Las voces

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Un mes pasó. El Maestro Windu se volvió oficialmente mi Maestro y yo una muy joven Padawan. Comencé a confiar más en él y él en mí. Podía sentir un vínculo muy fuerte entre nosotros y me alegraba que las cosas fueran cambiando para bien.

El primer día de la semana, por la mañana, el tío Kenobi regresó de la misión para dar informes de la misma y yo no pude hacer más que esperar expectante a fuera de la sala de reuniones del consejo Jedi. Tanto él como Anakin habían estado viniendo de manera intermitente a hablar directamente sobre asuntos importantes que escapaban de mi comprensión, pero gracias a ello, me era posible pasar tiempo con ellos. Aunque esta vez Obi-Wan había llegado solo.

Después de algún tiempo la reunión se dio por terminada, y el primero en salir de la sala fue mi querido Tío.

-¡Tío Kenobi!- Grité alegre corriendo hacia él, provocándole una gran sonrisa. Muy gustoso me recibió cargándome en sus brazos.

-¿Cómo has estado pequeña? ¿Cómo ha ido el entrenamiento?- Preguntó mientras desordenada mi cabello tiernamente.

-¡De maravilla! Estoy trabajando tan duro como lo prometí- Mi querido Tío sonrió de nuevo.

-Me alegra escuchar eso pequeña.

-¿Cómo les está yendo a ti y a Ani en la misión? ¿Por qué el no vino?- Su semblante se ensombreció un poco y pude notar la tensión en su cuerpo.

-Él se quedó cuidando de Padmé mientras yo venía a dar mi reporte, no hay nada de qué preocuparse.

-Entonces, ¿por qué siento que hay algo que te preocupa?- Él me miró bastante sorprendido

-Es algo sin importancia pequeña. Con ayuda del consejo Jedi la misión rendirá sus frutos, como lo planeamos desde un inicio...

"Hay algo que no me cuadra"- pensé. Por alguna extraña razón la llegada de mi Tío me había hecho sentir algo. Pude ver que su preocupación era bastante real pero no quería aceptarlo y no solo eso, yo misma pude sentir algo diferente en el ambiente. Era algo parecido a una presencia, como si de un momento a otro una neblina gruesa se hubiera colocado sobre la fuerza y nos cubriera a todos. Y, por más que el Tío Obi-Wan me dijera que todo estaba bien, yo podía sentir que no era cierto. Algo se acercaba, algo malo se cernía sobre nosotros, y era nuestro deber era averiguar que era.

Hablé con el Maestro Windu al respecto pero al igual que el tío Kenobi, él intentaba tranquilizarme y decirme que todo estaba bien. Pero simplemente yo podía sentir lo contrario. ¿Por qué de repente todos ignoraban lo que la fuerza intentaba decirnos?


Los meses pasaron y las cosas dentro del templo parecían estar cada vez más extrañas, y por alguna rara razón, yo era la única que lo notaba. Las reuniones de los Maestros Jedi se hacían cada vez más seguido y una a una se iban haciendo más largas. Todos los Maestros parecían tener un semblante preocupado y una atmósfera nerviosa los rodeaba constantemente, incluso también podía sentir que el Maestro Yoda no era el mismo de siempre; y yo estaba desesperada. ¿Cómo era posible que en todas esas visitas al consejo Jedi ni Ani, ni el tío Kenobi, ni el Maestro Windu se hubieran esforzado por aclarar mis dudas?, Incluso Padmé, las veces que estuvo en el templo, evitó mi mirada inquisitiva y se limitó a sonreírme.

Había amanecido. Era un día lluvioso y yo me encontraba en la sala de entrenamiento, preparada para recibir la lección especial que el Maestro Windu me tenía preparada. Pero, a pesar de todo, no podía dejar de pensar en lo que estaba ocurriendo. Ese constante y palpitante sentimiento de que algo malo estaba por venir no cesaba ni un solo momento. No podía dejar de pensar en cómo mis mejores amigos me ocultaban la verdad. Sabía que quizá podía parecer una niña pequeña, pero ellos no entendían que yo comprendía más de lo que imaginaban.

Todo parecía ser de nuevo bastante abrumador y exasperante. Era una sensación tan opresiva que no podía ni siquiera pararme a meditar. Sentía en mi cuerpo fluir la desesperación, la angustia y la ira. De un momento a otro sentí que mis piernas se quedaban sin fuerzas y mis rodillas amortiguan mi caída al piso. Mi mirada bajó hasta mis manos, las cuales habían formado unos puños que apretaban las uñas con fuerza contra mis palmas, y de repente lo sentí. Sentí toda esa exasperación queriendo liberarse de mi sistema y lo único que pude hacer fue gritar.

Grité con todas mis fuerzas, dejando que las lágrimas resbalaran por mis mejillas fluidamente. Mi garganta ardió y el tiempo pareció detenerse. Todo a mí alrededor parecía no tener ni sonido ni movimiento. Me dolía ese horrible sentimiento que se alojaba en mi interior e intenté callar a las voces. Las cuales habían regresado para molestarme en ese momento de debilidad. Tapé mis oídos con mis manos pero éstas no sé detenían, llegaban hasta mi rápidas y asfixiantes, y lo peor era que no podía entender todo lo que me estaban diciendo. Solo escuchaba nombres.

-Obi-Wan... Anakin... Padmé...- Era casi imposible distinguir los nombres entre los gritos

-Mace Windu... Yoda...- Mi mente comenzaba casi a colapsar.

Darth...- Mi visión comenzó a nublarse

-Luke... Leia...- Finalmente mi cuerpo quedó tendido en el piso de la destrozada aula y lo único que pude ver fue oscuridad.

La Profecía de la Fuerza (KyloRenxReader) (HuxxReader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora