Un sonido me despertó en medio de la noche.
Parpadeé hasta que el sueño en el que estaba perdida se desvaneció, y suavicé la intensidad con la que me aferraba a las sábanas. Había estado en el rincón de un minúsculo departamento, mientras miraba a mis padres gritarles a unas personas en la sala. En mi sueño sus gritos eran acerca de mí. En realidad, no estoy segura de haberles importando lo suficiente como para que me dieran ese tipo de atención.
Me di la vuelta para ver a Ever agachada sobre su cama, mostraba los dientes y soltaba un gruñido suave. El sonido creció, en ese momento se balanceaba hacia delante y atrás sobre el colchón.
-Ever -le dije, sentándome. Violación de las reglas, pero seguramente querrían que alguien la despertara y callara ese escándalo.
Volteó hacia mí. Sus ojos brillantes no mostraban señal de reconocerme. De hecho, gruñó.
-Ever -dije otra vez, me quité las cobijas y puse mis pies en el suelo frío. Traté de alcanzar su hombro y ella volteó la cabeza rápidamente hacia mí. Abrió la boca y sus dientes rasparon la piel de mi mano.
La alejé. ¿Qué demonios fue eso?
Dejé mi mano sobre mi pecho; mi corazón daba latidos extraños. Estaba nerviosa, creo. Casi nunca estaba nerviosa.
Mis ojos volaron hacia el pasillo. Por la pared de cristal, al frente de nuestra celda, pude ver que se acercaba un guardia, su linterna iba dirigida hacia nosotras. Se detuvo frente a nuestra habitación y se asomó dentro, sujetando su intercomunicador. Volteó mientras hablaba, y miré de vuelta hacia Ever, quien seguía meciéndose en su cama y rugía desde lo más profundo de su garganta. Quería presionar mi mano contra su boca para detener el ruido, para hacer que el guardia se fuera antes que Ever se metiera en problemas.
Escuché el golpe de pisadas y volteé para ver a un científico con bata blanca de laboratorio bajar corriendo por el pasillo. Contuve el aliento de golpe mientras miraba al científico hablarle frenéticamente al guardia; sus cejas tupidas estaban fruncidas por la preocupación mientras miraba a Ever.
Los humanos no se preocupan por los Reiniciados. No corren para ayudarlos.
El científico extrajo una jeringa de su bolsa y mi estómago dio un vuelco cuandocomencé a descifrar lo que ocurría.
Le habían hecho algo, y ahora se daban cuenta de que lo habían echado a perder.
La habían echado a perder a ella.
Ever saltó de la cama a una altitud y con una velocidad como nunca antes había visto, y golpeó su cuerpo contra la pared. Solté un grito ahogado, dando tumbos hacia atrás hasta que mis piernas golpearon la cama.
Le dio un cabezazo al vidrio, y un hilillo de sangre bajó por su rostro cuando se enderezó. Les mostró los dientes a los humanos y los dos se alejaron de un salto, mientras que al científico casi se le cae la jeringa.
-Uno-Siete-Ocho.
Volteé la mirada hacia el guardia que gritaba desde el otro lado de la pared.
-Sométela.
Ever comenzó a golpear su mano contra la pared, un martilleo lento y rítmico. Golpe.
Golpe. Golpe.
Miró con decisión a los humanos, como si les fuera a arrancar los rostros si le daban medio segundo para hacerlo.
-Dije que la sometas, Uno-Siete-Ocho. Derríbala al suelo -el guardia me fulminó con la mirada.
Me levanté lentamente de la cama, y apreté las manos cuando me di cuenta de que temblaba.
No tengo miedo.
Lo repetí en mi cabeza. No había razón para tenerle miedo a una Cinco-Seis. No podría lastimarme.
¿O sí? Nunca había visto a un Reiniciado comportarse así. No había ni un indicio en ella de la Ever que conocía.
No tengo miedo.
Traté de alcanzar su brazo pero fue demasiado veloz; salió como flecha al otro lado del cuarto y saltó sobre su cama. Rebotó de un pie a otro sobre el colchón, y me miró como si aceptara mi desafío.
-Ever, todo está bien -le dije.
¿Qué le estaba pasando?
Se lanzó de la cama y cayó sobre mí. Caí en el suelo con fuerza, y me golpeé la nuca contra el concreto. Parpadeé para quitarme los puntos blancos de los ojos mientras ella golpeaba mis muñecas contra el suelo sobre mi cabeza y abría la boca, agachándose como si quisiera arrancarme un trozo del cuello.
Pateé con las piernas, quitándomela de encima, y salió volando a la cama con un gruñido. Salté sobre ella, golpeando mi cuerpo contra su espalda mientras se revolcaba y gruñía.
La puerta se destrabó con un clic y se recorrió; los pasos de los dos humanos
ESTÁS LEYENDO
Reiniciados
Science FictionReiniciados - Amy Tintera Cinco años atrás, la joven Wren Connolly recibió tres disparos en el pecho, ahora ha regresado como una Reiniciada «Reboot». Es una guerrera más fuerte, insensible y capaz de curarse a sí misma. A medida que los Reiniciados...