TRES HISTORIAS

FINAL

MIA

—Vamos, despacio. Solo una más. —Aiden me ayuda a caminar mientras llego al pequeño balcón de mi ventana y me siento en la silla mecedora que papá puso para mí.

Mis piernas duelen horrores, y debo decir que está recuperación ha sido larga. Casi 1 mes de lo sucedido y aún sigo aquí.

>>¿Todo bien? —pregunta Aiden.

Sonrío mientras acaricio mi estómago.

—Sí, solo que tengo mucho más peso.

Los ojos de mi hermano divisan la camiseta que se adhiere a mi cuerpo, ahí una pequeña protuberancia se nota.

—No puedo creer que seré tío.

—Sí, bueno. Es complicado. —Duele decir eso y darme cuenta que Max no ha hecho nada por venir. Él sigue lejos.

—Más con lo que papá...

Él se queda en silencio cuando mi padre ingresa con una bandeja de comida. No puedo evitar reírme al ver cómo me consciente. Mi hermano me ayuda a caminar a la pequeña mesa.

Abro el pudín de vainilla y lo como delirando. Puedo decir que este bebé tiene unos antojos terribles por esta cosa.

Mientras ellos conversan conmigo, solo trato de ser fuerte por el bebé y porque Max algún día no se arrepienta de nada.

AVRIL

—Adam, no crees que tu papá...

—Vamos, Avril. Sabes que Max se lo merece.

—Es que mi hermano ha hecho todo lo posible por verla. Se ha llevado unos fuertes golpes por parte de la seguridad que contrató tu padre, y le miente a los míos diciéndoles que pronto hablarán con Mia, cuando se recupere.

—Mia es como la hermana menor, Avril. Lo siento, hermosa, pero está vez apoyo a mi padre. Él no merece cada parte de lo que sucede.

Niego lentamente y lo abrazo.

No es justo para Max. El ama a Mia, puedo verlo. Está desesperado y apenas sabe de ella por mí.

—Adam, ¿podemos conversar un segundo?

El padre de Adam lo llama y mi novio despacio camina a la puerta. Me quedo viéndoles a que salgan y despacio camino hacia la habitación de Mia.

—Hola.

Mia se sorprende y limpia algunas lágrimas que caen de sus ojos.

—Hola, Avril. Me enteré que tú y Adam están juntos. Felicidades.

—Gracias, Mia. Yo estoy feliz al saber que seré tía.

Ella sonríe con dolor.

—Sí, bueno. Parece ser que...

—Max te ama, Mia. Debo ser sincera. Al principio me callé, porque sabía que estabas recuperándote y una noticia así podría empeorar las cosas, pero ahora que veo a mi hermano tan mal, no puedo seguir.

—¿Sucede algo?

—Max viene todos los días a esta casa, de hecho quizá no lo recuerdes, pero estuvo en el hospital cada día. Solo que tu padre no le permitía el acceso, y no quiso que te vieras esas peleas entre ellos. Él estuvo cada día, pensó que cuando te dieran el alta tú podrías salir y hablar con él, peo tu padre lo engañó con la fecha y desde ahí no ha podido no verte. Max sabe que se merece eso y mucho más, pero ya ha pasado los límites, ayer se enfrentó con los guardias que tiene tu padre y no resultó nada bien.