21: All The Heart

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—Y luego... Todo comenzó a desmoronarse -Cate murmuró–. Supongo que mamá tuvo razón, supongo que ella siempre supo que lo que Edith y yo teníamos nunca iba a funcionar.

—Oh, Cath... Mamá nunca tuvo...

—Por mas que yo tratara de hacer funcionar, por mas que lo intentará, el que la quisiera con todo el corazón no era suficiente. A veces todo el corazón no es suficiente.

Agosto había llegado, los meses meses que siguieron a su cumpleaños, habían transcurrido como una eternidad para Cate, principalmente por la ausencia de su compañera desde hace tres meses.

—¿Señorita?

Cate sonrió quitándose los guantes de piel color negro y el casco en cuanto entró a la gran casa.

—¿si?

—Ha llegado un paquete para usted. -el ama de llaves señaló su despacho.

—Muchas gracias Laura, ¿las chicas aún no llegan?

—No, la señorita Atlana ha llamado para avisar que llegaran mas tarde de la playa.

Cate asintió para seguidamente agradecerle y desaparecer detrás del muro que daba a los estudios de la casa.

—Vaya...

Los ojos azules se abrieron con gran sorpresa al ver el gran arreglo de flores en su escritorio junto a una pequeña caja de madera. Se acercó y tomó la nota sobre la caja sonriendo ampliamente al saber de quien provenía aquel presente.

“Querida:

Flores tan hermosas como tu.
Te amo.

Pd: Feliz cumpleaños atrasado... Espero que sea lo suficientemente grande para nosotras y nuestras cuatro chicas”.

Cate esbozo una gran sonrisa y abrió rápidamente la pequeña caja, encontrándose así con un juego de llaves.

—Ella me regalo una villa ¿recuerdas? -la mujer de cabellos rubios rio con ironía– Quiza solo estaba tratando se compensar todo lo que ella me había hecho hasta ese momento... Pero eso-eso no es lo que mas me duele si lo pienso bien.

Atlana suspiro al saber de que hablaba.

—Cuatro -una mano se colocó en su vientre rápidamente–, ojalá hubiéramos sido cuatro en algún momento.

—¿Catherine?

—Hola mamá -la menor respondió mordiendo la fresa que tenía entre sus dedos–, ¿qué tal todo?

—Oh querida... Eso debería de preguntarlo yo. ¿Cómo estas tu? ¿Agotada? ¿Con hambre?

—Mamá... Mamá -Cath la detuvo– alto, solo tengo dos meses.

—Oh dios... La reconciliación siempre es buena ¿no es cierto?

—¡Mamá! - su hija exclamó riendo–... Tampoco es como si ambas lo hubiéramos creado.

—Oh vamos, Élise, el que hayan necesitado un donador no significa que no lo hayan creado las dos.

—Muy bien mamá Cate, no planeo hablar de mi vida marital contigo... Vamos al punto..

—Oh, que aburrida eres -Cate respondió riendo–. ¿Manon se quedará con nosotras?

—¡Oh si! Mañana viajaré a Alemania, solo sera unos días por trabajo.

—Descuida, sabes que es un placer para nosotras cuidar al torbellino.

—Muchas gracias ma' y solo recuerda que la pequeña G, no sabe nada ¿si?. -la menor susurró sonriendo.

Manon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora