D I E C I S I E T E

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Mi amistad con Carly había nacido casi sin que ninguna de las dos nos diéramos cuenta, congeniamos rápidamente la primera vez que hablamos, el resto fue más sencillo, simplemente nos hicimos amigas, y jamás nos volvimos a separar.

Pero a pesar de todos los años que llevaba conociéndola, estaba segura de que jamás, nadie, terminaba de conocer realmente, profundamente, a alguien. Yo comprendía a Carly, era un poco reservada, sobre todo cuando no sabía cómo manejar la situación.

Al principio era mucho más difícil, porque la confianza y la amistad se basaban en decirnos todo, en confiar profundamente sin sentirte juzgada. Yo en su mayoría lo hacía, pero habían cosas, tanto mías como de ella, que aún no podíamos decirnos abiertamente, hablarlo como algo normal.

Pero hubo un día, en que las cosas simplemente cambiaron drásticamente.

¿Alguna vez han sentido un dolor tan intenso en el corazón, que sientes que pesa mil toneladas, donde tus venas y arterias están a punto de estallar de la tristeza? Solamente una vez en la vida me sentí así, y me sigue doliendo recordar que todo aquello fue por mi mejor amiga.

La familia de Carly es disfuncional, mucho en realidad. Sus padres están juntos simplemente porque su mamá no quiere trabajar para mantenerse a ella misma o a su hija, y su papá, aunque sigue casado, hace de su vida lo que quiere, duerme con otras mujeres, e incluso a veces desaparece de sus casa por semanas.

Sabía que la familia de Carly estaba mal, que ella no se llevaba muy bien con sus padres, por lo que prácticamente podía hacer lo que quería porque no le prestaban atención. Pero un día la invité a dormir a casa, y fue cuando todo cambió para mí, para ella y nuestra amistad.

- Tu teléfono está sonando. – Kate apuntó con su mano al celular de Carly, el cual estaba sobre la mesa de noche junto a su cama.

Observé como el rostro de mi amiga se tornaba un poco oscuro, preocupado, al leer el identificador de llamadas. Apretó los labios con fuerza, tragó saliva y luego mordió la uña de su dedo pulgar, para después enviar su cabello hacia atrás con nerviosismo.

- ¿Responderás? – le pregunté, sospechando de quien podría ser la persona que estaba llamándola.

- Sí, claro – aclaró su garganta y antes de que contestara le hice una seña para que pusiera la llamada en alta voz, ella asintió para luego responder -. Hola, papá.

Me removí incómoda, sentada en el piso con la espalda recostada por la cama de Kate. Mi hermana no comprendía nada, pero a mí no me hizo falta demasiado para comprender qué era lo que estaba sucediendo y por qué la afectaba así.

Del otro lado de la línea se escuchó una respiración irregular.

- Maldita sea, Carla, hasta que al fin responder el puto teléfono – miré a mi amiga, quien mordía su uña aún -. ¿A caso no te llegan los putos mensajes?

- Estoy de vacaciones, no le presto atención a mí celular – mintió, mirando fijamente sus piernas -. Lo siento.

- Espero que no vuelva a pasar de nuevo – su tono de voz era brusco -. La loca de tu madre ni siquiera sabía en dónde estabas.

- Le dije que iba a estar con Josephine.

- No me interesa un carajo – la subida de todo repentina de su voz logró que mi corazón diera un vuelco -, deberías estar aquí, la casa es un puto desastre.

- Bueno, tú y mamá tienen piernas y brazos funcionales, creo que pueden limpiar por su cuenta, ¿no? – su tono fue un poco sarcástico. Cerré mis ojos por un segundo, arrepintiéndome por ella a causa de su elección de palabras, justo en aquel momento.

El último verano - PAUSADA -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora