14: 7 Minutos en el Infierno

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No soy mucho de ir a fiestas. ¿Les sorprende? Yo también me sorprendería. A mi no me gusta los inicios de la fiestas, esos pequeños minutos qué pasó sobria y tengo que socializar para conseguir que alguien me sirva un trago.

Tengo puesto unos jeans, unas botas, una blusa sencilla azul y la chaqueta de cuero de Hanna que olvido tontamente en el Jeep en una cita con Justin. Predecible.

—¡Gaby! —me grita Sam parándose del asiento. Al verlo, asiento con la cabeza y camino hacia él.

Al llegar me siento en el sofá y observo a Jace anotar mi nombre en un pequeño papel. En el grupo se encontraban una chica, Sean, Jonathan, Jace, un chico que no conozco, Sam y Mika, quien parecía completamente ignorarme.

Había pedido cambio de habitación, pero no se lo habían dado. Mala suerte la mía.

—¿Que se supone que están haciendo? —pregunto a Sam mientras recibo un vaso de vodka de parte del chico que no conozco.

—7 minutos en el cielo. ¿Lo has escuchado? —interroga Jace poniendo todos los papeles en un bol.

Claro que lo he escuchado: se basa en que dos personas pasan siete minutos dentro de una armario y pueden hacer lo que se les antoje. Si, es interesante.

—Ok, Gabs...

—No me llames, Gabs —le reclamo a Jace tragando un sorbo del vodka.

—De acuerdo —asiente—. Saca un papel.

Comienzo a revolver mi mano en el bol y saco un papel, desdoblándolo y alisándolo con mis dedos.

—Sam —leo y luego alzo la vista al chico a mi lado. Este se para con una sonrisa y me mira, esperando que saque otro papel. Al notarlo, doy un rápido sorbo a la bebida, saco otro papel y hago lo mismo que antes—. Tyler...

El chico que se encontraba junto a Sam se para alzando las cejas. Incómodos, entran por la puerta de madera y la cierran. Jonathan pone la alarma y todos esperamos.

¿Saben esos momento de absoluto silencio? Pero no de esos silencios cómodos agradables: esos silencios realmente incómodos que sientes los minutos como horas. Esos.

La alarma suena. Inmediatamente, exhalo un puñado de aire aliviada, pero aún Sam no sale.

—¡Tortolitos! —grita Jace. En ese momento, Sam abre la puerta. Está totalmente sonrojado: que boneeeto. Que tierno me encantó—. Parece que lo pasaron bien.

—Cállate Jace —le exclama Tyler sentándose en el sofá incómodo. Esto se puso interesante.

Al ver que todos me miran, ruedo los ojos y saco otro papel.

—Jonathan...

Mis ojos conectan con los ojos azules del rubio. Ambos nos miramos por un segundo y el se para, confuso de lo que va a pasar.

Levanto mi mano para agarrar otro papel, aunque lo siento todo en cámara lenta. Se me hace casi imposible hacerlo. Inhalando aire, saco un papel de los cinco que quedaban y lo leí en voz alta.

—Mika...

Ahí sentí como me apuñalaban el corazón. Todo lo que vi fue en cámara lenta: Jonathan abriéndole la puerta a Mika, la chica de mechas teñidas entrando impaciente y el rubio entrando luego de ella, dedicándome una mirada antes de encerrarse.

Cuando el reloj comenzó, sentía como los segundos iban al compás de mi pulso acelerado. Sonaba el reloj, sonaba mi corazón. Así constantemente.

Solo podía imaginar la lengua de Jonathan hasta la garganta de Mika y el sentimiento en las entrañas volvió.

Se sintió una eternidad, pero todo se acabó cuando Jonathan y Mika salieron del armario en el momento que la alarma sonó.

Al verlos sentarse, sacó un papel rápido, esperando que este juego se termine lo más antes posible.

—Yo —pronunció al ver mi nombre escrito con la caligrafía de Jace.

Meto mi mano nuevamente en el bol y alcanzo a ver de reojo el nombre de la chica, por lo que agarro otro papel.

—Jace —leo alzando las cejas y le dedicó una mirada de compasión la chico. Ambos nos paramos incómodos, dejando a Sam a cargo del reloj.

El armario estaba oscuro, siendo alumbrado únicamente por una ampolleta amarillenta que era muy tenue. Jace cerró con cerrojo y se apoyó en la pared.

—Se nota que no estás de ánimo —me dice sonriendo. Suspiro aliviada dedicándole una sonrisa amigable—, pero te quieres vengar.

—Si, y mucho —admito riendo y cruzándome de brazos—. Tenemos que hacerle creer a Jonathan que hicimos algo, ¿ok? No voy a permitir que juegue conmigo como una de sus muñecas o algo.

Jace parece pensarlo por un segundo. Dedicándome una sonrisa, se baja un poco el cuello de la camiseta dejando ver su tatuaje de dragón. Me costó entenderlo al principio ya que no tenía ni idea que tenía que ver su tatuaje con todo esto, pero luego lo entendí: un chupón.

—Es lo más obvio.

Asiento cómplice. Acercándome lentamente y parándome de puntillas por lo alto que es, plantó mis labios en su cuello.

Fue raro. Lo que pensé al dejarle un chupón en el cuello a Jace fue en galletas: Jace huele a galletas de chocolate. Su olor instantáneamente se me hizo familiar. Sin duda eran galletas de chocolate.

Me separé de él poniéndome de vuelta en toda la planta de mi pie y dedicándole una sonrisa: le había dejado un chupón en el cuello a un chico que conocí hace como un día.

—Ejem... —toso— gracias, creo.

—Cuando gustes lo repetimos —dice seductor guiñándome el ojo.

Ruedo los ojos y salgo del cuarto en el momento que escucho la alarma sonar. No estoy para estas tonteras.

Siento la mirada de Jonathan en mi. Y sé lo que piensa. Ambos nos miramos esperando que el otro diga algo, pero se muy bien que ninguno dirá nada.

Jace y yo nos sentamos juntos y Sam es el único que nota el tremendo chupón que le dejé al chico de gruesos lentes sobre la cabeza del dragón. Sam alza ambos pulgares en mi dirección y yo incómoda lo devuelvo.

Ni presto atención a Sean cuando entro con la otra chica, simplemente me quedo mirando mi vaso de vodka, terminando de tragar lo que queda por completo.

Lo que me espera.

Mala Reputación [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora