Abrí la puerta de la casa sintiéndome, repentinamente, de muy malhumor. Aunque no lo admitiría en voz alta, la noche que había pasado con Felix me había ayudado a despejar la cabeza, a olvidarme de la situación con mis padres, a sentirme un poco mejor con respecto a todo en realidad.
Pero tarde o temprano tenía que volver a casa, y aunque yo prefiriese que sucediera tarde, no podía quedarme a vivir en lo de Ryder. Tan solo pensar que debía confrontar a mis padres me ponía de un humor de perros, ya no estaba triste, sino enojada. Furiosa más que nada, porque me habían cargado con el peso de guardar el secreto de su divorcio de mis hermanos. Porque sí, lo había pensado, y si Craig y Kate tenían la oportunidad de enterarse de su divorcio de otra forma, no iba a quitárselas.
Internamente supe que me estaba engañando, lo que en realidad sucedía era que no sabría cómo lidiar con la situación de decírselos por mi cuenta, ¿Cómo lo haría? No tenía ni idea, y el solo pensar en ello me ponía de los nervios. Era una maldita cobarde y egoísta, eso sí que lo sabía.
Entré a la casa y me encontré con papá, Craig y mamá estaban sentados frente al televisor, comiendo panqueques con salsa de chocolate y fresas. Les sonreí lo mejor que pude, intentando disimular por Craig.
- Cariño, al fin llegas – dijo mamá, con una gran sonrisa, completamente tranquila. ¿Cómo hacía para aparentar tan bien? -, ¿Cómo estuvo el desayuno con el chico? – su tono era pícaro.
Craig enarcó una ceja, mirándome retador y un poco enojado. Claramente él estaba al tanto de que no había pasado la noche allí, y que en realidad no desayuné con nadie. Me contuve de no poner los ojos en blanco para no hacer sospechar a nuestros padres.
- Ummm... bien. – dije, un poco tensa y sin poder mirarlos. Pasé una mano por mi cabello.
- ¿Solo bien? – preguntó papá, divertido. Apreté los puños; odiaba que fingieran de esa forma, odiaba que actuaran como si todo estuviera bien -. ¿Fue aburrido? ¿A caso tenía mal aliento que traes esa cara? – los tres rieron.
- No sé por qué les importa – solté sin querer, con mala actitud, todos dejaron de reír y me observaron -. Salí con un chico, ¿Por qué tienen que hacer tantas preguntas como si de verdad les interesara como me fue? – estaba casi gritando, mirándolos enojada.
Mamá apretó la mandíbula y bajó la mirada, mientras que papá me observaba enojado, tanto o más que yo, lo cual era muy justo debido a la forma en la que les había hablado, pero no podía controlarme. Odiaba más que nada la falsedad que tenían con Craig, le mentían en la cara, y yo no aguantaba saber que todo aquello era una farsa. Nuestra familia era una farsa.
Craig me miró confundido, con el ceño fruncido, preguntándome con los ojos qué demonios me pasaba. Aparté la mirada, bufando.
- ¿Qué te pasa, Jo? – me dijo mi hermano, poniéndose del lado de nuestros padres -. Solamente te estaban preguntando cómo te fue, no hace falta que seas tan irritable.
- No soy irritable – me puse a la defensiva -, es que ellos son... - tuve que morderme la lengua -. Nada. Olvídenlo.
- Josephine. – me llamó mamá cuando empecé a caminar hacia las escaleras -. Date un baño de agua fría, tómate un té, pero tranquilízate.
- Creo que eso te hace falta a ti, porque estás muy tensa últimamente – di media vuelta en el primer peldaño de la escalera y la observé retadora -. Seguramente ha de ser por el trabajo, ¿no? – me miró confundida -, quiero decir: te escuché hablando por teléfono con tu jefe, se nota que hay muchas cosas que no le dices. Se te ha de estar haciendo una costumbre.
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El último verano - PAUSADA -
Teen FictionJosephine Anderson, tenía que lidiar con ciertas cosas aquel último verano que viviría en su país de nacimiento antes de irse a estudiar a la Universidad: El repentino divorcio de sus padres, del cual solo ella sabía y no encontraba una explicación...