26: Comedia Romantica

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¿Quien diría que la persona que no amas, es la que más te cuesta herir?

Y desperté.

Jace no estaba en la puerta parado con una maleta, mirándome gentilmente. No estaba.

Lo único que estaba era Hanna babeándose en la almohada, mientras que Justin estaba tirado en el sofá, deprimido, y solo.

—¿Y a ti que? —le pregunto buscando un vaso de agua entre todo el desorden, pero lo único que veo es las mezclas de helado por todos lados.

—Es la ultima temporada de The Big Ban Theory —dice en susurros mientras mira el techo—. Ya no se que haré con mi vida de ahora en adelante.

—Puedes conseguirte una vida. —El dolor de cabeza me estaba matando, tanto que me costaba diferenciar las letras del celular—. Dios... ¿tienes una aspirina?

—En el último cajón.

Suspirando, me acerco de mala gana al último cajón, abriéndolo y encontrándome con una gran botella de tequila por la mitad junto a una caja de aspirinas.

—Tienes una botella de tequila aquí —informo sacándola y observándola.

—A los Hastings nos gusta el tequila. —Eso explica mucho acerca de Jessie.

Volviendo a poner la botella en su lugar, saco la caja de aspirinas, abriéndola y poniendo una en mi mano, tragándomela sin agua y parándome en busca de ropa que ponerme.

Por un momento, pensé en como hubiera sido si Jace estuviera aquí y no hubiera sido un mal sueño.

—Me voy a robar tu poleron, Orangután —le digo agarrando su poleron y poniéndomelo. Este solo asiente con un sonido no muy bonito proveniente de su boca.

Luego de ponerme los pantalones, me amarro el rebelde pelo en una cola y salgo con la billetera de Hanna hacia el centro comercial de Cambridge, en otras palabras, el lugar para gastar la plata de mi mejor amiga sin resentimientos.

Al llegar, veo a todas las familias arregladas, hablando y riendo, comiendo helado. Ew, y yo que quería iniciar bien mi domingo.

Entro inmediatamente a la tienda de ropa y observo los pantalones. ¿Como puedes entrar en estas cosas? Los jeans que agarro son increíblemente chicos. Ni siquiera mi pulgar luego de treinta series de cincuenta abdominales puede entrar aquí.

Pobre mi pulgar.

—¿Le puedo ayudar en algo? —me pregunta una señorita bien arreglada vestida con una camiseta de la tienda.

—¿Tiene pantalones de maternidad? —le pregunto dejando los jeans en cualquier parte.

—Si, por supuesto. ¿Cuantos meses tiene?

—No estoy embarazada, es para guardar mejor la comida. ¿Los tiene en negros?

Luego de comprar dos pantalones de maternidad, salgo de la tienda, agarrando un carrito de supermercado y poniendo las bolsas en el. No estoy para tanto esfuerzo físico.

—¿Gaby? —escucho mi nombre. Inmediatamente, dejo la botella de tequila y observo a mi hermanastra mayor Margaret. Oh mierda—. ¿Que haces tú aquí? —Tiene un acento inglés irritante. ¡Eres de Estados Unidos, Maraca!

—¿Que rayos haces tú aquí? —le pregunto agarrando dos botellas y dejándolas en el carrito—. ¿Tú no vives en Texas?

—Estudio desde hace un año aquí, tontita —me dice—. ¿Tú no deberías estar en Texas o en Los Ángeles? —Ella aparentemente si sabe acerca de mi vida.

—No es de tu incumbencia... Margo Amargo. —Tengo mucha resaca para inventar apodos en estos momentos—. Creí que irías para navidad para allá.

—Estoy comprando cosas para llevar de regalo. —Agh, ese acento. La detesto—. Aunque tu regalo parece no ser necesario. —Ruedo los ojos—. Agh... Gabs, ¿te bañaste esta mañana? Ese poleron huele a... hombre.

—Si... tengo más vida sexual que tú. —Continuo agarrando botellas y aún caminando hacia la caja.

Margaret me sigue mientras busca en su pequeña cartera dorada algo que desconozco. Dios, es igual a su madre: insoportable.

—Ay Gabriella, no sabes por lo que he pasado. Casi ni me dan ganas de vivir.

Me freno y me volteo a verla.

—¿También te gusta el crush intimo de tu ex compañera de cuarto que solía ser tu amiga pero era insoportable y este la dejo para confesarte su amor eterno y tú lo elegiste a él pero terminaste haciéndote novia de su peor enemigo?

Ambas nos quedamos calladas por unos segundos hasta que Margaret abre la boca.

—No. Me besé con un tipo y tenía aliento a Cheetos; pero suena horrible.

Me quedo unos segundos mirándola a sus ojos verdes, esperando a que me diga que era una broma. Pero no fue así: es Margaret. Lo peor es que es la mejor de dos males.

—No es lo mismo. Malo, pero no lo mismo.

Comienzo a pagar las botellas de alcohol, poniéndolas todas en la bolsa reutilizables de Hanna para luego colocarla en el carrito.

Al salir, Margaret me sigue. Dios, esta chica es insoportable. Creo que he dicho muchas veces insoportable desde la universidad.

Estupidos universitarios.

—¡Deberíamos juntarnos para las fiestas! —¿Quien en su sanamente le dice "fiestas"?—. Traeré los chis pops esos que tanto te gustan.

¿Chis pops?

—Universidad de Cambridge, habitación 268. A las 7 de la tarde em 24. Trae los chis pops.

Y sin decirle ni siquiera chao, me voy de ahí llevándome el carrito hacia la habitación. Creo que me lo robé.

Al entrar, logro observar a la pareja en la misma posición que los deje. Ellos dos no se van a mover de ahí.

La computadora comienza a sonar diciendo que alguien está llamando a Hanna por videollamada. Sin pensarlo, contesto la videollamada, llevándome inmediatamente a la cara de Luke mirándome fijamente:

—Gaby...

Mala Reputación [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora