Orgullo y Prejuicio (kong y Arthit) SOTUS

capitulo 8

el último de hoy mis bellos lectores 

Capitulo 8

A las cinco, las dos señoras de la casa fueron a vestirse, y a las cinco y media Arthit fue llamado a comer. A las corteses preguntas que le dirigieron, en las que tuvo la satisfacción de entrever la extraña cortesía de Pete, no pudo responder favorablemente: kao no había mejorado. Al oír esto las hermanas repitieron tres o cuatro veces lo mucho que eso las apenaba, lo tremendo que era padecer un fuerte resfrió y lo mucho que les molestaba verse enfermas, tras lo cual ya no pensaron en la enfermería; y así, su indiferencia para con kao cuando esta no se hallaba presente hizo que Arthit las encontrara nuevamente desagradables.

Pete era el único de los presentes a quien podía mirar con complaciencia, su interés por kao era sincero, y sus atenciones para Arthit impedían considerarse intrusa, como imaginaba que la consideraban los demás. Prácticamente, hablo solo con Pete. La hermana soltera de este se dedicaba a contemplar a Sutthilak; la otra, poco menos, y en cuanto a Mr. Hurst, junto al que estaba sentado Arthit, era un hombre indolente, que solo vivía para comer, beber y jugar a las cartas, y cuando supo que él prefería un plato sencillo a un ragoút (ni idea de que sea, pero así viene en la historia), ya no tuvo nada que decir.

Terminando la comida, Arthit regreso junto a kao, y Miss Pete comenzó a criticarlo en cuanto salió de la habitación. De sus modales dijo que eran malos, mezcla de arrogancia e impertinencia; no tenia conversación, ni estilo, ni gusto, ni hermosura. Mrs. Hurst pensaba lo mismo, y añadió:

-su única virtud es ser un bailarín excelente. No olvidare jamás su aparición esta mañana. Realmente, parecía un salvaje.

-sí que lo parecía, Louisa. Apenas pude contenerme. ¡Qué necedad la suya al venir aquí! ¿Para qué correr por el campo porque su hermano tuviese un resfrió? ¡Traía el cabello tan enmarañado!

-¡ y qué enaguas! Supongo que habrás visto sus enaguas, con seis pulgadas de barro. Además se había soltado un poco la camisa, enseñando piel por todo el camino, que desfachatez de un doncel, una verdadera vergüenza.

-¡usted si se fijo, Mr. Sutthilak, estoy segura (dijo Miss Pete), y, supongo que no desearía ver a su hermana dar un espectáculo semejante.

-no, por cierto.

-caminar tres millas, o cuatro, o cinco, o las que sean, pisando barro y solo, ¡completamente solo, siendo un doncel, qué horror! ¿En qué estaría pensando? En mi opinión esa actitud revela una detestable inclinación a la independencia y gran desprecio por el decoro, propio de campesinos de bajo estatu.

-lo único que eso revela (intervino Pete), es que siente un gran afecto por su hermano, lo que me parece digno de elogio. (eso pete ponlas en su lugar a esas tipejas estiradas, defiende a tu cuñado)

-temo, Mr. Sutthilak (observó Miss pete a media voz), que esta aventura haya disminuido la admiración de usted por sus bellos ojos. (refiriéndose a los ojos de Arthit)

-en modo alguno (replico Kong). El ejercicio los había tornado aun más brillantes (jajaaj en tu cara estirada, ama sus ojos)

Siguio a esta frase una breve pausa, y Mrs. Hurst comenzó de nuevo:

-siento gran interés por kao, que es en realidad, un doncel dulce, y desearía de todo corazón que encuentre el marido que merece. Pero con semejante padre y semejante madre y parientes de tan baja condición, temo que no le sea fácil.