Niñato

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Ya pasaron un par de dias, estoy adolorida, pero me encuentro mejor, estoy mas espabilada.

Mi lucha continua con Nami, Torao y Sanji, ellos se empeñan en que vuelva a Tokio, dicen que debo de estar con la familia, y... la verdad... pienso que llevan razón, ellos me necesitan y yo les necesito, pero... que pasaria con mi guapo y joven espadachin ¿se supone que acabaria aqui? ¿que todo quedaría en Alemania? O quizas estoy confundida y él solamente me queria para la diversión... aunque de ser asi ¿porque me habría buscado y llorado? ¿porque habría estado discutiendo con Torao todo este tiempo?... estoy confusa y creo que es hora de hablarlo con él.

Nuevamente estoy en la habitación que en su momento Zoro me dejo y giro en la cama sobre mi misma en busca del reloj de mesilla, son las 6 de la mañana, aún está oscuro, y creo que todos duermen, como puedo y con cautela... me levanto de la cama, muy despacio doy pasos cortos y suaves, Nami está en esta habitación tirada en el suelo dentro de un saco de dormir, a pesar de haber habitaciones, ella prefirió quedarse en esta, conmigo.

Cuando consigo salir de la habitación me encamino hacia la cocina en busca de agua, debo decir que mi boca está seca, pastosa, con gusto amargo, Torao me advirtió que esto me podria pasar debido a la medicación que él mismo me mandó, es un medico y cirujano estupendo... de los mejores...

Consigo llegar por fin a la cocina, abro uno de los armarios en busca de un vaso, cuando lo alcanzo me lo lleno de agua y me apollo sobre la encimera de espaldas, comienzo a beber, y noto como mi boca mejora.

-Así que has decidido marcharte ¿no?- me asusto al escuchar una voz que me habla, no he encendido la luz asi que no pude verlo.

-¿Zoro?- pregunté.

-Así es...- me contestó desde el taburete que habia en la barra, tenia un vaso entre las manos.

-¿Que haces aqui?-

-Es mi casa, puedo estar donde quiera y hacer lo que quiera- con la poca luz de la luna que entraba por la ventana, pude darme cuenta que cogia una botella y se llenaba el vaso.

-¿Estas bebiendo?- le pregunté nuevamente.

-Si, yo siempre lo hago.- comenzó a mirarme mientras bebia de su vaso.

-¿No te parece que no son horas de beber?- le dije mientras sonreia.

-Bueno... cada uno tiene sus habitos ¿no?- se levantó del taburete con el vaso en una mano y la botella en la otra. -Por ejemplo- me señalo con el vaso. -Tu hábito es robar y follar...- lo decia como si fuera algo normal, yo me estaba empezando a cabrear, quise abrir la boca pero me la tapó con el vaso, olia a alcohol de curar. -Dejame seguir... no me interrumpas ¿vale?- me quito el vaso de la boca y se retiro un paso hacia atrás.

-Zoro porfavor dejalo... vas a despertar a todo el mundo.- le dije hablando en voz baja.

-Ese es el problema mujer.... te preocupas de ellos- señalando la puerta de la cocina. -pero yo te importo una mierda... a eso me refiero, primero follas conmigo y luego me robas, desapareces y vuelves a aparecer hecha una mierda, te doy cobijo y te curo... y entonces me mientas finjiendo ser quien no eres otra vez... y cuando por fin tengo mi deuda saldada después de follarte "YO" y después de echarte... entonces de busco como un gilipollas y mato a una persona para que "TU" te vuelvas a marchar en cuanto no me necesites más...- escuche atenta todo lo que me dijo, tenia razón, me acerqué un poco a él, pero nuevamente este se alejó otro paso hacia atrás.

-No Robin... no... yo siempre e jugado con las tias... nunca al contrario, y apareces tu y POOM me destrozas mi ecosistema- se apollo en la barra intentando no caerse.

-Zoro yo no quise hacerte daño nunca, te pedi perdón, y ahora te doy las gracias por haberme ayudado.- le dije con un tono de voz suave y acercandome de nuevo a él.

-¿Que? ¿ayudandote? Mato a un tio por ti y tu solo sabes decir que te e ayudado...- comenzo a dar palmas. -Muy bien, te llevas el oscar-

-Zoro, dejalo ya... estas borracho... dame eso- dije mientras intentaba quitar de sus manos el vaso y la botella.

-No vas a quitarme lo unico que me queda.- dijo aferrandose a los objetos que llevaba en sus manos.

-¿De que hablas?-

-Ya te lo dije antes Robin, te marchas y yo... yo... yo nada... olvidalo- bajo la cabeza y pude ver como algo brillaba en su rostro, una lagrima se deslizaba por él.

-Espadachin- me acerque y con mis pulgares limpié sus lágrimas. -no llores, ¿porqué lloras?- le pregunté apenada por su estado.

-Tu... ¿tu me quieres?- volvió a mirarme con sus ojos brillosos por ese salado liquido, esa pregunta me pillo de sopetón, no me la esperaba.

-Claro que te quiero.- le sonreí.

-No, me refiero a si tu me amas...- me dijo de nuevo -Quedate conmigo, vuelve junto a mi a Tokio... podemos pasar unos dias en grande... no te faltaria de nada...-

-Zoro... yo...- mi mente se nublo.

-Olvidalo, a sido una tontería.- y se separó de mi para comenzar a caminar hacia la puerta.

-Espadachin- le llame y este giro sobre si mismo para mirarme. -Te amo, y me quedaré contigo siempre que me lo pidas, que me necesites...- yo también comencé a llorar. -siento muchísimo por todo lo que te he hecho pasar... si no fuera sido por mi tú... tu...-

-Yo nunca habria averiguado lo que es el verdadero amor...- se acercó a mi y con una mano me levantó la cara... me dió un pequeño beso en los labios.

-Zoro...- intente hablar.

-Ssshhh- se puso el dedo indice sobre los labios mandandome a callar. -no digas nada... no digas nada más.

Volvió a besarme pero esta vez con más amor, con más necesidad, con más ahínco, me encantaba el sabor a sake de su boca, el olor a metal y menta de su piel, me encantaba acariciar su despeinado y suave cabello, me encantaba todo de él, es la primera vez que me ocurre, nunca pensé estar completamente enamorada de un niñato de 21 años....

LA LADRONADonde viven las historias. Descúbrelo ahora