La tranquilidad se arremolinaba a mi alrededor. Nunca había experimentado tanto silencio antes. Conocía los sonidos de la ciudad; los sonidos de los transbordadores; los sonidos de la respiración de Ever cuando trataba de dormir, pero este tipo de silencio era del todo extraño. Me sentía como una intrusa en este mundo. Todavía estábamos justo afuera de Rosa, pero era un nuevo planeta, uno en donde no había más, excepto Callum y una suave brisa que soplaba suavemente contra mi piel.
Los árboles nos proporcionaban una protección sólida, pero el suelo estaba
disparejo, cubierto de hojas, agujeros y ramas caídas. Salté, esquivé y me tambaleé, pero mi respiración se volvió más estable mientras sanaba, al igual que la de Callum; entre tanto, nuestros pies golpeaban el suelo.
La sanación solo nos proporcionó un alivio momentáneo, y desaceleré el paso, pues mi estómago se retorcía protestando. Solo habíamos corrido un poco más de seis kilómetros, pero mi rostro estaba caliente y mis piernas inestables. Callum miró hacia mí frunciendo el entrecejo. Detuvo el paso, jaló mi mano para detenerme.
-¿Estás bien? -preguntó. Asentí.
-Sí. Solo tengo hambre, creo -no había ingerido una comida de verdad en más de veinticuatro horas, y mi cuerpo no agradeció correr tanto con tan poco combustible. De hecho, mi cuerpo no agradecía nada el tener tan poquito combustible. En los últimos cinco años se había acostumbrado a estar bien alimentado, y de manera regular.
Me sentí mejor estando de pie sin moverme; hice una mueca de dolor cuando me toqué el hombro izquierdo. Podía sentir un bulto duro justo detrás de mi hombro, era una bala que se había atorado ahí. Mi piel se había cerrado por encima.
Traté de ignorar el dolor, pero era más difícil cuando estaba débil. Me palpitaba, se rehusaba a ser ignorado, y fruncí el ceño. Qué molesto era.
-¿Qué? -preguntó Callum, y alcanzó mi hombro.
Me encogí y volteé. Me avergonzaba que alguien pudiera leer las emociones de mi rostro. Jamás creí que alguien lo pudiera hacer, ni siquiera cuando era humana.
-No es nada -mascullé-. Hay una bala aquí.
Volvió a tratar de alcanzarme, y dejé que presionara su mano contra mi chamarra, mientras sus dedos encontraban el lugar.-¿Quieres que la saque?
Vacilé, mirando alrededor. Estaba oscuro y desierto. Todavía estábamos bastante retirados de Austin, y no lo suficientemente lejos de Rosa, como para haber dejado atrás a los transbordadores y los oficiales. Una brisa me jaló unos mechones de pelo que escaparon de la cola de caballo hacia mi rostro, y los hice a un lado.
-Quizá deberíamos seguir adelante.
Callum me sonrió con suficiencia y me extendió su mano.
-Solo dame el cuchillo.
Lo saqué de mis pantalones y se lo pasé. Cuando Callum no accedió a seguir corriendo sentí una pequeña ráfaga de alivio. Era lo último que quería hacer.
-Probablemente será más fácil si te sientas -dijo, mientras yo me quitaba la chamarra encogiendo los hombros.
Eché un último vistazo alrededor antes de deslizarme con lentitud hasta la tierra y cruzar las piernas. Cerré los ojos un instante, ya que todo en mí se colapsó en un montón de agotamiento. Los dedos de Callum me rozaron los brazos cuando se sentó atrás de mí, y temblé al sentir su tacto. Sus dedos encontraron el orificio que hizo la bala en mi camisa, y cuando habló, pude sentir su aliento en mi cuello.
-Te tienes que quitar esto -dijo.
Saqué los brazos por las mangas y dejé que la prenda colgara alrededor de mi cuello, sobre mi camiseta.
-Hmmm, ¿solo debo excavar por ahí con el cuchillo? -preguntó mientras sostenía mi hombro con una mano para que estuviera estable.
-Sí, no tienes que ser cuidadoso. Lo mejor es que sea rápido.
-Está bien -exhaló lentamente y sentí que la punta del cuchillo hurgaba bajo mi piel. Cerré los ojos mientras presionaba con más fuerza. Era más fácil bloquear el dolor con su aliento en mi cuello y su calor detrás de mí.
La bala cayó en el suelo con un ruido sordo, y Callum dejó el cuchillo a un lado; sus brazos se deslizaron por los míos. Se inclinó hacia delante hasta que su mejilla rozó contra mi rostro, y su ligera barba me hizo cosquillas en la piel. Entrelazó sus dedos con los míos y volteó la cabeza para que sus labios rozaran contra mi sien.
-Esa es la cosa más brutal que he hecho en mi vida -susurró, con un rastro de diversión en su voz.
Reí y me apretó la mano, sus labios formaron una sonrisa contra mi piel. Me di la vuelta y nuestras miradas se encontraron, después lo hicieron nuestros labios, por un brevísimo momento. Él fue quien se alejó, la mirada de preocupación había vuelto a su rostro.
-¿Quieres tratar de encontrar comida? -preguntó-. Te ves agotada. Me alejé de él y volví a meter mis brazos en mi camisa.
-Estoy bien. Sigamos adelante.
Al parecer discutiría, pero cuando me puse la chamarra y comencé a caminar, me siguió sin decir una palabra. Consideré fugazmente tratar de atrapar un animal, pero
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Reiniciados
Science FictionReiniciados - Amy Tintera Cinco años atrás, la joven Wren Connolly recibió tres disparos en el pecho, ahora ha regresado como una Reiniciada «Reboot». Es una guerrera más fuerte, insensible y capaz de curarse a sí misma. A medida que los Reiniciados...