T R E C E

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Carly: ¿¿¿Dónde mierda te metiste??? ✓ Leído: 22:47

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Carly: ¿¿¿Dónde mierda te metiste??? ✓ Leído: 22:47.

Katherine: Idiota ¿Estás viva aunque sea? Leído: 22:50.

Craig: Estoy preocupado. ¿Puedes contestar? Leído: 22:52.

Jo: Todo bien, sigo respirando. Me fui de allí porque me sentía mal. Pásenla bien, nos vemos cuando vuelvan.

Guardé mi celular en el bolsillo de mi falda y me bajé de la camioneta de Felix, él se había adelantado y me esperaba parado en el porche con la puerta de su casa abierta. Lo observé mientras caminaba hacia él, con las manos dentro de los bolsillos de su jean negro y los labios un poco apretados. Me miró fijamente mientras caminaba hacia él, y pude sentir como mis piernas temblaban un poco.

Al llegar a su lado me sonrió y me permitió entrar primero. El olor a limón me tranquilizó un poco pero no me distrajo del dolor de mi antebrazo. Apreté los labios conteniendo un sollozo de dolor, Felix caminó hacia mí.

- Tengo las cosas arriba. – me dijo y empezó a subir las escaleras, me miró sobre sus hombros y dudé un poco.

- ¿En tu cuarto? – pregunté entonces, dudosa. Una sonrisa ladeada se extendió en sus labios.

- ¿Por qué? ¿Quieres ir a mi cuarto? – dijo en tono provocativo. Lo miré mal.

- Felix.

- Sí, allí tengo las cosas – subió otro peldaño, yo no me moví y se rio por lo bajo -. Vamos, Jo. No sucederá nada. No al menos que tú quieras.

Esperaba no haberme sonrojado por los pensamientos e ideas que inundaron mi cabeza, así que simplemente revoleé los ojos y empecé a subir las escaleras a su lado. Él sonreía por lo bajo, pícaro y divertido, yo lo seguía sin decir nada.

Atravesamos un pasillo cubierto por una alfombra elegante y bien cuidada hasta llegar al final del pasillo derecho, había tres puertas allí, la única de color blanca fue en la que Felix colocó una llave en la cerradura y la abrió. Él entró primero y encendió la luz, iluminando la gran habitación.

Hizo un movimiento de cabeza para que pasara y eso hice. Observé alrededor mientras él encendía el aire acondicionado, cerraba la puerta y encendía el televisor.

La pared detrás de la cama era la única de color gris oscura, las demás estaban pintadas de un blanco brilloso. Había un sillón a un costado de la enorme cama con sábanas negras y azules de Felix, el cual estaba lleno de ropa, seguramente usada. En las paredes no había posters pegados o fotografías, todo estaba decorado exactamente como la oficina de la planta baja: perfecto y sin usar. El estante a un costado tenía las repisas vacías y los muebles estaban lustrosos.

- Ponte cómoda – me dijo Felix -. En el baño tengo un botiquín de primeros auxilios – abrió la puerta junto a un ventanal gigante que daba a un balcón y encendió la luz del baño -. Mamá nos obliga a tener uno en cada habitación.

El último verano - PAUSADA -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora