Encontrado

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Como Roronoa me dijo nos dimos un buen baño, lleno de sexo y muchisma pasión, nos entregamos el uno al otro una y otra vez hasta terminar totalmente extasiados por el cansancio y el placer constante.
En este trabajo me estaba entregando mas de lo normal, ya que casi siempre, cuando tengo que follarme a alguien, solo lo hago una vez, como mucho dos, pero nose porque esto estaba siendo diferente.

Después de tanto placer y orgasmos conseguidos, nos vestimos y fuimos al comedor para cenar, la sala era enorme decorada con lamparas de araña de cristal, varios candelabros de plata, una enorme mesa de madera maciza a juego con varias sillas con el asiento de terciopelo verde, alfombras seguramente procedentes de la india y varias cosas más, la cena fué servida por una señora a la que el siempre llamaba Nana, una señora la cual le da muchisimo amor y cariño al chico, todo lo contrario que conmigo.

Después de que esa tal Nana nos sirviera con mala cara se marchó dejandonos completamente solos, la velada fue maravillosa, la comida increiblemente deliciosa, y la conversación con el señor de la casa muy satisfactoria. Al terminar la cena vi como este se levantó de su silla para acercarse a mí extendiendome la mano en señal de que me levantara y fuera con él, cosa que obviamente hice sin pensar.

-¿Donde vamos?- me atreví a preguntarle mientras le miraba curiosa.

-Eres una mujer muy curiosa...- me sonrió

-Lo cierto es que sí.- insistí con la mirada.

-Es una sorpresa, ya te lo dije-

El resto del camino hasta la habitacion donde me llevaba continuó en silencio.

-Por favor, pasa...- me dijo mientrad me indicaba la puerta con la mano derecha, yo asentí.

-Vaya...- pude decir. -¿Aqui es donde entrenas?-

-Si... ponte comoda- me sente en un sofa negro de piel.

Él comenzó a caminar hasta llegar a un armario, del cual sacó una caja de madera tallada con algunas escrituras y dibujos extraños. "¿será donde tiene escondido la gargantilla?" Fué lo que pensé, poco a poco fué acercandose a mí hasta quedar sentado a mi lado.

-¿Que es?- pregunté como el que no quiere la cosa.

-Ahora mismo lo descubriras- me sonrió.

Colocó la caja encima de sus muslos y la abrió, lentamente, mi cara cambió por completo.

-¿Te ocurre algo? ¿no te gustan?- me miro apenado.

-No me ocurre nada... yo... es solo que... me duele la cabeza.- le mentí a la vez que coloque mis manos sobre ésta.

-¿Quieres que lo dejemos para otro dia?- no podia decirle que si, asi que mi respuesta fué...

-No, vamos... quiero saber más de ti- le sonreí coqueta.

-Esta bien.- su cara cambió, estaba feliz.

Sacó primero una katana roja, la verdad que ers preciosa.

-Mira- me la extendió para que la viera. -Esta se llama Sandai Kitetsu- me miró con atención mientras yo contemplaba la katana.

-¿Las katanas tienen nombre?- enarque una ceja.

-Claro... todas tienen nombre y personalidad... esta se llama Shusui- dijo mientras cogía otra de color negro.

- ¿Y esta?- le pregunté mientras acercaba mi mano a una katana de color blanco, la cual llamó mucho mi atención. No llegué a tocarla, ya que cerró la caja de golpe, yo me asuste y mi rostro torno a serio igual que el suyo. -Lo siento...- baje la cabeza.

LA LADRONADonde viven las historias. Descúbrelo ahora