El último verano - PAUSADA -

V E I N T I C U A T R O

Nos bajamos del auto y caminamos hacia los demás, quienes estaban esperándonos en la entrada de Pacific Park. Observé a Felix a lo lejos y sentí algo extraño en el pecho cuando me sonrió de costado, una sonrisa feliz y pícara. Bajé la mirada y apreté los labios, mientras escuchaba a Craig contarme con lujo de detalle el pequeño drama que había ocurrido entre papá y mamá en casa en el poco tiempo que me ausenté.

Mi hermano hablaba y relataba la historia como si hubiera vivido la mismísima guerra mundial en su propia carne. Y tampoco lo ponía en duda, porque si la discusión había sido fuerte, muy alejado de parecérsele a una guerra no estaba.

- Mamá recibió una llamada de la tía Mona – una mujer agradable, que había trabajado con mamá muchos años y con la cual había formado un vínculo bastante grande de amistad, ya que nosotros tres la conocíamos como ¨tía¨-. La mujer estaba alteradísima. Se le rompió la fuente, y el bebé estaba en camino – abrí mis ojos como platos al escuchar lo que me decía, pensaba que faltaban todavía unos meses para el nacimiento del pequeño Frederick -. Mamá tiró todo el almuerzo al piso y empezó a gritar como loca.

- ¿Y la tía Mona, qué? ¿No tuvo mejor idea que llamarle a mamá, la segunda mujer más nerviosa y alterada que ella en este mundo? – dije con sorna, aunque a sabiendas de que si Craig estaba contando el suceso dentro de todo, relajado, era porque nada malo con el bebé y Mona había sucedido.

- Prácticamente la obligamos a tranquilizarse para que se pudiera concentrar en Mona y el bebé – explicó Kate y seguido revoleó los ojos -. Obviamente no lo hizo y empezó a llorar como la desquiciada que es, y entonces llegó papá a la cocina.

- Él habló con ella y por lo que pudimos notar, la relajó – Carly agregó, masticando su goma de mascar en un acto de ansiedad -. Y después de eso cortó la llamada y tu madre empezó a gritar como loca porque lo hizo.

- ¿Y papá que dijo?

- Le dio dos calmantes y le dijo que prepara un bolso porque Mona necesitaba ayuda, ya que el padre de la bendición no está en el país en este momento – me quedé mirando a mi hermano, en busca de un final cerrado a toda la historia -. Ambos se fueron a San Diego, no volverán hasta mañana por la tarde, según lo que dijeron, así que...

Vi como los tres pares de cejas frente a mí se levantaban de forma pícara y diabólica, y simplemente un vuelco en el estómago fue toda mi reacción. Más que seguro, ya habían planeado los planes de esa noche, sin consultarme, obviamente, aunque no era como si les interesara o no demasiado si la idea me gustaba o no. De una u otra forma, siempre terminaba adaptándome a sus planes.

- No pasará nada malo – dijo Kate al ver mi expresión -. A lo mejor si incendiamos algo los bomberos llegan a tiempo y no perdemos la casa completa.

Solté un resoplido mezclado con una risa y revoleé mis ojos. La sonrisa cálida de mi hermana me relajó, más o menos, pero las miradas cómplices que mantenían Carly y Craig medio lograron ponerme los pelos de punta.

Fruncí el ceño ante el gesto de ambos, tan solo ayer a la noche había presenciado como, prácticamente, ambos se mandaban al demonio, ¿y ahora eso? Me moría de ganas por hablar con Carly al respecto, e incluso con Craig, quería estar al tanto de lo que sucedía, pero no quería ser una entrometida. Y como esperar y ser paciente se me daba bastante bien, tan solo aguardaría hasta el momento en que alguno de los dos sacara el tema de conversación a relucir.

Miré al frente cuando estuvimos a unos pasos de los demás, y el estómago volvió a darme un vuelco cuando vi a Hannah rodear la cintura de Felix con su brazo, y la forma en la que él, despreocupado, rodeaba los hombros de ella con el suyo.

<< Okey. ¿Qué demonios?>>

Nick estaba igual que yo, miraba con la mirada llena de odio contenido hacia ambos. Me tragué todos los pensamientos incoherentes, las pequeñas molestias y preguntas de las cuales no necesitaba respuesta y caminé hasta llegar a los demás.