Capítulo 24

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El hecho de que al toser hubiese salido sangre ensuciando la mascarilla que la ayudaba a respirar fue suficiente para que Suni comenzara a llorar.

DoYeon y MinKi entraron corriendo a la habitación sin percatarse de que estaba completamente desordenada, al darse cuenta de la situación que les importaba el mayor fue por otro dispositivo y MinKi intentó tranquilizarla pero nada parecía funcionar, existía una presión en el pecho de la pequeña que la estaba desesperando.

Y estar llorando le dificultaba aún más el poder respirar.

Hasta que abrió sus ojos a tope cuando sintió que su garganta se cerraba, miró al médico a su lado, pidiéndole ayuda a través de ellos mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas.

—¿DoYeon? —Tomó las pequeñas manos de Suni, notando que algo no andaba bien —¡DoYeon!

El pelinegro conectó la nueva mascarilla y cubrió parte del rostro de la pequeña, MinKi estaba asustado por lo que él se colocó frente a la menor después de asegurarse que no hubiese nada al interior de su boca, todo indicaba que había sido por la impresión de ver sangre, por el dolor en su pecho agregándole la respiración agitada al estar llorando —Bien, bebé, necesito que te tranquilices y que respires como lo estoy haciendo yo.

Suni apretó con todas sus fuerzas una mano de MinKi y otra de DoYeon, mirándolos a los dos.

—Inspira conmigo —Indicó DoYeon enseñándole a hacerlo —Ahora deja salir el aire, tus pulmones necesitan que hagas esto.

El dolor fue cediendo y su respiración paulatinamente fue volviéndose más pausada.

Sus pies descalzos colgaban del borde de la cama, cerró los ojos y se dejó caer hacia adelante, chocando su frente contra el pecho de DoYeon, entre los dos alcanzaron a sujetarla antes de que se desplomara en el suelo.

—Estoy cansada —Una lágrima rodó por su mejilla al sentir los brazos del médico rodear su cuerpo y una caricia en su espalda que pudo reconocer al instante, era de MinKi.

—Tomó la quimioterapia en la mañana —Comentó el castaño.

—Entonces lo mejor será que  descanses —DoYeon la tomó en sus brazos y MinKi la arropó cuando estuvo en la cama, Suni mantenía la mirada en su regazo donde tenía las manos.

Estaba triste.

—¿Qué fue lo que te alteró? —Susurró MinKi.

—Vinieron a visitarla —Contestó el enfermero que estaba detrás de ellos.

—¿Qué? —Se giró mirando a Daniel, el cual le hizo una señal hacia la puerta, se volteó hacia Suni y acarició su mejilla —Estaremos aquí afuera, princesita, ya regresamos contigo.

Cerraron la puerta de la habitación, Suni tomó rápidamente su muñeca y la escondió bajo la almohada.

—¿Quién vino a verla? —MinKi se cruzó de brazos.

—La directora del orfanato —Informó Daniel mirando al nuevo matrimonio —No estoy seguro de lo que le dijo pero después fue al mesón y se desligó de ella.

—¿Se desligó? —Preguntó DoYeon sin entender a lo que se refería.

—Dejó todos sus papeles, dijo que ya no pertenecía al orfanato así que si fallecía no se harían cargo de los gastos y si lograba salir que no la enviáramos con ellos porque no la recibirían.

—¿Acaso le dijo todo eso a Suni? —Cuestionó MinKi frunciendo el ceño.

—No lo sabemos.

—Mi amor —Rodeó la cintura del castaño atrayéndolo hacia él cuando quiso alejarse, conociéndolo tan bien como lo hacía quería ir al orfanato pero no era una buena idea, ya lo habían hecho, habían dejado a Suni a la deriva —Tranquilo, tus papás y yo sabíamos que en algún momento esto pasaría y estoy seguro que tú también lo esperabas.

—Pudo haberla matado —Golpeó el pecho de DoYeon y sus ojos se humedecieron, no podía existir gente tan cruel —No me quiero imaginar las barbaridades que le pudo haber dicho esa mujer a Suni.

—Habrá que buscar otro orfanato para ella, sus papeles no pueden quedar en el aire —Dijo Daniel viendo cómo DoYeon abrazaba a MinKi y éste sollozaba en su pecho, el pelinegro asintió con la cabeza y él se retiró.

Gran parte del día Suni estuvo dormida, se despertó para comer y para tomar sus medicamentos, afortunadamente no hubieron más inconvenientes.

MinKi entró a la habitación de la pequeña y ella abrió los ojos.

—Permiso —Cerró la puerta tratando hacer el menor ruido posible —¿Cómo te sientes?

—Mejor.

—¿Sabes? Me han dicho que hoy vinieron a visitarte —Se sentó en la cama junto a Suni —¿Puedes contarme qué ocurrió?

Los ojos de Suni no tardaron en humedecerse, desvió la mirada y apretó las sábanas con sus manos, intentando ser fuerte —Me voy a morir.

—No lo harás.

—Ella me aseguró que moriría en este lugar —Su mirada se conectó con la de MinKi y quiso buscar refugio en él, metió la mano debajo de la almohada dejando que sus lágrimas se salieran de su lugar —Bella solo quiso defenderme.

La muñeca de trapo estaba destrozada, parecía que habían utilizado tijeras o una gran fuerza que estuvieron a punto de arrancarle las piernas, brazos y cabeza.

Y es que había sido una pesadilla para Suni, no solo por Bella, las palabras hirientes de la mujer, llenas de odio y rencor, deseándole lo peor del universo, riéndose en su cara, disfrutando verla aguantándose las lágrimas y como su pecho subía y bajaba con rapidez empeorando su situación.

Acabó con todas sus revistas, rompiendo hoja por hoja frente a ella y llevándose el único sueño que tenía que era tener una familia.

Aunque fuese en su mente.

Quiso ser fuerte y no mostrarse débil frente a alguien que la había golpeado tantas veces pero apenas cruzó la puerta todo empeoró hasta que llegaron sus salvadores.

—Me ocuparé de ella —La tomó dejándola sobre su regazo —No permitiré que regrese a seguir cansándote daño, esa mujer tiene prohibida la entrada a la fundación.

—¿Qué pasará conmigo ahora que ya no estoy en el orfanato?

—Nada —Contestó MinKi animándola con una sonrisa —Continuarás el tratamiento y juntos podremos detener el cáncer.

—Doctor MinKi —Lo llamó mientras jugaba con sus dedos.

—¿Si?

—¿Puede abrazarme?

MinKi estiró los brazos y ella con cuidado se arrodilló en la cama para abrazarlo, el mayor hizo que se apoyara en sus piernas como si fuese un bebé y comenzó a mecerla, a Suni no le molestaba.

Los párpados de la pequeña fueron cayendo y sin darse cuenta se quedó dormida.

Él la miraba con dulzura, aún no lo sabía, pero ella se estaba convirtiendo en parte de su mundo, una parte importante que quería en su vida.

JiCheol ♡ Amorterapia III: Merry Christmas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora