Miradas

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Varios días pasados, demasiados para mi gusto, mi cabeza está a punto de estallar en mil pedazos como si me pusieran una granada y la detonaran sin piedad. Nami me explicó que esperarían los días necesarios para que yo mejorara y así poder volver a casa con ellos y con padre, aunque mi mente sigue nublada y separada en ambas direcciones, mi corazón me exige quedarme con Zoro, y volver con él, pero de ser así, ¿quien cuidaria de la familia? ¿quien llevaría el dinero a casa? Cada uno trabaja en lo que puede, pero he de decir que por mi habilidad y mi fisico... por horrible que suene, soy la que mas puede conseguir en este momento.

Antes de conocer a Zoro, en los ratos libres que Nami y yo teniamos, la entrenaba para que ella tambien pudiera hacer trabajos tan rastreros como los mios, la entrene hasta verla totalmente preparada, pero padre nunca se decidio a que ella hiciera el trabajo que yo hago.

-Robin, ¿estas bien? Te noto ida...- me dice Nami mirandome desde la silla de enfrente.

-Estoy bien....- le sonreí timidamente.

-Yo no lo creo... no has probado la comida, y es tu plato favorito preparado por Sanji, solo juegas con el tenedor.- dicho esto, todos los ojos de todas las personas presentes en la mesa se posaron en mi.

-Mi preciosa florecilla, ¿la comida no esta a tu gusto?- se me acerco Sanji en un abrir y cerrar de ojos.

-Tranquilo Sanji, la comida esta exquisita, pero... no tengo demasiado apetito.- dije volviendo mi vista al plato, no sin antes cruzar mi mirada con la de Zoro.

Desde el encuentro que tuvimos en la cocina no hemos vuelto a hablar del tema y apenas él se acerca a mi... quizás es porque no quiere intervenir en mi decisión.

-Nico, para volver a casa tienes que estar fuerte, asi que por tu bien, come algo.- me dijo Torao mientras resoplaba.

-Estoy bien, me encuentro lo suficientemente fuerte, tengo 30 años, soy mayorcita, se cuando comer y cuando no, mi cuerpo no es estupido...- alcé un poco la voz.

-Robin...- con voz calmada Nami tomo mi mano posando su brazo sobre la mesa que nos separaba. -tranquila...- me sonrío.

-Lo siento... tengo demasiado estres encima, demasiadas cosas en la cabeza y demasiado que decidir.- le devolví la sonrisa para tranquilizarla.

-Creo que está todo decidido.- Torao me miro de manera muy fría.

-¿Que quieres decir con que está todo decidido?- pregunte extrañada.

-Vuelves a casa con nosotros.- me miró fijamente casi sin parpadear.

-Creo que eso lo decide ella.- dijo Zoro con la cabeza baja pero con la voz un poco subida de tono.

-Ella ya lo ha decidido hace tiempo, ¿no te has dado cuenta?- diji Torao mirando a Zoro.

-¡CHICOS!- Nami alzo la voz llamando la atencion de todos los presentes. -Ya basta, esto no es de la incumbencia de ninguno de nosotros, es incumbencia de Robin, y si seguimos aqui es por su vienestar.- todos se calmaron.

De repente todas las cabezas fueron giradas a una unica direccion, la puerta de la cocina. Unos fuertes golpes sobre la puerta de la entrada hicieron que esta situación se tensara.

-¿Esperas a alguien?- le pregunté a Zoro.

-No...- comenzó a levantarse levemente de su asiento.

-Tranquilo, no te molestes...- se levanto Torao lo más rápido que pudo y posó su mano izquierda sobre el hombro de Zoro indicando que se sentara, y de manera extraña Zoro lo hizo... -ya voy yo...-

Torao salió de la cocina dejándonos a todos atonitos... ¿porqué se había levantado de su asiento tan voluntario? Todos pusimos atención en el sonido de sus pasos, y en el sonido de la puerta abriendose, escuchemos un "bienvenido" por parte de Torao seguido de lo que a mi me pareció unas palmadas suaves sobre la espalda en modo de saludo, tuve intención de usar mi habilidad, pero habian personas en la sala incluido Zoro que no conocia de su existencia, así que decidi esperar.

Por la puerta de la cocina entró Torao, y detrás de él un hombre alto, un hombre de cabello oscuro y ropas negras, un hombre con un tatuaje en el rostro... era padre.

Nami, Sanji y yo nos levantemos de la mesa de golpe al ver el rostro de él, todos permanecimos en silencio, hasta que él habló.

-Mi querida niña... Robin ¿como estás? Te veo horrible- se acercó para abrazarme y yo a él... demasiado tiempo pasado.....

-Padre ¿que haces aqui?- frunci el entrecejo y me separe de él para mirarle a la cara.

-¿No está claro...?- yo miré a Nami esperando a que me dijera a que habia venido, pero solo recibí un encogimiento de hombros en señal de desconocimiento, volví mi mirada a padre. - Hija... he venido a llevarte a casa, he estado esperando demasiado tiempo em Tokio... la casa se me cae encima sin ti... y te necesito.- me sonrio y volvió a abrazarme.

Mientras me abrazaba, pude observar como Zoro se levantaba de la silla para salir de la sala, antes de salir me miró cabizbajo.

Mi padre se separó de mi, y posó ambas manos sobre mis hombros.

- Robin, estas hecha una mierda ¿lo sabias?- reía a carcajadas. -¿Dónde están tus cosas? ¡Nos marchamos ya!- dijo decidido y se marchó para saludar a Nami y Sanji.

-Padre...- dije en voz baja... -no quiero marcharme sin él...- mi voz apenas inaudible y mi mirada fija en la puerta.

-Nami, ve a por las cosas de Robin- dijo mi padre a lo que Nami obedeció sin rechistar.

Pude ver como todo se desmorono en un instante, como Sabo, Ace y Luffy salian de la sala con malos ojos hacia mi para posteriormente marcharse a lo que seguramente seria buscar a Zoro, como Sanji salia de la casa hablando muy alegre con Torao y como Nami les seguía con mis cosas....
La sala estaba vacia, solo padre y yo... lo que hace unos dias eran alegrias, risas y besos.... a pesar de mis dolencias, la casa parecía estar poseida por un huracan, un funeral, silencio, demasiado silencio.

-Vamonos hija...- padre me miró muy sonriente y me cogió de la mano igual que cuando era una niña, mi corazón se paro y mi mente de golpe se nubló... yo seguía sus pasos y en un abrir y cerrar de ojos ya estaba en el coche de camino al aeropuerto...

LA LADRONADonde viven las historias. Descúbrelo ahora