Siempre gritaban.
Mi asignación soltaba alaridos al resbalar en el lodo, y volteó rápidamente para
ver si la estaba alcanzando.
Lo estaba. Sus pies golpearon el pavimento sólido y comenzó a correr a toda velocidad. Mis pies rozaban el suelo al perseguirla; mis cortas piernas sobrepasaron con facilidad su aterrado intento de correr.
Le jalé un brazo. Cayó al suelo, de golpe. El sonido que escapó de su boca cuando
trataba desesperadamente de levantarse era más animal que humano.
Yo detestaba los gritos.
Saqué dos pares de esposas de mi cinturón y las aseguré en sus muñecas y pies.
-No, no, no, no -dijo sofocada cuando le ataba la correa a las esposas-. Yo no
lo hice.
Ceñí la correa con la mano e ignoré sus protestas, al tiempo que la levanté de un tirón y la arrastré por la calle, más allá de las casuchas de madera derruidas.
-¡Yo no fui! ¡Yo no maté a nadie! -Sus movimientos se volvieron salvajes,
eran casi convulsiones, y volteé para verla con fiereza.
-Todavía te queda algo de ser humano, ¿no? -preguntó, estirando el cuello para
ver el número en el código de barras de mi muñeca.
Se paralizó. Sus ojos volaron del 1-7-8 impreso sobre mi piel a mi rostro y soltó
otro alarido.
No. No quedaba nada de ser humano en mí.
Los alaridos continuaron al guiarla hasta el transbordador y aventarla adentro con los otros miembros de su banda. Las barras metálicas se cerraron con estruendo tan pronto como me hice a un lado, pero no trató de huir. Se zambulló hasta el fondo,
detrás de dos humanos cubiertos de sangre.
Lejos de mí.
Volteé y miré rápidamente hacia los barrios bajos. La desolada y sucia calle de terracería se extendía frente a mí, salpicada de casas de madera malhechas. Una de ellas se inclinaba tanto a la izquierda que pensé que la menor ráfaga de viento podría volcarla.
-Wren Uno-Siete-Ocho -ajusté la cámara en mi casco para que apuntara en línea recta-. Asignación asegurada.
«Asiste a Tom Cuatro-Cinco, -ordenó una voz al otro lado de los auriculares-.
Persecución sobre la calle Dallas. Está por llegar a la esquina de la calle principal».
Salí corriendo por la terracería y doblé por un callejón; el hedor a basura podrida
flotando en el aire húmedo era tan espeso que lo quería apartar de mi rostro con las
manos. Inhalé una profunda bocanada de aire y la guardé en mis pulmones tratando
de bloquear el olor de aquellos tugurios.
Cuatro-Cinco pasó volando frente a mí, junto al callejón, sobre la calle
pavimentada; sus pantalones negros y desgarrados aleteaban contra sus piernas flacas.
Dejó un rastro líquido tras de sí; supuse que era sangre.
Salí como flecha hacia la calle y lo pasé casi volando; el sonido de mis botas hizo
que el humano frente a nosotros volteara. No gritó.
Aún.
Se tambaleó sobre la calle dispareja y un cuchillo cayó de su mano y se deslizó
sobre el pavimento. Estaba lo suficientemente cerca de él como para escuchar su despavorida respiración al lanzarse a recuperarlo. Traté de alcanzarlo, pero se puso de
pie, dio una vuelta y rebanó mi estómago con su navaja.
Salté hacia atrás al tiempo que la sangre goteaba de mi abdomen, y los labios de
aquel humano apuntaban hacia arriba en una sonrisa triunfal, como si fuera una
victoria.
Resistí el impulso de poner los ojos en blanco, fastidiada. Cuatro-Cinco se lanzó
contra el corpulento humano y ambos cayeron. Yo no había entrenado a Cuatro-
Cinco, esto era obvio. Descuidado e impulsivo, era apenas más veloz que el humano.
Antes de que yo pudiera intervenir, el Corpulento agarró a Cuatro-Cinco por el
cuello, empujó su casco con la palma de la mano y clavó su cuchillo directo en la
frente del chico. Hice una mueca de dolor mientras Cuatro-Cinco balbuceaba y se
deslizaba a un lado; sus ojos dorados y brillosos quedaron vacíos al caer a tierra.
El humano se puso rápidamente de pie, dio un par de brincos de celebración y
gritos de alegría.
-¡Sí! ¿Tú qué traes, Rubia?
Ajusté mi intercomunicador e ignoré el fastidioso intento del humano por tratar
de provocarme.
-Wren Uno-Siete-Ocho. Cuatro-Cinco derribado -la sonrisa de Corpulento se
escurrió de su cara con la sola mención de mi número.
«Adelante», la voz que venía de mi intercomunicador era impasible, sin interés.
Mi mirada se cruzó con la de Corpulento. Deseaba que corriera. Quería patearle
las piernas para derribarlo y estrellar contra el suelo esa mirada triunfal que tenía en el rostro.
Bajé la mirada rápidamente hacia Cuatro-Cinco. Quería que le doliera.
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Reiniciados
Ciencia FicciónReiniciados - Amy Tintera Cinco años atrás, la joven Wren Connolly recibió tres disparos en el pecho, ahora ha regresado como una Reiniciada «Reboot». Es una guerrera más fuerte, insensible y capaz de curarse a sí misma. A medida que los Reiniciados...