Engaño

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Mi piel se empezo a enfriar muchisimo y el sueño se hizo preso de mi, nose cuando, pero cerre mis ojos.

ZORO

Observe como mi preciosa mujer salia corriendo con lagrimas en los ojos, intente seguirla, pero Tashigi me lo impedia de mil maneras distintas, la llame, grite su nombre una y mil veces, pero Robin seguia corriendo y sin mirar atrás, cuando la perdí de vista lo unico que se me ocurrió hacer fue gritarle a Tashigi que saliera de mi casa antes de que la matara yo mismo con mis propias manos, ya lo habia echo antes, con ojos de Halcón, y no me importaria volver a hacerlo, solo por ella, solo por Robin, el corazón se me rompió en mil pedazos cuando la vi llorar de esa manera.
Tashigi, después de tanta insistencia y sin mas dilación tomo la correcta decisión de marcharse, no sin antes decirle que lo nuestro se acabó para siempre y que no se molestase siquiera en mandarme un simple y absurdo mensaje de los suyos.
Se marchó, y yo descanse por dentro; recordé el collar que Robin llevaba alrededor de su precioso y largo cuello y sin pensármelo corri hacia la chimenea, y ahí estaba, practicamente negro, con unas tenazas me decidi a cogerlo y lo posé sobre la mesita situada delante del sofá. Estaba casi quemado por completo, lo mire por uno tiempo hasta que este estuvo casi frío y ahi fue cuando lo cogi con mis manos. El colgante lo situé sobre la palma de mi mano izquierda y con mi dedo pulgar de la mano derecha le frote, el color negro tizon salto un poco y dio luz a la preciosa piedra Violeta que llevaba enmedio incrustado, pero de repende hizo "clic", aparte mi dedo del colgante y lo miré con detenimiento era un colgante con relicario, se abría y en su interior pude ver una foto de Robin de niña con una mujer de cabello blanco, supongo que es su difunta madre, y tambien supongo que es lo unico que quedaba de ella, la foto estaba un poco estropeada, pero sus caras se veian perfectamente, la madre de Robin era casi tan perfecta como ella.

ROBIN

Abri mis ojos lentamente, sentía calor.

-Preciosa flor de cerezo ¿estas bien?- el olor que este desprendia era el olor del tabaco.

-Sanji, ¿donde estoy?- pregunte posando una mano sobre mi cabeza, me dolia bastante.

-Ya estas en el coche, te encontremos super congelada- continuaba Franky.

-¿Que ha pasado?- me preguntaba Sanji desde mi lado derecho.

-No... nolose... me caí en la nieve y... no... no recuerdo más.- dije quitandole importancia a lo ocurrido con la exnovia de Zoro.

-Te llevaremos a casa, más tarde nos contarás lo ocurrido- decia Sanji tapandome bien con una manta de terciopelo de color azul.

-Esta bien, gracias, volvamos a casa- sonrei levemente.
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Después de esa noche, no volvi a ver a Zoro, ni a saber de él, no queria causarle mas problemas.
A Franky y a Sanji les conté con detalle todo lo que paso aquella noche. Franky como siempre muy comprensivo, y Sanji... bueno, Sanji me dijo que con personas como el maldito cabeza de lechuga era normal que pasara esto.

Los dias pasaban lentos, muy lentos. Y todo para mí volvió a la normalidad.

-Robin, Rooooobiiiiinnn- me llamaban  Nami y Viola.

-¿Si?- decia saliendo de mi trance.

-¿Nos estas escuchando?- preguntaba Nami.

-Llevas unas semanas muy rara.- decia Viola.

-Lo siento, son los nervios- sonreí para distraerlas de mis verdaderos pensamientos.

-¿Y bien? ¿Que os pondreis esta noche?- nos preguntaba Nami mientras bebia de su zumo de mandarinas.

LA LADRONADonde viven las historias. Descúbrelo ahora