C A P Í T U L O | 22

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Capítulo 22: no debí.

Ewan Walker

07 dic. de 2015

¿Dormir?.

Malditamente no pude cerrar mis ojos durante toda la noche. Estoy muy preocupado por Lorraine. Fuí un hombre cobarde que no cumplió con su palabras de ayudar a las personas que necesiten ayudar, algo me dice que no debí dejar que ella salga del conducto de aire, mucho menos en la manera que ella se entregó a Masson. Y como el la sostuvo, le puede estar pasando cualquier cosa ahora y yo pensando en lo que hubiera hecho para que no se la lleven.

Es tarde para lamentos. Admito que tengo miedo por lo que pueda pasarle más aún al escuchar su advertencia o, ¿amenaza?, de parte de él. Y al volver a casa frustrado, confundido y con una parte del disfraz de ayer. Me sentí realmente mal. Nunca me sentí triste cuando Zoe se iba de viaje.

Demonios.

¿Qué es lo que me esta pasando?

Ahora estoy en camino a la habitación de Mérida ya que desde esa vez que el hombre la tuvo retenida durante veinticuatro horas. Tuve que reforzar la seguridad, le puse una rejilla afuera de la ventana, contrate dos guardaespaldas solo para mi pequeña mujercita.

Cada mañana voy a revisarla. Parezco un sonámbulo caminando entre el pasillo hacia su habitación. Es que realmente ayer no pude dormir bien pensando si: ¿estará bien?, ¿quién es Masson realmente? y ¿por qué buscaba a Lorraine?.

No dejo preguntarme varias cosas como también no dejo de preocuparme por ella. Porque cuando Lorraine se fue -entregó-, lo sentí como una despedida.

Frotando uno de mis ojos en un intento de apartar el sueño, abro la puerta de la habitación. Oficialmente Mérida ya tiene mi apellido, nunca me sentí tan feliz el día que firme los papeles de adopción de ella.

-Es hora de despertar -digo en forma cantarina. Quiero subir su ánimo, ya que al volver sin Lorraine. Me puso una mueca malditamente triste.

Me sentí triste por ella. Sé que ellas se volvieron muy unidas.

-Es temprano -con el pasar de los días está empezando a hablar con más claridad -ya que le hablamos con claridad-, es muy inteligente. Me acerco hasta su cama y me siento en forma de indio atrás de su espalda.

-Lo sé, pero prometiste ir a casa de la abuela Susan. -le masajeo suavemente su espalda que está cubierta por una frazada caliente.

-¿Puedo ir el otro fin de semana? -pregunta con su típica voz infantil de niñas de su edad.

-Está bien -le digo con un suspiro. La saco de entre la frazada volcándola en mi dirección. Le doy un pequeño beso en su frente. -Te quiero pequeña.

-Te quiero, papi Ewan -sus palabras me hacen estrecharla fuertemente entre mis brazos en un abrazo protector. Lanzando un suspiro de cansancio, no por Mérida. Sino por el estrés de no poder dormir y estar preocupado por el paradero de Lorraine. Ya que ella no tiene celular en donde comunicarse y pensar en ese hecho me hace frustrarme más.

-Llamaré a Luce para que te ayude a bañarte ¿si? -me levanto de su cama y me encamino a la puerta. Antes miro como ella me levanta su pulgar en un gesto de afirmación, pero su pregunta que hace, me detiene antes de salir de la habitación.

-¿Dónde está Lorraine? -mi corazón se encoje por ella ya que no se cuando volverá.

-Aún no lo se, pequeña -le sonrío a medias -sin embargo crucemos los dedos -le hago el gesto. -para que regrese pronto -le guiño un ojo.

-Eso haré -dice y finalmente salgo de la habitación con una mueca de frustración, al salir me encuentro con un Kwan casi del mismo estado que yo en el pasillo. Los dos bajamos en silencio las gradas en dirección al comedor. Posteriormente me siento en la silla en silencio esperando que bajen Mérida y Luce. Aún no le he dirigido ningúna palabra a Kwan, porque por una extraña razón siento que me traicionó o nos traicionó llevando a Masson a la playa. O no lo se.

Estoy con un resentimiento extraño, hoy amanecí completamente extraño, como si me faltara algo. Sin embargo eso es tan jodido, primero no debería sentirme así. Y por último estoy divagando en mis pensamientos que no me doy cuenta que ya está aquí Mérida y Luce ya terminó de servir el desayuno.

- Ewan -mi hermano es el primero en romper el silencio entre nosotros. -¿Después podríamos hablar en tu despacho? -tomando un sorbo de mi café cargado, suspiro y le digo:

-Lo único que te digo es que tienes que ser sincero. -sin poder esperar un segundo más para que se explique me levanto para encaminarme hacia mi despacho. -Con permiso -le doy un beso en la frente a Mérida y agarro mi taza con el café. Luego me dirijo hacia el lugar donde está mi despacho y el lugar donde suelo resolver mis problemas. Aúnque no siempre logro resorverlos, pero hago el intento. No soy de rendirme fácilmente -a no ser en casos necesarios-. Entro finalmente y me siento en la silla que está detrás de mi escritorio esperando que Kwan entre.

-Quiero avisarte de ante mano que yo invite a Masson -frunzo el ceño y cuando iba a replicar no me deja. -pero no era con mala intención. -camina de un lugar a otro, sosteniendo su cabello corto entre sus dedos en un gesto de peinarlo. -debes saber que no sabía que eran socios o se conocían, yo lo conozco a él desde hace años. -explica. -¿te acuerdas la vez que viaje por dos años a París? -cómo olvidar si en esos años pasaron demasiadas cosas como por ejemplo, Kwan se había enamorado malditamente de un chica que cuando ella le dijo que iba a viajar a París, él no hizo otra cosa que ofrecerse a acompañarla. -pues resulta que cuando estaba con Victoria cenando en un restaurante, él se encontraba ahí. Ni recuerdo como nos hicimos amigos pero una cosa llegó a la otra. -hace una pausa sentándose en uno de los asientos delante del escritorio. -una época nos distanciamos porque me enteré que había asesinado a un hombre. -todo el tiempo que Kwan hablaba no dejaba de mirarlo para analizarlo y analizar lo que decía. Con lo único que pienso es que Masson no tiene pinta de matar a un hombre, sino a más de uno.-recién se volvió a comunicar conmigo diciéndome que ya había pagado la condena. Le creí -agacha la mirada.

Hubo un tiempo en la adolescencia de Kwan que sufrió mucho, nadie quería juntarse con él, o con ninguno de los dos. Pero a mi no me importaba en absoluto. A él sin embargo le importaba. Nosotros no eramos como somos ahora, eramos 'gorditos'. Los amigos que tenía Kwan siempre terminaban haciéndole daño y él esperaba que se disculparan y ofreciendo de nuevo su amistad. Pero al pasar el tiempo eso nunca sucedió, hasta que llegó la época de universidad y nos incentive a bajar de peso.

Así que cuando dijo: 'le creí'. No podría culparlo por confiar en un ¿amigo?.

-Esta bien Kwan, te entiendo no te preocupes. -tomo un otro sorbo de mi café el cual ahora se encuentra frío.

-¿No quieres que le llame a Masson y pregunte por Lorraine? -pregunta cuidadosamente.

-Estaría bien, por Mérida -entre cierra los ojos.

-Sí por Mérida -hace un gesto con la mano. Observo en silencio como saca de su bolsillo su celular con brazos cruzados. Se lleva él aparato electrónico a la oreja y espera a que sea atendida la llamada. Frunce el ceño.

-Está sin servicio -mi respiración se detiene por un momento, miro expectante como vuelve a llamar. -sigue diciendo lo mismo la operadora. -para el momento que termina de hablar ya me encuentro demasiado preocupado.

PARAMNESIA +18  |  ©®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora