Capítulo 4. Estar de acuerdo.

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  - Venga, sigamos un rato más- anima Charles-. Vamos bien.
  - ¿Ah, si? ¿Desde cuando? No me había enterado.

Lydia resopla y mira al suelo tras soltar su último comentario. Se encuentra en el laboratorio junto con Charles y Hank. Los dos llevan haciéndole pruebas a la chica desde que llegó hace una semana, y de momento nada parece resultar de todas ellas; han probado con ella de todo para ver si conseguía hacer algo, desde intentar leer mentes hasta intentar revivir cosas muertas, y muchas cosas más. Lydia está cansada de hacer tantas pruebas para nada, pero parece ser la única; tanto el profesor Xavier como Hank insisten en que no hay que desistir, que al final acabaran encontrando sus capacidades. Y eso es lo que más desespera a la chica, ver como todos insisten y creen que tiene poderes cuando ella sabe que no es así.

- De acuerdo, vamos a pasar a algo más teórico- vuelve a decir Charles. Se acerca a la silla en la que está sentada Lydia y la mira-. ¿Alguna vez has notado como... voces en tu cabeza? ¿Qué te molestaban o te decían cosas que no entendías del todo?
- ¿Esto qué es?¿Una escuela o un manicomio? ¡No!- exclama la chica ya cansada e impaciente por salir de ahí.

Los otros dos ríen tras su reacción y ella solo pone los ojos en blanco. Al final, ha decidido asumir que puede ser graciosa de verdad.

- Te explico mejor- interviene ahora Hank-. Cuando Charles te pregunta esas cosas, es porque puede que en algún momento de tu vida te hayan pasado cosas que no has podido explicar. A lo mejor has hecho algo sin saber porqué, y ese puede ser tu poder.

La chica asiente tras escucharle, pero tras pensarlo varios segundos, no se le ocurre nada.

  - Estás un poco saturada- termina por decir Charles, que ha visto en su mente que la chica ya está cansada de estar allí-. Vamos a dejarlo por hoy, mañana seguimos.

Lydia asiente y tras despedirse, sale rápidamente de la sala para asegurarse de no tener que estar allí ni un minuto más. Aunque en la mayoría de ocasiones odia que Charles pueda meterse en su cabeza, en situaciones como esa lo agradece.
La chica camina por los pasillos resoplando, mientras observa a través de las ventanas que dan a los verdes jardines. Hay veces en las que está cansada de estar allí, haciendo pruebas constantemente y teniendo que hablar con tanta gente cuando antes no hablaba con casi nadie; pero en la mayoría de ocasiones, no le desagrada ese lugar; en realidad no le puede encontrar ninguna objeción, ya que puede ir a donde ella quiera, la gente es agradable y tiene cosas para entretenerse (empezando por la biblioteca, de la cual ya ha devorado gran parte de los libros).
Finalmente, Lydia acaba su recorrido en la cocina, donde para su sorpresa están Jean, Scott y en una esquina Warren. Cuando ella entra solo nota su presencia el rubio, que se limita a mantener el contacto visual con ella de manera inexpresiva; durante su primera semana allí, el chico alado y ella no han intercambiado muchas palabras (y mucho menos, palabras agradables), siempre que coinciden se miran de forma penetrante, se dedican algún gruñido o como mucho intercambian comentarios cortantes; no se ignoran, pero tampoco disfrutan de la compañía del otro. Lydia mantiene su mirada en la de él mientras camina hasta llegar junto a los otros chicos (que más o menos si podrían considerarse sus amigos) y finalmente ellos reparan en ella.

  - ¡Aquí estás!- exclama alegremente Jean- ¿Qué tal hoy?
  - Como siempre, de todo y a la vez de nada- se limita a contestar Lydia encogiéndose de hombros.
  - Es normal, tienes que darte tiempo. Llevas aquí solo una semana...
- Es tiempo suficiente- interrumpe de repente Warren, sobresaltando a todos los demás-. Si aún no ha podido hacer nada, dudo mucho que lo haga después. No tiene poderes, y punto.

Lydia gira sobre si misma para quedar mirando al rubio, y le dedica una intensa mirada antes de contestar.

- Más quisieras. Pero aún te queda mucho tiempo viéndome por aquí- aunque en realidad ella también piensa igual que él, no va a darle la satisfacción de salirse con la suya-. Vete a cepillarte las alas, querubín.

Wingless || Ben HardyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora