— Si, nos fue muy bien. Mañana nos invitaron al Club de Golf. Es muy exclusivo y cuenta con una arquitectura exquisita — presionando el puente de mi nariz, hablaba con María Clara, quien no conforme con haberle dicho temprano que yo la llamaría, me había ganado de mano.
— ¿Y vas con ella? —su tono fue desdeñoso.
— Por supuesto. Es la que sabe, te lo dije.
— Quiero que me traigas conitos con dulce de leche, son mi debilidad —puchereó del otro lado.
— Sabés que odio los centros de las grandes urbes. Hay millones de Havannas en Capital.
— Y vos sabés también que yo no voy a Capital.
— Pero sí vas a shoppings que los venden...
— Uf, hoy querés ganar todas, ¿eh? —un poco molesta, largó y tras un chau con poca gana le colgué, al menos hasta antes de irme a dormir, cuando nuevamente, hablaríamos.
Más relajado por haber pasado la primera prueba, abrí el frigobar y bebí cerveza directamente de la lata. Fría, las burbujas recorrieron mi garganta, refrescando algo más que mi boca: durante el almuerzo, había podido experimentar ciertos celos de parte de Magali.
No era novedad que María Clara era hermosa y que podría tener al candidato que quisiera; no obstante, con el convencimiento de saberse amado incondicionalmente, yo nunca la había celado.
Pero ahora, la situación era distinta: Magali ni me amaba, ni me elegía nuevamente. Y sentir que no podría poseerla otra vez, era un pensamiento perturbador que me calaba los huesos.
Firmando imaginariamente un pacto, pretendíamos hacer borrón y cuenta nueva.
Mirando de lado uno de los gruesos biblioratos, su escasa intervención me dejó ciertas dudas que debían subsanarse antes de nuestro próximo encuentro con los gerentes del IBOI y eso, suponía vernos y estudiar mis inquietudes antes de las 7:30 a.m. del día de mañana.
Maldije por habernos tomado la tarde libre para descansar.
Rascando mi cabeza, vestido de jogging y remera deportiva, busqué mil excusas para no citarla a Magali en mi cuarto...y mil y una, me decían que no sea rebuscado y piense tanto las cosas.
Levantando el tubo del teléfono marqué su número de habitación.
Su voz pastosa era, quizás, señal de que estaba descansando.
— No, estaba preparándome para ir a la cama— respiré internamente ante su negativa.
Persuadiéndola para que desestime la locura de juntarnos a las 6 de la mañana, aceptó que lo mejor, aunque no más inteligente, era venir hasta aquí y a estas horas, a convencerme, no conscientemente, de que no le intente arrebatar un beso.
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"A destiempo" - (Completa)
ChickLitUna salida con amigas. Una noche de hotel con un desconocido. Un inesperado giro laboral. ¿Qué hacer cuando el amor aparece en el momento incorrecto? *Desarrollada en Argentina. **Capítulos CORTOS **Registrada en SafeCreative