Capitulo 28

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Me levanté de golpe y me lancé contra el oficial, dolorosamente consciente de que yo no traía casco. Addie llegó primero, y agarró el brazo del oficial justo cuando disparaba. La bala pasó junto a ella y atravesó la pared del cobertizo.
Volvió a disparar y Addie tropezó cuando la bala le dio en el pecho. El oficial volteó hacia mí en el momento en que lo embestí y lo tiré contra la tierra. Callum se levantó velozmente del suelo y forcejeó para quitar la pistola de las manos del oficial. Los gritos de afuera significaban que los otros oficiales de la zona habían escuchado la conmoción. Pisé con fuerza la pierna del humano hasta que escuché que
crujía; gritó y dio zarpazos contra la tierra para alejarse de mí.
Salté sobre él y atravesé la puerta corriendo, mientras extendía mi mano hacia la de Callum. La tomó y Addie salió corriendo atrás de él.
Atravesamos el patio y de vuelta a la calle mal pavimentada. Giré la cabeza con rapidez y alcancé a ver un grupo de unos cinco oficiales que nos perseguían. Me agaché cuando uno de ellos disparó, y coloqué mis manos sobre la nuca como si eso detuviera una bala.
Las largas piernas de Addie la hacían una corredora veloz; logró rebasarnos y doblar a la izquierda al acercarse a una intersección. Las balas volaban junto a mis orejas en el momento en que corríamos tras ella a toda velocidad, justo a tiempo para verla dar vuelta bruscamente a la izquierda, detrás de un edificio de dos pisos. Rodeé el edificio y nos estaba esperando en el extremo más alejado, con la espalda apoyada contra la pared mientras observaba la calle por la que acabábamos de llegar. Los oficiales nos rebasaron y esperamos medio segundo antes de salir disparados de nuevo hacia la calle y correr en dirección contraria.
Llegamos a los límites de la ciudad, donde los árboles eran espesos, antes de dar paso al terreno abierto frente a la reja de CAHR. Nos detuvimos ahí, en la oscuridad; volteé a ver las casas a la distancia. No vimos a los oficiales CAHR por ningún lado, pero los transbordadores planeaban sobre la ciudad, con reflectores que barrían las calles.
—Esta… era la totalidad de tu plan… ¿verdad? —dijo Addie con un grito ahogado, con una mano contra un árbol mientras trataba de recobrar el aliento—.
¿Solo agarrarme y correr?
—¿Tienes uno mejor? —preguntó Callum, frunciendo el ceño.

—Estoy dispuesta a apostar a que pude idear algo mejor.
Entorné los ojos y saqué el mapa de Austin de mi bolsillo. No estábamos lejos de los rebeldes.
Podríamos llegar hasta ellos en unos diez minutos, una vez que estuviéramos seguros de haber perdido a CAHR.
—¿Te sientes bien? —le pregunté a Callum. Asintió.
—Bien. Todavía… —extendió su mano para mostrarme cuánto temblaba.
—Deberías comer un poco de carne —dijo Addie—. Ayuda. En especial con todo eso de «quererte comer a los humanos». Como que engaña a tu sistema por un rato, o algo así.
—Te conseguiremos un poco tan pronto lleguemos con los rebeldes —dije, eché otra mirada alrededor antes de tumbarme en el pasto.
Callum se sentó junto a mí y entrelazó sus dedos temblorosos con los míos. Quería sentarme en sus piernas y apretarlo hasta convencerlo —y a mí misma— de que todo estaba bien. Me resistí ya que seguramente Addie no lo agradecería.
Ella estaba aún de pie y, una vez más, leía la nota de su padre.
—¿Por qué te mandó? —preguntó, sin levantar la mirada.
—Porque yo quería salir, e hicimos un trato.
—Él te ayudaba si tú me ayudabas —dijo.
—Sí.
—Pudiste haber roto el trato. Hacerte a un lado y despegar.
—No tendremos la ubicación de la reservación hasta que te llevemos con los rebeldes.
Se mordió el labio y suspiró.
—No confían en nosotros, en absoluto.
—Leb fue muy bueno conmigo —dije, y la culpa invadió mi pecho cuando advertí que la desilusión en su rostro era por su padre—. El mejor oficial con el que trabajé. Dijo que tenía otros hijos, así que tenía sentido que no quisiera arriesgarlo todo.
—Supongo —le echó una mirada a Callum—. ¿Te fuiste porque te estabas volviendo loco?
—No, eso pasó después —soltó una risa sin humor, frotó una mano por su rostro
—. Me iban a eliminar porque no quería matar a nadie.
Addie desvió la mirada, claramente incómoda, y yo apreté la mano de Callum. Él encontró algo en la distancia a lo cual mirar con fijeza y yo quise cambiar de tema con desesperación.
Addie se deslizó hacia el suelo y nos sentamos en silencio por mucho tiempo, escuchando el sonido distante de oficiales y transbordadores. La mano de Callum se sentía tibia en la mía, pero yo seguía temblando. Pensé que era más por miedo que por el viento que azotaba mis mejillas.

El rostro de Callum se volvió hacia el suelo y traté de no mirarlo, pero su expresión consternada era como un imán. Mi boca se abría y cerraba mientras trataba de pensar en algo reconfortante que decirle, pero no se me ocurría nada.
Abría mi boca por centésima ocasión cuando Addie se levantó y se quitó el polvo de los pantalones con las manos.
—No escucho nada —inclinó su cabeza hacia la ciudad, ahora tranquila—.
¿Quieren que lo intentemos?
Asentí, le ofrecí mi mano a Callum y me puse de pie. Se levantó y cruzó los brazos sobre su pecho, soltó una gran exhalación de aire, al tiempo que examinaba el área frente a nosotros. Estaba despejada, sin oficiales ni transbordadores.
—¿Todo en orden? —Le toqué ligeramente el brazo. Asintió sin verme a los ojos.
—Estoy bien. Vamos a conocer a estos rebeldes.

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