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De gafas oscuras aún sin haber sol, me encontré esperando por el vuelo rumbo al aeroparque Jorge Newbery bien temprano. Sin noticias de Astor desde mi abandono en la playa, todo conducía a mi posible renuncia.

Sin dormir, ojerosa, demacrada, delineé mentalmente un posible telegrama a redactar a fines de quincena. Faltaban solo 5 días para ello y necesitaba prepararme para dar ese gran salto.

Mirando la bolsa con la caja para Clara, la culpa me carcomía viva.

¿Y si no le llevaba nada? Si mi idea era renunciar, nunca más la vería y, después de todo, ¿qué obligación tenía yo para con ella?

Rasqué mi cabeza y mis ojos fueron directamente a una mujer con unos niños que estaban pidiendo monedas en las afueras del aeropuerto.

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— ¿Te arrolló un tren? — Gisela se sorprendió al verme antes de tiempo en la oficina, con mi bolso a cuestas.

— Muy graciosa. No, estoy sana y salva. No pasó nada.

— No soy idiota. ¿No tendrías que estar en Mar del todavía?

— El trabajo terminó más rápido de lo previsto. Ya no tenía sentido que me quedara si lo único que faltaba era delinear un par de cosas que tenían que ver con los honorarios.

— ¿Astor sigue allá?

— Sí— tragué mientras tecleaba frenéticamente mi contraseña y me molestaba porque no podía introducirla con éxito.

— ¡Pará un poco, Magu! ¡No te la agarres con el teclado! ¿qué te pasa? — me susurró, advirtiendo un gran pesar en mitad de mi pecho.

— Que se terminó todo, Gise. Que a fin de mes me voy. Renuncio.

"A destiempo" - (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora