Wan. ¿Puedo acompañarlos? Prometo que no estorbaré.- Me encontraba justo afuera de la sala de reuniones del consejo Jedi, en donde parecía que se estaba deliberando el futuro de la misión que llevaría a cabo mi familia.

-____, jamás serás un estorbo para nosotros- Dijo Ani colocándose a mi altura y sujetando tiernamente mis hombros- Pero está misión es peligrosa, requiere de personas experimentadas y me temo que no puedes venir.- Agaché un poco la mirada y sorbí con la nariz

-Vamos pequeña, no pongas esa carita. Además tienes que quedarte a continuar con tu entrenamiento. Y si te esfuerzas y obedeces al Maestro Windu te aseguro que muy pronto tendrás las habilidades necesarias para ir en misiones- Obi-Wan se encontraba arrodillado junto a Anakin.

-Lo entiendo...- Ani besó mi frente con cariño- Prometo que para cuando ustedes regresen seré tan fuerte que ni siquiera mi hermano podrá vencerme- Obi-Wan soltó una carcajada al igual que su joven aprendiz.

-Esa es la actitud con la que siempre queremos verte pequeña. Ahora ve a hacer tus deberes y nos veremos en unos minutos en la entrada para despedirnos. Obi-Wan tomó mi pequeña mano y le dio un beso.

-Eso haré tío Kenobi- El río ante su nuevo apodo y entro acompañado de Anakin a la sala.

Varios minutos después me encontraba ya en la entrada lista para despedirlos, y en el poco tiempo que había transcurrido, me las había arreglado para tejer dos finos brazaletes marrones que entregaría a mis amigos.

La Profecía de la Fuerza (KyloRenxReader) (HuxxReader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora