JOSEPHINE
Los padres de Felix me miraban ambos de forma diferente: su papá me sonreía acogedoramente, de forma agradable, que sorprendentemente me hacía sentir cómoda. Su madre, por otro lado, me miraba con una ceja arriba y una sonrisa algo falsa, sonrisa que definitivamente no llegaba a sus ojos, que me miraban casi juzgándome.
Sentí por un segundo que me hiperventilaba, pero cuando involuntariamente quise soltarle disimuladamente la mano a Felix, me lo impidió al darme un fuerte apretón y tirándome hacia él para colocarme de pie a su lado.
Aclaré mi garganta y lo miré confusa, acaso quería que sus padres, ¿qué? ¿Se enterasen de lo que fuera estaba pasando entre nosotros, aunque en realidad no era nada? ¿Qué le diría si le preguntaba quién era y por qué estábamos tomados de la mano? Una amiga, eso tendría que decir, no había otro título, no tenía que haber otro título.
- Mamá, papá, ella es Josephine – dijo Felix, aclarándose la garganta -. Josephine ella es...
- Oh, yo puedo presentarme por mí misma – lo interrumpió su madre y dio un paso hacia adelante, extendiendo su mano de forma bastante formal y... recta -. Soy Helena.
- Un gusto conocerla, señora Ryder – le estreché la mano y ella, al escucharme llamarla de aquella forma, enarcó una ceja.
- Yo soy John, y es un gusto conocerte – me dijo el padre, estrechando mi mano también y sonriendo de forma agradable. Era un señor bastante alegre, nada que ver con su hijo y su esposa, pero siempre dicen que "las apariencias engañan", así que decidí no sacar conclusiones tan rápido.
- ¡Que bueno que bajaron, de casualidad! – exclamó Becca, sentándose en uno de los sillones y cruzando una pierna arriba de la otra. Llevaba un vestido cubierto de florecitas azules, verdes y amarillas que le quedaba divino -, iba a subir a buscarte, pero, bueno, ya ves.
- Pensé que estaban en Miami – dijo Felix, ignorando completamente Becca y guiándonos hacia el sofá.
Quería que me soltara la mano porque me hacía sentir incómoda estar así frente a sus padres, pero él no daba indicios de querer hacerlo. Y cuando yo tiraba un poco para romper el contacto, él me apretaba cada vez más fuerte.
Sus padres se sentaron frente a nosotros, uno en cada sillón. Por lo que quedamos enfrentados, él con su madre y yo con su padre (por suerte), y Becca ocupaba el lugar a un costado de Helena y Felix. Por alguna razón, me ponía nerviosa que ella estuviera toda sonriente y amigable, aunque no me había dirigido ni una sola mirada desde que entramos a la sala espera de la casa de los Ryder.
- Bueno, a pesar de que estamos muy atareados atendiendo un asunto de una de las clínicas de tu madre, decidimos que queríamos verte – dijo John, aflojando el nudo de su corbata y quitándose el saco.
- No hacia falta que lo hicieran. – Felix parecía verdaderamente molesto y muy tenso con la situación. Su madre bufó.
- ¿No hacía falta? Hace semanas que no respondes nuestras llamadas, o mensajes – apuntó su madre mirándolo fijamente -. Sé que te molesta que no pasemos tanto tiempo juntos como desearías, pero...
- No, créeme que no es ninguna molestia, mamá. – el ceño fruncido y la mirada que le lanzó Felix a su madre al interrumpirla me dejaron helada, y lo noté respirar con dificultad, y en un acto por querer tranquilizarlo, acaricié su mano con mi pulgar.
- Bueno, pues que suerte que vinimos de sorpresa, porque o sino jamás nos enteraríamos de todos los adolescentes que están viviendo gratis en nuestra casa – el tono con el que Helena dijo aquellas palabras me hizo tragar saliva, Felix bufó y revoleó los ojos -. Casa que pagamos con el dinero que ganamos gracias a que nos desvivimos trabajando, por y para ti.
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El último verano - PAUSADA -
Teen FictionJosephine Anderson, tenía que lidiar con ciertas cosas aquel último verano que viviría en su país de nacimiento antes de irse a estudiar a la Universidad: El repentino divorcio de sus padres, del cual solo ella sabía y no encontraba una explicación...