C A P Í T U L O | 23

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Capítulo 23: límite.

Lorraine Grifin

13 dic. de 2015

Me siento enferma sin ganas de nada, siento repulsión de todo. Ya no soportaré más tiempo en este lugar, llegué a mi límite. No he estado tan desastrosa como lo estoy en este momento, mi cuerpo adolorido no es suficiente para el dolor que siente mi corazón. Siento tanta pena por mi. Ha pasado una semana desde aquel día que Masson me llevó. No puedo decir que me lleno de lujos o cualquier tontería. Mi realidad es otra. Tras que llegamos a París, Francia.

Dicen que es el lugar del amor y malditamente esa teoría ya la descarte hace mucho tiempo. Este lugar no es donde nací, a mis dieciséis años, me empezaron a trasladar de un país a otro. Eso es lo único que recuerdo, quiero liberar la catarsis de mis emociones, quiero borrar cualquier dolor. Tengo leves recuerdos de mi infancia, siento que mi memoria esta sufriendo un colapso.

Siento que en cualquier momento explotaré y no habrá marcha atrás.

-¡Lorraine! -escucho a lo lejos el grito de Masson sacándome de mis pensamientos. -¡¿donde esta mi desayuno?! -escucho sus fuertes pisadas acercándose. Caí a fondo, me rehúse ser su sirvienta -esclava- y me fue mal como también me amenazó con lastimar a Mérida enseguida tuve que dar mi brazo a torcer.

Me levanto rápidamente de la cama que me asigno él, me desvestí de la que se puede llamar pijama y me vestí con el traje de sirvienta que estaba colgado en el perchero.

No solamente le preparo la comida sino que tengo que hacer otras cosas. No soy una simple sirvienta. Soy su puta. Juro que si tuviera el dinero necesario me escaparía, si tuviera las ganas de luchar por seguir adelante. Lo haría. Sacandome de mis turbios pensamiendos, escucho como se abre abruptamente la puerta y yo cierro por un momento mis ojos. Inhale y exhale. Cuando los abro me encuentro con su mirada gris a escasos centímetros de mi rostro.

-Todo haces mal -dice con su voz amenazante. -sabes que tienes que cumplir mis mandados ¿no? -asiento, maldiciendole en mi mente. -¿Y? ¿¡Qué demonios estas haciendo ahí parada!?. Quiero mi desayuno en quince minutos. -se aleja de mi, caminando para atrás pero sin quitarme su penetrante mirada de encima. -Lorraine.-se vuelve acercar, tengo que evitar rodar mis ojos. -me encantan tus ojos -evito poner los ojos en blanco. -Cariño sé que me odias, pero me volverás a querer -besa mi mejilla, y se queda ahí.-como en los viejos tiempos.

Imágenes de aquellos tiempos vienen a mi memoria y tengo que evitar con todas mi fuerzas de no golpear a Masson al recordar cómo sufrí tanto por culpa suya. Es la peor escoría que se cruzo en mi camino.

-Entonces espera sentado. Porque no volvería a quererte. Jamás -es lo único que le digo para luego escabullirme de él y salir de la habitación para prepararle su desayuno, quisiera tanto echarle veneno a las tostadas que le preparo.

-Serán por la malas entonces -dice pasando por mi lado para luego sentarse en la mesa comedor que hay en su cocina. Estamos en otra casa, por suerte porque no iba a soportar estar en aquella casa donde fui usada como un trapo -mas usada que hoy-. Le preparo rápidamente su desayuno y cuando está listo se lo sirvo. Cuando me estoy apartando de él me detiene.

-Ven. -agarra con fuerza mi brazo. Volteo a mirarlo con mi ceño fruncido ya que él quiere que me siente en su regazo.

Solo pido paciencia y piedad de mí.

-No.-jalo mi brazo, pero él lo sostiene más fuerte e incluso me aprieta hacia su cuerpo.

-Cariño, desayunaremos juntos. -dice en mi oído cuando ya estoy en su regazo. No digo nada y solo hago un rechinido con mi dientes. Me viene tanto el deseo de matarlo. Sin embargo antes que sufra, tanto como he sufrido yo.

-Estas tensa. -sube su mano de arriba hacia abajo por mi pierna mientras come un bocado de su tostada.

-Deja de tocarme. -sostengo su mano con firmeza e incluso clavo mis uñas en su piel. Él lo único que hace es reír a carcajadas para luego acercarme más hacia su cuerpo y besarme debajo de mi oreja.

-Aúnque me supliques no lo haré. -hace una pausa. -sin embargo no te niego que me encantaría verte suplicarme.

Es un maldito. Al escuchar sus palabras no puedo evitar recordar el momento, cuando estaba con Josh.

-Anda come -dice acercando un pedazo de la tostada a mi boca, no me queda de otra que abrirla. Justo en el momento que tengo su dedo dentro de mi boca por un milisegundo, me da el impulso de morderle. Lo hago.

Masson suelta una maldición y sostiene mi barbilla para que lo mire.

-No intentes provocarme de nuevo. -me observa fulminante. -sabes que sucede.

-No aguanto esta situación -observo sus ojos grisáceos mientras una lágrima sale de mis ojos. -¡¿por qué demonios no me dejas en paz?! ¡no merezco lo que me esta pasando! -explote.

Miro que esta 'estupefacto' con lo que le dije, me salgo de encima suyo. Y camino de un extremo a otro de la estrecha sala comedor.

-Simplemente no puedo dejarte ir. -agacha la mirada colocando sus manos a su cabello y se hala sus mechones negros. -de alguna u otra manera te has entrado en mi. -señala el lado de su corazón. Que descarado es, como hace gesto. Verlo me hace derramar más lágrimas ya que sé que será imposible que me deje tranquila.

-¿Indirectamente dices amarme? -le pregunto en tono irritante. -estas muy mal-le apuntó con la mano el lugar que señaló. -aquello no es amor, debes saber.

Limpie mis lágrimas con mi mano y acomodo mi cabello el cual esta agarrado en una coleta. Al ver que ingresan sus 'amigos' de Masson.

-Si me muero, tú vas a morir conmigo. -se levantó y se acerca a mi. -no te salvarás de la muerte. -me río a carcajadas.

-No le temo a la muerte, porque soy ella -le digo entre risas maliciosas. Sin darle otra mirada me encamino a la pequeña habitación que esta en el sótano.

Una vez adentro me recargo en la puerta la cual ya esta cerrada y me deslizo lentamente hacia el suelo. Flexione mis rodillas hacia mi pecho y envuelvo mis brazos rodeando mis piernas. Extraño Los Ángeles, extraño a Mérida y malditamente extraño a Ewan. Su olor se había prendido en mis sentidos pero al pasar los días ya no lo olí. Sin embargo aún recuerdo que esencia tenía, tiene.

¿Y si dejó de existir?. Así no sufriría más, de pensar en lo primero que hizo Masson al volver aquí, me da escalofríos. Mi cuerpo se pone rígido y mis pensamientos me engañan al recordar la escena.

Deseo demasiado y anhelo tanto tener una vida común y corriente. Sin sufrir, sin tener sentimientos depresivos. Que al menos mis padres me quieran, no pido más incluso no me importaría vivir en la pobreza junto a una persona que me ame. Duele la sensación en el pecho.

Pienso en lo hermoso que sería tener una soga, colgarla en el techo, hacer un nudo. Y cerrar los ojos para una eternidad. Simplemente perfecto.

PARAMNESIA +18  |  ©®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora