IV

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Jacob

Abrí mis ojos con pesadez y vi todo a mi alrededor. Sentí nauseas. Me levanté del sofá, y noté que habían más de tres botellas de whisky en el suelo. No pude ni un segundo más y corrí al baño.


Entré al gran edificio, me dirigí al elevador y cerré mis ojos. Realmente me sentía mal, con dolor de cabeza, nauseas. . . Diablos, si fuese una mujer me hubieran dicho que estoy en mis días. Salí del elevador y caminé por un gran pasillo hasta llegar a la puerta de mi oficina compartida con Jennifer. Pero de camino me detuve. Había una señorita como de unos 20 años sentada donde solía estar mi secretaria. Me acerqué a ella.

—Hola, usted debe ser Jacob Robertson. Soy Amy Murgatroy y soy su nueva secretaria. La señorita Monroe me ha contratado —dijo aquella mujer con pelo castaño, piel morena, un poco pasada de peso pero aún así hermosa.

—¿Ella se encuentra en la oficina? —cuestioné y me sonrió.

—Sí, señor.

Le sonreí en respuesta y entré a la oficina. Jennifer se encontraba leyendo unos documentos. Me senté en mi sillón frente a mi escritorio.

—¿Cómo te fue en tu apartamento? —pregunté.

—Bien. Mañana lo limpiaré, me compraré un auto, me divorciaré y voy a comenzar con una nueva vida —respondió sonriente. En ese momento me dio un gran dolor en el corazón.

Yo no pude ser capaz de comenzar una nueva vida después de mi perdida tan grande. Julie me engañó y luego murió. No sé si fue el karma, no sé si fue el destino. Diablos. Pero daría mi vida entera para retroceder el tiempo y arreglar las cosas.

Puse mi mano en la cabeza. No podía creer que después de tantos años acostándome con mujeres diferentes, ir a fiestas estúpidas fueron para nada. Traté de olvidarla, pero no, Jennifer me hizo recordar mi pasado, mi triste y estúpido pasado.

—Hay algo que tengo que decirte, Jacob —me sacó de mis pensamientos.

—La verdad es que ahora no estoy para escuchar a nadie —Y cuando pedí paz y tranquilidad solo escuché la puerta abrirse bruscamente. Era Daniel y se veía muy molesto. Amy entró detrás de él con una cara de preocupación.

—Lo lamento mucho, señor Robertson, él entró a la fuerza —Ella sí se tomaba muy enserio su trabajo.

—No hay problema, es un amigo, puedes irte —Ella asintió y salió de la oficina.

—No puedo creer lo mal amigo que eres, hiciste una fiesta en tu apartamento y no me invitaste. ¿Puedes creerlo, Jenni? Se acostó con muchas mujeres y ¡no me invitó! —exclamó indignado.

—Ay, pero qué tragedia —dijo ella con sarcasmo—Mujeriegos.

—No hice ninguna fiesta, no me acosté con ninguna mujer y deja de hablar con Monroe —le dije ya irritado. Cada ruido que hacían esos dos me daban ganas de perder la cordura. Levanté mi vista y allí estaba ella, frente a mí, Julie.

No, ella está muerta. Cerré mis ojos con fuerza.

—¡Deja de ignorarme, Robertson! —Daniel me gritó más fuerte. Abrí mis ojos y estaba ella.

Me sentía mareado, con náuseas.

—¿Dónde está? —Abrí un cajón de mi escritorio y saqué un frasco de pastillas. Estaba nervioso, todo mi cuerpo temblaba.

—Oh diablos, Jacob—Daniel fue corriendo donde estaba una botella de agua, se acercó a mí y me la entregó.



Jennifer

En Búsqueda Del Amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora