Capítulo 6: La hora del diablo.

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Dylan se inclina para ver la pantalla de la computadora y asiente. Me sorprende saber que a pesar de que obviamente no se ha bañado en algunos días, no huele mal. De hecho, huele mucho a ropa limpia y a jabón. 

-Ok, escribe... -y comienza a dictarme. Palabras en inglés, puntos, comas, paréntesis, utilizo cada una de las teclas en el teclado.

Paro un segundo para sacar mis anteojos de mi mochila que solo uso cuando leo en la noche, porque mis ojos comienzan a arderme.

Luego continuamos por un par de horas más. Tengo que estirar mis brazos y enderezar mi espalda varias veces porque empiezo a cansarme.

Por tercera vez, tiene que checar el código para buscar un error que marca la aplicación. Acerca la laptop hacia él y yo me recargo en la silla para descansar un poco.

-¿Comiste algo hoy? -pregunta, sin despegar la vista de la pantalla.

Me pregunto si mi estómago hizo ruidos y yo no me di cuenta.

-S...i. ¿Por?

-Porque cuando te llamé parecías ocupada y después no tardaste mucho en llegar aquí. ¿Ya habías comido?

-Comí cuando venía hacia acá. -eso me recuerda que traigo el envoltorio de las papitas en mi pantalón.

Saco la bolita y la pongo en la mesa.

-¿Comiste papas fritas? -me mira y levanta una ceja.

Me encojo de hombros y asiento. ¿Qué tiene de raro? Muchos estudiantes nos alimentamos de papas fritas cuando no podemos comprar otra cosa, ya sea por falta de tiempo o por falta de dinero.

En mi caso es ambas cosas.

-Come una manzana mientras ordenamos la cena. O alguna fruta.

Me hace sentir extraña cuando me pide que coma algo. Es como si se preocupara por mí. Nadie se preocupa por mí más que Malva.

-Estoy bien, puedo aguantar para la cena...

-Bueno, pero si tu estómago gruñe y yo me río, no te quejes. -una pequeña sonrisa aparece en sus labios.

Odiaría que él se burlara de mi estómago.

Me levanto de mi silla a regañadientes y voy por una manzana a la cocina. -¿Feliz? -digo cuando vuelvo a sentarme a su lado.

Él asiente y continúa checando el código.

Cuando acabo la manzana, vuelve a acercar la laptop a mí y vuelve a dictarme durante otra hora más. Luego toma su teléfono y ordena una pizza, cuelga y vuelve a llamar para ordenar dos porciones de nachos.

Me agrada.

Continuamos trabajando media hora más hasta que llega la comida y paramos para comer. Las 4 rebanadas de pizza que comí, me saben a gloria. Los nachos y la coca-cola igual.

-Primera parte del pago, cumplida. -dice limpiándose la boca con una servilleta.

Recojo la basura y la llevo al cesto que está en la cocina.

-No me dijiste cuánto estás dispuesto a pagarme. -lavo mis manos grasosas en el fregadero.

-Lo que quieras, solo quiero acabar.

-Mmm... ¿50 dólares está bien? -pregunto cuando vuelvo a sentarme en la silla frente a la computadora.

-¿50 dólares? -pregunta sorprendido.

-¿Es demasiado? Entonces 40 o... 30. Lo que quieras.

-No te daré 50 dólares. Es demasiado poco. Te daré al menos 500.

Casuality or Causality? (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora