---#--- CAPÍTULO 27 ---#---

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SUPER MARATÓN FINAL 

---#--- CAPÍTULO 27 ---#---

--- CUENTA REGRESIVA ---

Veintidós de diciembre.

Lia se revuelve en las mantas. El sueño profundo que había pedido a Meme ya estaba pasando; malhumorada, trata de volver a cerrar los ojos y caer rendida en alguna especie de ensoñación que ella ya considera demasiado infantil.

Ser noqueada por el sueño era una de sus únicas escapatorias para el mundo real desde que había sucedido aquel incidente, pues si no le decía a Sandman o a su hermana que quería esa arena mágica blanca o dorada los gritos de una de las personas que ella había considerado uno de sus mejores amigos, en muy poco tiempo, volvían a su cabeza con el único motivo de torturarla por no haber podido llamar a su hermana mientras ocurría.

Gruñe un poco, tratando de arroparse lo mejor que puede, trata de buscar la calidez de su hermana o Aster entre las mantas, pero lo único que logra sentir es un vacío. Con un poco más de lucidez en su mente, logra sentarse en el borde de la cama y mirarlo todo desde el vitral de colores y formas abstractas que hay en la habitación. Sale en busca del guardián o de su hermana, pero lo único que encuentra es un platón con galletas de chispas de chocolate, un pequeño pastel unipersonal decorado con crema blanca y rosa suave, una taza de chocolate caliente con bombones, una nota doblada; todo sobre la mesa.

Lo siento cariño, cosas de guardianes; pero te dejo todo esto que a la noche te aseguro que estaré contigo y haremos lo que quieras, ¿vale? –Star

Yo también lo lamento Lia, te dejare jugar con los pequeños huevos que se quedaron en la Madriguera mañana, lo prometo. –Aster.

Arruga la nota y la arroja hasta un lado de la habitación. Toma todo en silencio, excepto la pequeña torta. Piensa en llamar a alguno de sus amigos, pero luego recuerda que todos han estado tan dolidos como ella por la muerte de su amigo, seria hasta muy insensible el querer festejar su cumpleaños.

Se vuelve a culpar a sí misma en su cabeza, le avergüenzan estos sentimientos que crecen como una bola de nieve dentro de ella, tiene miedo de mostrarlos y solo ganarse la pena de las demás personas al enterarse de ellos.

Sale de su casa, dispuesta a caminar solo un poco, la idea de despejar su mente solo por unos momentos le parece agradable en aquellos momentos. Con la ropa suficiente para no congelarse, se va de su casa. No se da cuenta cuanto camina, solo sabe que llega hasta una parte en donde está a punto de no pisar nieve blanquecina, sino un lago que está congelado. Detiene su caminar, había estado en esa parte del bosque en algunas otras ocasiones, le parecía un lugar idílico y muy mágico, aunque nunca supo el por qué.

Lo rodea, recoge piñas, alza algunas ramas y hojas. Se sienta en el borde que se crea entre la nieve y la tierra, y usando las cosas que había recolectado forma uno de esos sueños que considera infantiles pero que aprecia por sentirlos tan atados a la realidad, más que los gritos de Ras o la asfixiante oscuridad que siente cuando está en esas pesadillas.

Un castillo que está formado por las ramas, un bosque es interpretado por las hojas; cuando ve las piñas piensa en bloques de roca fuertes que sostienen un puente, dejando el trabajo de nubes a algunos restos de nieve. Un castillo en las nubes, un sueño infantil que después de ser observado por unos momentos es destrozado por su misma mano.

-A mí me gustaba- la voz de una mujer le alarma, ella se da la vuelta para encontrarse con una joven de no más de veinte años, de porte noble, que esta agachada mientras ve lo sucede. Su cabello es como el sol de lo dorado y ondulado que es, su piel de un color que no tendría nada que envidiarle al mármol, mientras que sus ojos debe reflejar el cielo matutino del amanecer con la diversidad de colores que tenían –¿Por qué lo destruiste?

Amor, solo pido amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora