Capítulo 42: Apuesto a que eras un mujeriego.

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Ahora estamos en Central Park y Dylan está llevándome hacia la pista de Hielo, él va cargando la bolsa negra que contiene las muchas bolsitas pequeñas con dulces, papitas y galletas. No entiendo cómo es que vamos a patinar si está cargando eso.

Y patinar en una cita se me hace como un plan estratégico. En cualquier cita con cualquier persona. Es como que uno de los dos, por ley no debe saber patinar, así el que, si sabe patinar, tiene que tomar la mano del otro para ayudarlo.

Yo sé patinar y no fingiré que no sé hacerlo. Tal vez Dylan finja.

-Oye... patinar es muy cliché. -digo.

-No vamos a patinar.

Llegamos a la pista y se recarga en la barda que la rodea. Pone la bolsa de dulces a su lado en el suelo y saca un par de bolsitas. Luego estira sus brazos hacia la pista y cuando pasa una persona él dice "Feliz navidad" y la otra persona toma la bolsa de gomitas de gusano y dice un "igualmente".

-Ayúdame. -me dice.

Admito que me enoja un poquito que esté regalando mis cosas pero también me emociona hacer esto. Saco dos bolsitas con papitas saladas e imito a Dylan.

-¡Feliz navidad! -digo a la persona que comienza a acercarse. Sonríe amablemente y toma la bolsita de mis manos sin detenerse.

-¡Feliz navidad! -me dice de regreso y se aleja patinando.

-Esto es divertido. -le digo a Dylan.

Sonríe y asiente. Continuamos haciéndolo hasta que la bolsa negra queda vacía. La dobla y la guarda en el bolsillo de su chaqueta.

-¿Ahora te gustaría patinar o prefieres ir a otro lado? -pregunta.

-¿Podemos quedarnos un rato para ver a las personas patinando?

Dylan asiente. Se acerca más a mí hasta que nuestros brazos están pegados.

-¿Tú sabes patinar? -hago la pregunta después de quedarnos algunos minutos en silencio.

-Mas o menos. No soy muy bueno pero puedo hacerlo sin caerme. ¿Tú?

-Si, creo.

-¿Crees? -me mira.

Yo sigo viendo hacia las personas en la pista. -Bueno no he patinado desde que era niña. Te contaré pero no me juzgues. -Dylan asiente. -Cuando tenía como 12 años... robe unos patines. -me encojo de hombros y lo miro con una pequeña sonrisa apenada. No quiero que piense que soy una ladrona. -Pero en mi defensa, la dueña no los usaba. Era mi vecina y tenía miles de juguetes, bicicletas, patines, lo tenía todo. Yo no y... se me hizo fácil tomarlos de su jardín de enfrente un día que no había nadie.

-¿Cómo le hacías para usarlos sin que te viera? -pregunta.

-A veces en las tardes cuando mi mama se encerraba en su cuarto, yo metía los patines en mi mochila y me iba al parque. Nunca los usé en mi calle ni dentro de mi casa. Si mi mamá se hubiera dado cuenta seguramente los habría vendido para comprarse una botella de whiskey.

-¿Y eras buena patinando en ese entonces?

-Si. -sonrío al recordar mis tardes en el parque patinando. Recuerdo que también tenía algunos amigos que iban a patinar ahí. -Creo que cuando estaba patinando me olvidaba de los problemas de casa. Luego mi pie creció y ya no podía usarlos. Nunca logré ahorrar lo necesario para comprarme unos de mi talla.

-¿Entonces qué hacemos aquí parados? ¡Vamos a patinar ahora! -toma mi mano y empieza a caminar hacia la caseta para rentar los patines.

Las mariposas en mi estómago no pasan desapercibidas cuando él entrelaza sus dedos con los míos.

Casuality or Causality? (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora