Una salida con amigas. Una noche de hotel con un desconocido. Un inesperado giro laboral. ¿Qué hacer cuando el amor aparece en el momento incorrecto?
*Desarrollada en Argentina.
**Capítulos CORTOS
**Registrada en SafeCreative
— Dale, no seas un viejo choto. Vamos de putas — propusieron Lautaro y Damián, mis dos mejores amigos de la infancia. Ante mi negativa, pensé que su plan mejoraría; ir al casino a patinarnos algo de plata y no a un barsucho en las proximidades del Obelisco era una opción más favorable.
Sin mucho que discutir, acepté y me encomendé a una Stella, la segunda de la noche. Estaba bastante aburrido por cierto y beber alcohol era lo único atractivo.
La música fuerte, el stress de los últimos días (o más bien, años), el nuevo trabajo... todo me llevaba a tener más ganas de estar en una cama mirando alguna serie de televisión que acá, chupando cerveza y mirando culos pasar por adelante nuestro, un programa para nada distinto al que solía tener 15 años atrás, cuando recién salía del secundario y nuestro futuro era atractivamente incierto.
Refregando el puente de mi nariz debido al cansancio, dos chicas (no tan chicas) vestidas para la pesca y con unos tragos a medio terminar, se contornearon alrededor de mis dos amigos braguetas flojas que prontamente pidieron por una ronda más de tragos. Yo, con una sonrisa me aparté de la escena.
Lejos de enredarme en sus encantos de curvas más que apetecibles, giré sobre mi banqueta para apreciar a una tercera amiga, quien revolvía dentro de una cartera que parecía no tener fondo.
Siendo graciosa, a cada cosa que sacaba de allí dentro le entregaba una sonrisa y una negativa con la cabeza.
Si no estaba loca de remate, le pasaba cerca y eso, me atrajo más de lo pensado.
Avanzando entre el tumulto, botella en mano, me le acerqué y esperé a que no pensara que era un depravado sexual.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.