Capítulo 14

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Ever se metió un dedo en la boca y empujó hacia dentro la carne de res que colgaba. Sus mejillas estaban rellenas de comida, y su mirada estaba decaída aunque hubiera dormido toda la noche.
Yo había ignorado la mesa de los Ciento-Veinte y me había sentado junto a ella tan pronto como entré a la cafetería, a la hora del almuerzo, y vi cuánta carne había apilado sobre su charola.
-¿Estás bien? -preguntó Callum mientras le daba una mordida a su sándwich de crema de cacahuate.
Ella tragó su comida.
-Soy un cascarón desquiciado.
Callum me miró confundido, pero evité sus ojos y apuñalé mi propio almuerzo con el tenedor.
No podía explicar nada. No con el oficial Mayer mirando cada movimiento que hacía.
Ever se aferró a la mesa mientras tragaba su último bocado de carne. Levantó la vista de su charola vacía con ojos salvajes que miraban sin ver.
Sus fosas nasales se dilataron cuando volteó hacia Callum, mostró los dientes mientras emitía un gruñido. Le agarró la muñeca y él tiró su sándwich, sus ojos estaban muy abiertos y nos miraba a ambas de manera alternada.
-Ever -le arranqué la mano de su brazo mientras se inclinaba para darle un mordisco-. Detente.
Callum dio un salto atrás cuando ella se lanzó contra él, y cerró sus brazos contra su pecho como protección. La tomé por la cintura mientras trataba de lanzarse por encima de la mesa. Se revolcaba contra mí y la aferré con fuerza con un brazo, usé el otro para tomar mi carne de res y metérsela en la boca.
Chasqueó los dientes contra mis dedos pero la inhaló con un suspiro de alivio.
-Ten -dijo Callum, también deslizando su carne hacia ella.
La metí entre los dientes de Ever y masticó frenéticamente; algunos trozos caían de su boca abierta. Cuando terminó, comenzó a chasquearle los dientes a Callum otra vez.
-Ever -apreté mi brazo alrededor de su cintura-. Por favor, detente.
Se relajó al escuchar mis palabras tranquilizantes en su oído. Aflojé mi brazo con

cuidado y volteó; sus ojos brillaban por las lágrimas y la preocupación.
-Lo siento -susurró, echó un vistazo al desastre de charolas vacías y trozos de comida sobre la mesa. Se levantó con dificultad y salió de prisa de la cafetería, su paso era tembloroso y desequilibrado.
Callum la vio salir, y cuando volteó hacia mí sus ojos permanecían grandes y perplejos. Me encogí de hombros, al mismo tiempo que mis ojos se dirigían con rapidez hacia la cámara en la pared. Entendió la señal y volvió la atención a su sándwich.
Nos dirigimos al gimnasio después del almuerzo y tomamos nuestro lugar de siempre. Puse las manos sobre mi cadera mientras lo miraba. Era hora de que mejorara.
-Nos quedaremos aquí hasta que me golpees -anuncié.
-¿Qué?
-Nunca has logrado hacer contacto. En este punto ya deberías poder golpearme.
Nos quedaremos aquí hasta que lo hagas.
-Pero yo... -una sonrisa avergonzada se extendió por su rostro y se encogió de hombros-. No te quiero pegar.
-No es opcional. Soy tu entrenadora -lo miré con el ceño fruncido-. ¿No has estado haciendo tu mejor esfuerzo?
-Sí, lo he estado haciendo. O casi todo, por lo menos.
-Ya no hay casi todo. Los dos nos quedaremos aquí hasta que me puedas pegar.
Y no voy a bajar la guardia.
Me miró cautelosamente. No lo podía creer.
-Vamos -le hice señas para que se acercara.
Dio un paso con cuidado hacia el frente, y su sonrisa se desvaneció al levantar sus manos frente a su rostro, pero no hizo movimiento alguno hacia mí.
-Adelante -le dije.
Lanzó su puño hacia mí, pero lo evadí fácilmente.
-¿Qué te he dicho? Rápido. No te detengas con un golpe. Te golpeé sin intentarlo. ¿Qué debiste hacer?
-Tratar de golpearte otra vez.
-Sí. Confundirme. Sorprenderme. De nuevo.
Me trató de tirar golpe tras golpe, pero ninguno alcanzaba siquiera a conectar. Era lento, torpe, y sus pies se movían para un lado mientras sus brazos iban al otro. Casi podía ver cómo funcionaba su cerebro, y me encontré evitando golpes casi tan pronto como decidía tirarlos.
-Alto -le dije con un suspiro. Soltó los brazos y me vio con pesar.
-Lo siento, lo estoy intentando...
-Sé que lo haces.
Jalé un mechón de cabello detrás de mi oreja y fruncí el ceño hacia el suelo mientras se me ocurría algo.

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