Capítulo 7

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-No puedo tener hijos – Kagome se atrajo sus rodillas hasta su pecho, volviéndose pequeña.

Inuyasha sin dudarlo, sin pensarlo, se acercó y la abrazo, apretándola con su cuerpo, tratando de calmarla empezó a hacer sonidos de olas con sus labios mientras se balanceaba con ella en brazos.

Kagome se desenredo y lo abrazo con sus piernas y sus brazos, descansando su cabeza en su hombro, había dejado de derramar lágrimas pero aún hipaba.

Inuyasha se repetía una y otra vez "Estúpido, estúpido" estúpido por haber abierto la boca en cada palabra reciente que había dicho, estúpido por herir sin darse cuenta los frágiles sentimientos de su hermosa mujer.

-Lo siento Inu, siento si te he defrau...-

-¡No! – exclamo Inuyasha haciéndola saltar por su grito – Pequeña, no es tú culpa, nada de lo que te pasó, de lo que te está pasando, nada es tú culpa – la alejo, y acuno el rostro de la azabache en sus manos, acercándola a su rostro – Te amo, esto no cambiara para nada mis sentimientos, nada. Yo te amo y te amaré por siempre, no importando defectos ni virtudes, tal y como eres te amo pequeña.

-Inuyasha – gimoteo de alegría, enamorada por las palabras y por el hombre en frente suyo, se abalanzo a abrazarlo de su cuello, chocando sus labios y cayendo de espaldas a la cama, ella encima de él -También te amo estúpido y... quiero casarme contigo – le susurro con una sonrisa.

-¡Soy el hombre más feliz del mundo! – exclamo en un grito.

-¡Papá! – exclamo Haru entrando a la habitación, fue atraído por la curiosidad de los gritos y exclamaciones de sus padres.

-¡Acepto Haru! ¡Acepto casarse con nosotros! – exclamo feliz Inuyasha mientras se sentaba nuevamente en la cama con Kagome en sus brazos.

-¡Sí! ¡Mamá será una Taisho! – grito feliz mientras festejaba saltando en la cama.

-Podemos hacer feliz a cualquier niño, como lo es nuestro hijo pequeña – murmuro Inuyasha con un beso en la mejilla.

-Gracias Inu, te amo, te amo mucho – y se acomodó en sus brazos mientras miraban ambos al pequeño festejar la victoria.

°°°

-¡Hacen una linda pareja! – exclamo un par de ancianas, ambas tutoras de un pequeño de 7 años, Bankotsu y Kikyo se miraron y se carcajearon, esos comentarios en las últimas semanas ya eran muy comunes y ambos se reían de las ideas de las personas.

Sin darse cuenta se habían vuelto más unidos, salían a almorzar juntos casi toda la semana ya que debido a algunos problemas con pacientes o algunas intervenciones en cirugías no almorzaban y pasaban a almorzar en equipo o simplemente comían una galleta por su cuenta.

Bankotsu se supo sin proponérselo cada gesto, cada expresión, cada movimiento de Kikyo. Kikyo en silencio lo admiraba, su ancha y perfecta sonrisa que les brindaba a los niños, a sus pacientes le encantaba y atraía. Su simplicidad pero refines le gustaba. No sabía pero, cada vez que lo veía, las tripas revolviéndose en su estómago ya eran comunes, diarios, solo reaccionaban con la presencia, con el toque, con la sonrisa de Bankotsu, del hermoso moreno.

¿Por qué él? ¿Por qué ella?

Eran las preguntas que todos los días se hacían cada uno al sentir en su pecho cuando se miraban.

Nueva Oportunidad (ADA#3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora