La asignación de asesinato llegó al día siguiente.
Me dieron una pistola y me dijeron que podía dársela a Callum para matar al Reiniciado, o que podía usarla sobre Callum yo misma. Desde hacía varios meses no me habían dado un arma para utilizarla en el campo de operaciones; la sentí fría y pesada contra mi cadera.
Tenía el mapa en mi bolsillo, aunque dudaba que Leb hubiera conseguido un localizador de rastreadores en un solo día. No podría correr sin primero quitarnos los rastreadores. No tenía ningún sentido.
Si Leb nos abandonaba hoy, Callum tendría que llevar a cabo la asignación de asesinato.
Callum le lanzó una mirada a mi arma cuando lo alcancé en el techo. Nos cubrió una brisa fresca, que traía el hedor de los barrios, y vi cómo arrugaba la nariz. No sé si por el olor, o por haber visto la pistola.
El transbordador aterrizó en el techo con un ruido sordo; la puerta se abrió revelando a Paul adentro. Si Leb no estaba en esta misión, quizá tenía el localizador de rastreadores y nos esperaba en el punto de reunión.
No podía respirar. Se me había ido el aire y me dolía el pecho. Esta podría ser mi última misión. Mi última vez en el transbordador. El último día en el lugar que llamé hogar durante cinco años.
Paul nos indicó que nos sentáramos y me tambaleé de camino a mi asiento.
Callum temblaba al momento de abrocharse los cinturones. Quería decirle que estaba bien, que no tendría que llevar a cabo la asignación, pero en realidad no lo sabía.
El transbordador permaneció en silencio mientras viajábamos hacia los barrios. Paul se metió la mano en el bolsillo y sacó cuatro balas cuando aterrizamos, y nos las ofreció.
-Saca las que no hayas usado antes de volver a abordar el transbordador -me advirtió al momento en que cerraba mi puño alrededor de las balas.
Asentí y seguí a Callum hacia el fresco aire nocturno. Él tenía los ojos pegados a la pistola cuando la cargué. No quería darles ninguna clase de advertencia a los oficiales CAHR que miraban nuestro video. Necesitaban creer, el mayor tiempo posible, que seguíamos las órdenes.Le extendí la pistola a Callum, pero sus manos permanecieron a sus lados.
-Callum -dije con calma.
Envolvió sus dedos alrededor de la pistola, y la sostuvo lejos de él como si estuviera contaminada. Sus ojos encontraron los míos.
-¿Tengo que hacerlo? -preguntó, su voz era forzada.
No.
-Sí -aclaré la garganta y moví la cabeza bruscamente a la derecha-. Vayamos por acá. Es un atajo.
Callum frunció el ceño al mirar su mapa y su nota de misión, después me miró boquiabierto, tal vez para decirme que íbamos en la dirección equivocada. Apretó los labios de inmediato y su rostro se iluminó al comprender; volteé para que CAHR no pudiera ver la esperanza que surgía en él.
Lo llevé a la intersección de Holly y Nelson, y giré la cabeza con rapidez para encontrar a Leb.
Nada.
La noche estaba tranquila; no había nada más que el sonido del viento entre los árboles y unos cuantos grillos. Nos quedamos parados en medio del camino de terracería, rodeados de pequeñas tiendas de campaña.
Quizá no vendría esta noche.
-¿Puedo ver el mapa? -pregunté, para hacer tiempo.
Callum me lo pasó y fingí ver las líneas rectas que representaban las calles de Rosa. No tenía mucho tiempo; los oficiales CAHR que me observaban comenzarían a sospechar algo. Casi nunca necesitaba mirar un mapa.
Volví a lanzar una mirada, pero no había nadie más, solo Callum y yo. Solté un largo suspiro.
-Deberíamos de ir por allá -dije, haciendo mi mejor esfuerzo por mantener la derrota lejos de mi voz.
El rostro de Callum se desencajó y miró la pistola en su mano.
-Así que le tengo que disparar a la cabeza, ¿verdad? ¿Matar a los míos? -Miró rápidamente la nota de misión-. Danielle. ¿Asesinaré a Danielle?
Me apenó su selección de palabras y la furia que goteaba de cada sílaba. CAHR seguramente lo había escuchado.
-Sí -contesté-. Apunta a la frente, no a la cara. Quieres destruir el cerebro. Lo mejor son dos disparos, para estar seguros.
-¿Y después qué? ¿La arrastro de vuelta al transbordador?
-O lo hago yo -me di la vuelta, incapaz de enfrentar su mirada acusadora. Podría haber estado enojado principalmente con CAHR, pero también había bastante para mí. ¿Sería capaz de perdonarme algún día si lo obligaba a hacer esto?
-Yo... -un agudo chirrido en mi oído me interrumpió; Callum y yo hicimosuna mueca y nos quitamos los audífonos.
-¿Qué fue eso? -preguntó Callum, frotándose la oreja-. ¿Acababan de apagarse nuestros intercomunicadores?
Mis ojos inspeccionaron alrededor del área, y tanta esperanza llenó mi pecho que me resultaba difícil respirar.
Un hombre se asomó desde el borde de una tienda de campaña, una figura ancha, de negro. Se levantó de su postura arrodillada y corrió hacia nosotros, empujando el ala de su sombrero hacia arriba al detenerse frente a mí.
Leb sostenía un cuchillo en una mano y con la otra sacó un objeto negro de su bolsillo; Callum dio un paso hacia delante, con la pistola levantada a medias para defendernos. Negué con la cabeza hacia él y la bajó lentamente, con los ojos pegados todavía al cuchillo de Leb.
-No te muevas -dijo Leb, mientras levantaba el objeto negro hacia mi pecho. Era un dispositivo pequeño, casi del tamaño de su palma; se iluminó con una luz roja cuando lo escaneó sobre la parte superior de mi brazo derecho.
-Quítate la chamarra -dijo.
-¿Cómo lo conseguiste tan rápido? -pregunté mientras sacudía la chamarra para quitármela.
-Conseguirlo no fue el problema -masculló-. El problema es la tormenta de mierda que va a estallar cuando se den cuenta de que desapareció.
Levantó el cuchillo e hizo un tajo de unos cuantos centímetros sobre mi codo, usando la punta del cuchillo para tirar un pequeño dispositivo metálico al suelo. Apreté mis dedos alrededor de la herida sangrante. No era lo suficientemente profunda para ser dolorosa, pero aún así mis dedos temblaban mientras los apretaba contra mi piel.
Clavé los ojos sobre el rastreador plateado cubierto de sangre. Libertad. Ahora podría correr y nadie sabría dónde estaba. Lo que hacía. Lo que decía.
Leb le indicó a Callum que se acercara, pero permaneció inmóvil, solo miraba correr la sangre de mi brazo. Parecía conmocionado, al borde de la felicidad, como si no pudiera creer que era real.
-¿Te puedes apresurar? -le reclamó Leb, lo agarró del brazo y le pasó el localizador sobre el cuerpo-. El oficial del transbordador quizá viene en camino.
Leb giró a Callum y pasó el localizador por su espalda hasta que prendió la luz roja. Le levantó la camisa y cortó una línea breve a lo largo de su espalda, justo bajo el omóplato. Agarró el rastreador y lo colocó en el suelo con cuidado.
Leb giró hacia la calle, indicándonos que lo siguiéramos. Corrimos dos cuadras y nos detuvimos detrás de una casa oscura con una gran variedad de basura y juguetes rotos en el jardín de atrás.
Leb me metió algo en la mano y bajé la mirada para ver unos papeles, el localizador y un mapa de los barrios bajos de Austin. No creía necesitar un mapa -lo recordaba lo suficientemente bien-, pero había marcado un lugar en particular, enmedio del área residencial.
-Se llama Adina -dijo, y le dio un golpecito con el dedo a un sobre y a la foto de una Reiniciada de pelo oscuro en la parte de abajo del mapa-. Tiene asignaciones el martes y miércoles por la noche. El transbordador normalmente aterriza al final de la calle Guadalupe. Dale esa carta. Marqué la dirección de los rebeldes en el mapa. Si consigues a Adina, ve ahí y les dirán cómo llegar a la reservación.
-Perfecto -dije, metiéndome todo en el bolsillo trasero-. ¿Tienes balas? Solo tenemos cuatro.
Sacó su pistola y vació cerca de diez en mi mano.
-Son muy agresivos sobre eso de mantener en secreto esta ubicación. La gente de CAHR la desconoce. Vayan de noche. No llamen la atención -soltó el cuchillo en mi otra mano-. Llévate esto también. Márchense.
-Gracias -dije, mientras Leb giraba para correr. Asintió ligeramente con la cabeza sobre su hombro antes de desaparecer por un callejón.
Me paralicé. Leb dijo márchense. ¿En qué dirección? ¿A dónde? ¿A una mítica reservación para Reiniciados que probablemente ni existía?
El pánico me oprimió el pecho mientras me daba cuenta de lo que había hecho.
Estaba en los barrios bajos, rodeada de humanos, y ya no regresaría a CAHR. No volvería a casa.
-Wren -alcé la vista y vi la cara emocionada de Callum que me miraba con atención. Me rompió la cámara del casco, arrancó los audífonos de mi mano, y tiró ambos en el suelo-, creo que deberíamos correr.
ESTÁS LEYENDO
Reiniciados
FantascienzaReiniciados - Amy Tintera Cinco años atrás, la joven Wren Connolly recibió tres disparos en el pecho, ahora ha regresado como una Reiniciada «Reboot». Es una guerrera más fuerte, insensible y capaz de curarse a sí misma. A medida que los Reiniciados...