XIX

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Jennifer

Me levanté y vi que Jacob no estaba en cama, así que me acerqué al baño y lo escuché vomitar. Otra vez.

—¿Estás bien, Jacob? —sabía que no lo estaba.

Salió y se veía peor que ayer.

—Iré a trabajar —me informó, ignorando mi pregunta.

—De ninguna manera. No permitiré que vayas a trabajar de esa forma. Te quedarás en casa, comerás el caldo de pollo que te dejé ayer en la noche y descansarás mientras yo trabajo.

—No soy ningún inútil como para no hacer nada, solo voy a trabajar —insistió, algo irritado.

—Pero...—fui interrumpida con un abrazo.

—Estaré bien —murmuró. Le correspondí el abrazo.


***

Estaba viendo como los obreros hacían su trabajo cuando Jason se acercó a mí.

—No quiero preocuparte pero Jacob esta vomitando en el baño —me informó.

—¿Qué? ¿Otra vez? —Rápidamente me dirigí al baño—Jacob —lo llamé, y salió poco después con el rostro pálido.

—Estás mal —Jason le dijo mientras lo sostenía para que no se cayera, puesto que se encontraba débil.

—¿Quiere que traiga agua, señorita? —preguntó unos de los obreros y yo asentí mientras tomaba a Jacob de su brazo libre.


***

—Estoy bien —Jacob me dijo con calma al llegar a casa.

—No lo estás y lo sabes. Mañana iremos al hospital.

—Lo lamento —Me abrazó.

—¿Por qué?

—Por ser un estorbo para ti.

Quise matarlo en ese momento, pero preferí darle un beso en la mejilla.

—No eres ningún estorbo, tontito, no fue tu culpa enfermarte —Ambos entramos a la habitación—. Prepararé el baño.

Dicho aquello me dirigí al baño mientras él se preparaba para tomarlo.




Jacob

Estaba dentro de la tina, mirando a la nada. Jennifer se esmeró en hacerme un baño bien calientito y rico. Sonreí por lo servicial que se comportaba ahora que me encontraba enfermo, porque les aseguro que no es así normalmente; no es como las típicas novias que se preocupa tanto por sus novios. Estas semanas que llevamos juntos tengo que lavar mi propia ropa y hacer algunos deberes de la casa. Jennifer no me lo ponía fácil, según ella "Somos un equipo y tenemos que hacer las cosas juntos". Ella era un caso serio y eso me gustaba. Era una mujer hecha y derecha que no se dejaba manipular por ningún hombre.

—¿Pensando en mí? —me preguntó la dueña de mis pensamientos mientras entraba a la tina totalmente desnuda.

—Y así me dices que soy el creído.

—Esto sí es sexy —suspiró mientras tiraba su cabeza hacia atrás.

—Sí, lo sé —Tomé su pierna derecha y comencé a masajear su pie.

—¿Te sientes mejor? —preguntó mirándome a los ojos.

—Siento como si hubiera corrido una maratón de quinientos kilómetros —comenzó a reír con fuerza y yo me uní a ella.

En Búsqueda Del Amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora