Capítulo 14

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— holaaaaaa— sonrie la misma mujer que estaba comiendo manzanas junto a ellos. —Pensé que eran indestructibles– dibuja una sonrisa de lado.

— ¿nos ayudará o aún trabaja para él?–  habla Zac.

— los ayudaré- saca una navaja y se acerca a Zac y empieza a cortar la soga de sus muñecas, —¿qué les pasó?

— bloqueaba mis hechizos y no dejaba que Zac se acercará. Todo por ese bendito anillo— añade Thiago cuando la mujer se acerca él.

— pero, Ben consiguió algo ¿no? Porque no los hubiera dejado vivos

— nuestros anillos— habla en un tono triste Lucía, —pero vamos a recuperarlos.

— oh si— la mujer sigue liberando a Lucía, la cual frota sus muñecas haciendo muecas de dolor.

— hay que hacer algo, hay que seguirlos— sigue Perla cuando es liberada, — Gracias— le dice a la mujer que guarda nuevamente su navaja.

—debemos recuperar fuerza— Thiago coloca su mano sobre su costilla.

— ¿estamos solos?— pregunta Zac casi en un susurro,

— ¿es cierto que los lobos le cedieron el instituto?

La mujer clava sus ojos en Lucía,
— no del todo. Los lobos se fueron antes que él pisará este suelo. Ahora están con los vampiros.

— ja— Zac esfosa una sonrisa,
— que grupo más extraño.

— espero que no se desate la tercera guerra mundial— bromea Thiago,
— hay que ir allá.

— buena suerte con eso— la mujer saca de su bolsillo una manzana
—ya cayó la noche.

— ¡¿que?!— Perla se anticipa a observar en una pequeña ventana y confirmar lo que dijo la mujer, —no puedo creerlo, ¿qué ganaba el reteniendonos tanto tiempo?

— no le importaba el tiempo— sigue Zac, — sabía que lo quería estaba aquí y no se le iba a escapar, hay dos caminos, seguir y llegar hasta  los vampiros y los lobos o esperar y arriesgarse a que Ben esté un paso adelante...varios pasos más.

—esperen, creo saber la próxima parada— Lucía mira a los presentes,
— la barrera.

— ¡exacto!— Thiago se relame los labios.
— Me tiró por el primer camino, Zac. Tengo un plan.

— ¡¡bravo bravo!!— aplaude sarcásticamente la mujer, —quiero ver ese plan-

— holle gracias por tu ayuda am...

—Jimena.

— ha, Jimena, gracias— sigue Perla,
—pero no dudes de nosotros.

— Como no hacerlo. Miren dónde están— abre sus brazos.

— Bien–  la ignora  Zac, —hay que irnos.

Todos asienten y salen de la habitación con los ojos bien abiertos. Como les dijo Jimena, el instituto está en total silencio, las puertas y ventanas chocan, cerrándose y abriéndose por efecto del viento. Cuando están a poca distancia de la puerta principal, se les eriza los bellos por el fresco que despertó el cambio repentino de clima.

— oh cielo— habla Perla frotándo sus brazos.

— quieren un abrigo— llega la voz de Jimena  detrás de ellos, la misma venía siguiendolos, —el director tiene hermosos abrigos en el armario de su dirección.

—¿estuviste husmeando  en la  dirección?—gruñe Zac.

—¿importa? ¿Quieren morir de hipotermia allí afuera? Creo ver bien y veo que están mal heridos.

Las Marcas De La Traición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora