Capítulo 13

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Necesito que mejores.
Necesito que seas bueno.
Las palabras me pasaban por la mente mientras me acercaba a las puertas rojas de la cafetería. Nunca antes habían amenazado a mis novatos con la eliminación. No sabía cómo abordar esa conversación.
Necesito que no te mueras.
Abrí la puerta de un empujón y me enfrenté a una pared de ruido. Los guardias rara vez dejan que nos alborotemos, pero parecía que hoy era la excepción. Unos cuantos Reiniciados indiferentes seguían en sus mesas: todos los Ciento-Veinte, y algunos de los Menos-Sesenta... pero todos los demás estaban en un rincón de la cafetería en un grupo gigantesco. Algunos ovacionaban, otros se propinaban golpes, pero todos trataban de abrirse paso hacia el centro para ver lo que ocurría.
Callum. Mis ojos revolotearon rápidamente por el cuarto, pero no lo encontré. Encontré a Ever, pálida y temblorosa en una mesa, sola, mientras apuntaba con un dedo hacia la multitud.
Crucé la cafetería a paso veloz, y la rabia me incendió el pecho. No tenía tiempo para las tonterías de los Noventa. No podía permitir que el oficial Mayer viera cómo otros Reiniciados le pateaban el trasero a Callum.
-Muévanse -empujé a varios Reiniciados hacia un lado para llegar al centro de la multitud. Escuché cómo se callaban cuando notaron mi presencia; muchos de ellos corrieron a sus mesas tan pronto como me veían.
Quité a un Noventa del camino de un empujón y bajé la mirada para ver por qué gritaban.
Era Callum, con un pequeño Reiniciado. De trece años, o por ahí. El niño estaba como loco, revolcándose y tratando desesperadamente de morder a Callum. Ya lo había logrado varias veces, a juzgar por los brazos ensangrentados de Veintidós.
No sabía el número del niño, pero lo podía adivinar. Menos de sesenta. E inyectado recientemente.
Callum trató de correr pero la multitud lo había encerrado. El niño se abalanzó e hincó los dientes en el brazo de Callum, para arrancarle un trozo de carne.
Callum lo apartó con una mirada de completo horror y confusión. Sus ojos se movieron con rapidez por el círculo y se detuvieron en mí, con evidente alivio. No

estaba segura de que alguna vez alguien hubiera estado tan feliz de verme.
-¡Oigan! -grité. Los Reiniciados comenzaron a esparcirse de inmediato y tomé la camisa del chico mientras se lanzaba de nuevo contra Callum. Lo golpeé en la cara, con fuerza y lo lancé por el suelo, en dirección a la puerta. ¿No iban a venir los guardias por él? ¿Solo lo iban a dejar aquí de esa manera?
Algunos de los Menos-Sesenta se dirigieron al chico así que volteé hacia Callum y me arrodillé junto a él. Abrí la boca para gritar, para preguntar por qué no había golpeado al chico más pequeño y débil que trataba de devorárselo, cuando enredó sus brazos alrededor de mi cintura y me abrazó.
-Gracias -dijo, su respiración todavía era pesada y llena de pánico.
Me puse tensa con el calor del abrazo. Era demasiado cómodo. Y no podía recordar por qué le quería gritar.
-Lo siento -se apartó y se llevó los brazos al pecho-. Te estoy cubriendo de sangre.
La cafetería estaba demasiado callada. Todos los ojos estaban sobre nosotros, así que bajé la voz.
-¿Estás bien?
Espera. Eso no es lo que quería decir. Le iba a gritar.
-Ese chico trató de comerme -miró sus brazos-. ¡Mira esto! ¡Sí me comió!
Tenía grandes trozos mordidos en los brazos. Tragué saliva, traté de borrar el asco de mi cara. Como si fuera algún tipo de animal ese chico en verdad mordió su carne.
¿Qué les estaban haciendo?
-¿Por qué no te defendiste? -pregunté. Mi voz salió más estable de lo que me sentía. Necesitaba que él estuviera más calmado, y mejor aún, sin ponerse como loco por el experimento actual de CAHR.
-No... no lo sé. Solo es un niño. Y me desconcertó todo eso de que me estuviera tratando de comer.
-Debiste defenderte.
-¡Me tenían arrinconado! -Miró rápidamente detrás de mí antes de bajar la voz hasta casi un susurro-. Además, tiene la misma edad que mi hermanito.
-No es tu hermanito.
-Lo sé, pero de todos modos...
-Necesito que mejores -le dije.
-¿De verdad no te preocupa que me haya tratado de comer? -preguntó, volvió a extender el brazo.
-Te vuelve a crecer en un minuto.
-Ese definitivamente no es el punto. Estoy traumatizado.
-Necesito que mejores -repetí.
-Yo...
Un alarido rebotó por la cafetería y giré la cabeza rápidamente para ver al chico alocado saltar por el aire y abalanzarse contra un guardia que acababa de entrar por la

puerta. No era natural lo alto que podía saltar, incluso para un Reiniciado.
Antes de que alguien pudiera reaccionar tenía sus dientes en el cuello del humano; sujeté la cabeza de Callum y lo empujé hacia abajo. Escuché a los otros Reiniciados tirarse al suelo. Las armas se movieron.
El cuerpo de Callum se sacudió cuando varias pistolas dispararon diez o quince balas antes de detenerse. Me quedé abajo un momento más, hasta estar segura de que todo hubiera terminado, después levanté la cabeza lentamente. Tanto el niño como el guardia estaban muertos, aunque el guardia tal vez había muerto en el momento en que le arrancaron la garganta.
-¿Qué...? -Los ojos de Callum se veían grandes y asustados-. ¿Qué le pasó?
-Se volvió loco -dije. No sabía de qué otro modo explicarlo. Era claro que no le podía contar la verdad en medio de la cafetería, donde CAHR podía escuchar cada palabra.
No dijo nada, pero sus ojos se movieron rápidamente hacia la mesa de los Menos- Sesenta. Era claro que ya había oído hablar algo sobre eso.
-Callum.
Se giró hacia mí. Su expresión era seria, pero me gustó cómo la suavizó un poco cuando me miró. La manera en que me miraba era distinta a la forma en que miraba a todos los demás.
-Necesito que mejores. En serio. Necesito que sigas órdenes y trabajes más. Aquí no toleran que te pases de la raya -gesticulé con la cabeza hacia el Reiniciado muerto, y tragó saliva. Me entendió-. ¿Sí?
-Sí.

Ever estaba en su cama cuando volví al cuarto, antes de que se apagaran las luces; su cuerpo entero temblaba. Sus ojos estaban muertos, desesperanzados, pero era ella misma. Una versión temblorosa y triste de sí misma.
Me senté en mi cama y levantó la cabeza, su mirada era mordaz y llena de ira.
-Estoy muerta.
-Todos lo estamos -dije, con un intento de sonrisa.
Una risa seca escapó de su garganta, y una mirada de sorpresa cruzó su rostro.
-¿Acabas de hacer una broma?
-Una pequeña. Y no muy buena.
-Me gustó -apretó los labios y alzó las piernas de arriba abajo, y me dio la impresión de que intentaba no llorar-. Pero esta vez estoy muerta de verdad. Todavía no me matan, pero ya me fui.
Abrí la boca y la volví a cerrar, miré a mi alrededor. Los humanos probablemente grababan cada palabra que decíamos. Podrían estar escuchando ahora.
-No te has ido -le dije muy suavemente.
-Levi ya estaba muerto -continuó- antes de que tratara de comerse a Callum.

Llevaba días muerto. Todavía estaba caminando por ahí, pero ya no había nada dentro. Solo era un cascarón desquiciado -agarró las mangas de su camisa y las jaló con tanta fuerza que pensé que las rasgaría-. Y cuando fue tras Callum, lo entendí. Huele tan bien. Como... -su rostro se retorció y susurró-: como carne.
Mi estómago se contrajo y me concentré en mis pies, esperando que no viera mi incomodidad.
-Ya pasará. Probablemente solo sea...
-Lo siento si te ataco esta noche -dijo. Se puso rápidamente de pie, con los puños a los lados, y gritó contra nuestra pared de cristal-: ¡PERO NO ES MI CULPA!
-¡Ever! -Me asomé por la ventana nerviosamente.
-¿Qué les importa? -dijo tirando el edredón, sobre la cama mientras se metía debajo-. Ya me mataron.
-Sigues aquí -susurré.
-Apenas.

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