Torpemente, por momentos hasta de modo infantil, comenzamos a recorrer nuestras pieles con sabor a inconsciencia y aventura.
Cuidándonos, como era deber, nos encontramos sin ropa y besándonos a mansalva.
De seguro amanecería con más de un moretón en el cuerpo producto de sus chupones en mis pezones, en la parte interna de mis muslos y el filo de sus dientes en mi mentón.
Era obvio que estaba tan nervioso como yo, aunque con el trascurso de los minutos nuestro accionar e inseguridades comenzaron a dispersarse y la cosa fluyó más que bien.
Mis jadeos en sus oídos lo encendían; bien podía saberlo ya que su potencia sexual aumentaba y su ímpetu para entregarse, iba in crescendo.
Ese chico no era una máquina sexual ni un depredador sino un muchacho tierno, atento; me acariciaba la frente, me daba besos suaves bajo los lóbulos de mis orejas y a menudo me preguntaba si yo estaba bien.
Le respondía con un agitado sí, con un gemido ahogado o un apretón de labios.
Estaba tan concentrada en el orgasmo que estaba a punto de alcanzar que poco me interesaba el hecho hablar.
Sin noción del tiempo y con una innumerable cantidad de veces que giramos en busca de una mejor posición o de sus gruñidos al empujarse dentro de mí, la madrugada se hizo encantadoramente eterna y bien llevada.
Transpirados, agotados mental y físicamente, no hubo palabras de por medio para cuando el acabóse llegó ( por última vez) y la explosión mutua no se hizo esperar; exhausta, yo cerré los párpados con los brazos abiertos en cruz y casi automáticamente me entregué al sueño, pensando si acaso no había sido todo parte de una traición de mi cerebro, el cual reclamaba por estímulos de este tipo para no oxidarse.
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Para cuando me desperté con la boca pastosa y un hilo de baba recorriendo la comisura de los labios hasta la vena de mi cuello, me senté de golpe en el colchón, encontrando una cama amplia, revuelta y completamente vacía de no ser por mi ropa interior y mi vestido.
El horror trepó por mi rostro y el miedo por fin apareció en forma de palpitaciones desenfrenadas y lluvia de recriminaciones cuando la sangre me llegó a la cabeza.
¿El pibe me había robado?
Descartando esto al ver que mi billetera estaba intacta me pregunté si realmente yo había estado con alguien o había alquilado esta habitación para huir del bar y el resto, había sido un sueño. Caliente, pero sueño al fin.
"No, Magali, no seas idiota", con criterio me respondí.
Intentando calmarme, recomponiendo trozos de la noche anterior, recuperé la cordura: efectivamente había conocido a un tipo inteligente, agradable y con unos rasgos preciosos. Habíamos congeniado y caminamos hasta llegar acá.
¿Y dónde era "ese" acá?
Mirando de lado, encontré un set de peines intacto, unas pantuflas y un cepillo dental con el nombre del albergue transitorio: "El oasis".
Sin embargo, no había rastros del chico en cuestión y extrañamente, un nudo cerró mi garganta.
Mordisqueando mi labio y semidesnuda fui al baño y verme demacrada me alertó: yo no podía ir a buscar a mi hijo Iñaki a lo de Julián con estas fachas.
Tomando una ducha rápida y caliente, al borde del desuelle, intenté conseguir más detalles de las últimas horas, en vano.
Para cuando salí y me vestí, más repuesta y despierta, encontré que, al dorso de un folleto con promociones del hotel, el cual estaba bajo un estuche plateado con un preservativo sin usar, estaba escrito lo siguiente: "Pasé la mejor noche de solteros que jamás pude haber imaginado. Sin esperarlo, me encontré con vos...pero a destiempo. Lamento irme así pero no puedo faltar a mi propio casamiento. Ya pagué la habitación. Perdón."
Unas pocas líneas bastaron para desestabilizarme emocionalmente y un par de lágrimas rodaron por mi cara, encontrando fin sobre mi falda.
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"A destiempo" - (Completa)
ChickLitUna salida con amigas. Una noche de hotel con un desconocido. Un inesperado giro laboral. ¿Qué hacer cuando el amor aparece en el momento incorrecto? *Desarrollada en Argentina. **Capítulos CORTOS **Registrada en SafeCreative