-Wren -el aliento de Callum me hizo cosquillas en la oreja y desperté; mi frente rozó su pecho-. Se está ocultando el sol.
Me asomé a través de mis párpados para ver el cuarto bañado por una luz anaranjada. La piel de Callum estaba brillante, y en su fulgor casi parecía humana.
Extendí las piernas contra la suavidad de las sábanas. Tenía el material afelpado del edredón apretado en la mano contra mi barbilla. Estaba en una nube... una nube suntuosa y burbujeante donde mi cuerpo se hundía en una cama más suave que cualquier cosa que hubiera sentido antes. La nube olía a Callum. Como jabón, especias, calor y el inconfundible indicio de un Reiniciado.
Me hizo a un lado el pelo de la frente y apretó sus labios contra la piel, desatando una estela de fuego en su trayecto hasta mi cuello.
-Deberíamos irnos pronto -sus ojos oscuros miraron los míos y no vi razón para tratar de fingir que no tenía miedo. Ya lo podía ver. Su pulgar me frotó la mejilla para darle calor y su mirada firme sugería que no le molestaba mi miedo.
Asentí pero no me moví. Hubiera preferido quedarme en esta cama con él toda la noche, todo el día, toda la semana. Olvidarnos de la hija de Leb, olvidar la reservación inexistente, olvidarlo todo, menos sus brazos y su sonrisa.
Solo que él estaba temblando. Sus dedos se sacudían contra mi piel y se hizo a un lado. Le lanzó una rápida mirada a sus manos temblorosas antes de alcanzar su ropa.
El pánico que atravesó mi pecho me quitó el aliento; me hizo querer apretar mi rostro contra la cama por temor a gritar.
-Quizá tenga una camisa más pequeña que puedas usar -dijo Callum, saltó de la cama y atravesó el cuarto de una zancada hasta el clóset-. Algo de cuando tenía unos cuatro años o algo así.
Me reí contra el colchón, incorporándome y haciendo a un lado el pánico que se asentaba sobre mi pecho, insistente, burlón.
-Por lo menos siete -respondí-. No estoy tan pequeña.
-Ten esto -me tiró una camisa color azul claro-. Todavía te va a quedar muy grande, pero la puedes amarrar abajo.
Salió del cuarto para cambiarse y me puse mis propios pantalones y su camisa, que me llegaba casi hasta la mitad de los muslos. Traté de atar un nudo con la tela sobrante, pero al final me di por vencida y metí todo en mis pantalones. Tomé lasudadera negra que aventó sobre la silla del escritorio para mí y sonreí al jalar el suave material sobre mi cabeza.
Callum regresó y colocó en una bolsa la pantalla de fotos y una cámara pequeña, junto con un par de mudas de ropa.
-Podemos revisar si mis padres dejaron algo de comida, pero la verdad lo dudo
-dijo, cerró la cremallera de la bolsa y se la echó a la espalda.
La cocina estaba vacía excepto por unos cuantos platos viejos y estropeados.
Callum se encogió de hombros y me extendió la mano.
-¿Lista?
Nunca.
-Lista -dije, y lo tomé de la mano.
Miré alrededor una última vez al bajar por el pasillo y dirigirnos hacia la sala. Callum parecía esforzarse por no ver a su alrededor, su mirada permaneció en el suelo cuando me abrió la puerta de la entrada. Desde la noche anterior la temperatura había bajado varios grados y el aire nocturno estaba fresco. Incluso Callum tiritó.
-Una parada antes de cruzar al otro lado -señaló la casa contigua-. Necesito descubrir a dónde fue mi familia.
-¿Qué vas a hacer? ¿Presentarte y preguntar?
-Sí -dijo, y me jaló hasta la parte posterior de la casa. Tocó en la puerta trasera antes que pudiera protestar.
Las cortinas se abrieron y un niño humano solo un poco menor que nosotros se asomó; soltó un grito y las cerró de golpe cuando nos vio.
-¡Eduardo! -gritó Callum-. ¡Solo necesito saber a dónde fueron mis padres y David!
Eduardo se asomó otra vez, sus ojos estaban muy abiertos y apretaba su frente contra el cristal para mirarnos fijamente.
-¿Callum?
-Sí.
-¿Es malo eso?
La pregunta podría haber significado muchas cosas, pero Callum asintió.
-Sí. Es malo.
El vaho de la respiración de Eduardo nubló la ventana; aún parpadeaba horrorizado.
-¿Escapaste?
-Sí. ¿Sabes a dónde fue mi familia?
-Mi mamá dijo que a los departamentos Tower.
-Gracias -dijo Callum, mientras retrocedía un paso.
-Espera -dijo Eduardo, y empujó la ventana hacia arriba para abrirla. Callum retrocedió otro paso-. ¿Cuál es tu número?
-Veintidós -dijo, y levantó su muñeca. Eduardo rio a medias.
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Reiniciados
Научная фантастикаReiniciados - Amy Tintera Cinco años atrás, la joven Wren Connolly recibió tres disparos en el pecho, ahora ha regresado como una Reiniciada «Reboot». Es una guerrera más fuerte, insensible y capaz de curarse a sí misma. A medida que los Reiniciados...