V E I N T I T R E S

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Me senté en el sofá y coloqué mis pies sobre la pequeña mesita frente a mí. Kate me miró de mala manera, porque según ella ¨acababa de limpiar toda la casa¨, aunque todos sabemos que si lo hizo, fue para conseguir dinero de parte de papá, y ni siquiera lo hizo bien, solamente actuó como que estaba limpiando, pero en realidad pasó la escoba por el mismo lugar como por una hora y media entera.

Craig había llevado a mamá al centro comercial, porque papá tuvo que volver solo a San Diego en la mañana, diciendo que tuvo unos problemas en el trabajo. Si tengo que ser sincera, podría idear miles y miles de posibilidades acerca de por qué se fue en realidad... quizás allá tenía una novia, o su abogado le había informado acerca de algún problema por los papeles del divorcio, o quizás mamá quería sacarle hasta el último centavo, o viceversa, y en realidad las cosas se estaban yendo más a la mierda de lo que ya estaban...

Okey, sí, quizás hice miles de ideas en mi cabeza acerca de lo que estaba sucediendo.

Pero, ese día había llegado a la conclusión de que haría como si jamás me hubiera enterado que ellos estaban a punto de divorciarse. Sería mejor para mí, y quizás para mis padres. Aunque, el hecho de ser la única de los tres que lo sabía, y estar ocultándoselos por tanto tiempo, me hacía sentir como la mierda, como la peor hermana de todo el mundo.

Quizás quería hacer que el problema no existía porque no podía manejar el dolor yo sola, pero tampoco podía contarle a nadie acerca de él. Podría tener suerte y mágicamente olvidarme de que alguna vez tuve esa conversación con mamá y papá.

Escuché el suspiro pesado que Carly soltó al tirarse en el sofá a mí lado. La miré con el ceño fruncido al ver el enorme pote lleno de papas fritas que había apoyado en su regazo.

- Es la una de la tarde, Carly. – le recordé, teniendo en cuenta que hace menos de media hora habíamos terminado de almorzar. Ella encogió sus hombros y continuó comiendo sus papas.

- Jamás es demasiado temprano para comer papitas – Kate se tiró encima de mí y tomó un puñado de papas, revoleé mis ojos -. Además, a penas comí la comida de tu padre... sentía el alcohol subir por mi garganta – hizo una mueca de asco -. Ahora sí tengo hambre.

- Eso es porque bebiste demasiado – me oía como una madre controladora -. No deberías beber así de nuevo.

- Lo dice la chica que estaba igual de ebria. – acotó Kate.

- Yo bebí, pero en mi defensa nadie tuvo que arrastrarme por las escaleras o sostenerme el cabello cuando estaba vomitando. – me defendí, logrando que ambas me miraran ofendidas.

- Eres mi mejor amiga, tu trabajo es arrastrarme cuando estoy borracha y tenerme el cabello cuando vomito.

No pude decir nada ante sus palabras, ya que tenía toda la razón.

Suspiró pesadamente y continuó comiendo, mientras yo veía el programa que pasaba por la pantalla del televisor sin prestarle un mínimo de atención. Hablar de la noche anterior me traía recuerdos que me hacían temblar de pies a cabeza.

Felix.

Felix.

Felix.

Ese chico era todo lo que me pasaba por la cabeza. Él y el hecho de que le había dejado hacerme sexo oral en el sofá de su casa, sin dudarlo ni un segundo, y lo disfruté muchísimo, demasiado.

Todo había salido bien. Bueno, más que bien, ya que me provocó mi primer orgasmo. Pero, entonces dijo las palabras: ¨me gustas¨, y entonces entré en pánico. No sé por qué, de verdad no entendí por qué reaccioné de aquella manera. Yo sabía que él me gustaba a mí también, pero estaba aterrada de decirlo en voz alta, y más si a la persona que tenía que decírselo era a él.

El último verano - PAUSADA -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora