Trampa

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Cuando sali de aquella habitación, camine y camine hasta llegar a la popa del barco.
Sentada sobre una preciosa butaca blanca, observaba a todas las personas que estaban alli, personas falsas, ilegales, incluso mas que yo, de eso estoy segura.
Pasé alli sentada casi toda la velada...
Me levanté de alli y pude visualizar como el niñato de antes se despedia de sus amigos, y yo con astucia saque mi movil y caminé hasta llegar a su altura, pero haciendo que pareciera algo real, nada finjido.
Coloque mi movil en mi oreja y empece mi espectáculo.

-¿Como? ¿me dejas por teléfono?- decia a la vez que soltaba alguna lagrima falsa para darle realismo al asunto. -Por lo menos vendrás a buscarme, le he dado la noche libre a mi chofer y sabes que mi casa está bastante lejos- puse mi mano libre sobre mi cabeza finjiendo preocupación, tambien pude observar como el chico escuchana mi conversacion. -Muy bien... como quieras...- hice una leve pausa finjiendo que me hablaban desde el otro lado. -!Que te jodan imbécil!- dije apartando mi movil de mi oreja.

Di un par de pasos más para poder apoyarme en el borde del barco, con la cabeza baja y llorando falsamente, escuché unos pasos que se me acercaban.

-¿Estas bien?- cayó en mi trampa.

-Si... no... no lose ¿como se supone que tengo que estar? Me acaban de mandar a la mierda- me lleve ambas manos a la cabeza.

-¿Quien te ha mandado a la mierda?- vi su sonrisa de medio lado, se acercó mas a mi y apoyo una de sus manos en mi hombro derecho en señal de apollo.

-El idiota de mi novio... bueno... de mi ¡ex! Novio- recalque a la vez que levante mi cabeza para mirarle a los ojos.

-Bueno, el se lo pierde. Si cree que va a encontrar a una chica tan perfecta como tu... se equivoca.-

-¿De verdad lo crees?- le sonreí tristona.

-Claro que si, levanta un poco ese animo... recuerdo una vez en la que alguien me dijo que las cosas suceden por algo.- me devolvía la sonrisa.

-Entonces... ¿porque estoy tirada aqui, sola, a las 3:30 de la mañana?- volvi a bajar la mirada llorando de nuevo.

-No estas sola, y no estas tirada, estoy contigo ¿verdad? Y si puedo hacer algo por ti solo tienes que decirmelo.- como puede ser este chico tan atento.

-En realidad si hay una cosa... pero seria demasiado para ti...- mire hacia un lado dandole inocencia al asunto.

-Pidemelo-

-¿Podrias llevarme contigo a tu casa? Se que es mucho pedir, pero de todo el barco eres la persona de la que mas me fio... aunque si te voy a dar problemas con tu novia... dejalo-

-¿Novia? ¿problemas? Nada de eso, vamos, acompañame.- me ofreció su mano, mano que yo acepte encantada.

La cosa marchaba bien, el barco ya habia llegado a puerto y había avanzado bastante en tan solo una noche.
Me había mentido sobre su novia, o mejor dicho prometida, lo que quiere decir, que no le importa si ocurre algo entre nosotros.
Lleguemos a un aparcamiento a pocos metros de alli, donde un coche en marcha nos esperaba.
Apoyado en el coche se encontraba un señor bastante atractivo a la vez que mayor, que con muchísima educación y elegancia me abrió la puerta trasera del coche ayudándome a su vez a subir en él.
El chico enseguida subió al coche posicionandose junto a mi.

-¿Estas cómoda Moke?- me preguntó.

-Bueno, es mejor que el coche de mi ex- le sonreí tímida y falsamente.

-Mi chofer puede acercarte a tu casa si quieres.-

-¡No!... quiero decir... que prefiero que me recoja el mio en tu casa, mi casa esta demasiado lejos... y seria demasiada molestia.- quise aparentar educación y elegancia.

-Como prefieras-

-Señor, lamento interrumpir su conversación, pero ya hemos llegado a su casa.- dijo su chofer.

-Muy bien, gracias Franky, ya puedes irte.- le dijo el chico a su chofer.

-Vamos Moke, acompañame- me dijo una vez nos bajemos del coche, yo solo asenti.

Yo sabía que su casa debia de ser grande, pero ese adjetivo no es suficiente para describirla.
Una casa hermosisima, rodeada de naturaleza extrema, parecía la casa de un rey, casi se me cae la baba, pero tuve que aparentar, que ya estaba acostumbrada, y lo estoy, pero no tanto.

-Una casa muy bonita- le dije mientras caminabamos  hacia la puerta.

-Gracias.-

Al llegar, saco una llave de un bolsillo de su chaqueta de traje, con la que abrió la puerta.

-Espera un momento- me dijo -tengo que desactivar la alarma.- observe como abria una pequeña puertecita de plastico y como tecleaba cuatro números. -Ya puedes pasar, ponte comoda.- dijo cerrando la puerta cuando estuvimos los dos dentro.

-¿Te puedo hacer una pregunta?- le pregunté coqueta.

-Adelante- me dijo con semblante serio.

-¿Donde voy a dormir?- me apoye en la pared mirandole de forma sensual.

-Pues... en cualquier habitación que te guste.- respondió en un tono mas que seco.

-Que te parece... si duermo en tu habitación...- me mordi el labio inferior.

-Bueno, yo puedo dormir en otra-

-Y... ¿porqué no duermes conmigo?- volví a sonreirle acercandome a él.

-Esta bien, la cama es lo suficientemente grande para dormir los doz sin tocarnos.-

-Claro- le respondí.

-Vamos, sigueme- y así lo hice.

Caminemos, pasando un par de pasillos y subiendo unas enormes escaleras, a la vez que el niñato saludaba a varios... empleados.
Lleguemos a lo que rapidamente deduje que seria su habitación.

-¿El baño?- pregunté de forma espontánea.

-Es esa puerta de ahí.- dijo ya sentado sobre la cama, señalandome con una mano la puerta mientras que con la otra se quitaba la corbata.

-Gracias.- y me encamine hacia el.

Una vez dentro, cerre la puerta y saque mi movil del bolso para escribirle a Nami y hacerle saber que estaba bien, una vez hecho eso, me solté mi larga melena azabache, me quite la ropa y los complementos y me metí en la ducha.
Me encantaba cuando el agua caliente caia sobre mi piel.

-¡Chicooo!- le llamé.

-¿Si?- respondió desde el otro lado de la puerta.

-¿Podrias entrar un momento?- le pregunté mientras yo salia de la enorme ducha.

-Claro.- dijo mientras abría la puerta para entrar. -Dios mio- fue su expresión al verme desnuda.

-Necesito una toalla- sonrei coqueta.

-Cla... claro, ahora mismo.- apenas podia hablar, no se lo esperaba. -Aqui tienes- me ofrecia.

-¿Podrias ponermela tu?- sonrei de manera muy sensual.

-¿Yo?- dijo tímido.

-Claro- esta vez me mordi el labio inferior.

El chico se acercó muchisimo mas a mi, intento ponerme la toalla de manera fallida. Él solo llevaba un pantalón de pijama puesto, asi que puse mis manos sobre el increible cuerpo que tenía, hecho seguramente por los dioses.

-¿Sabes una cosa?- le dije acercandome tanto que llegue a rozar sus labios.

-Dime- tragó saliva bruscamente.

LA LADRONADonde viven las historias. Descúbrelo ahora