Capítulo 13. Cerebro.

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Lydia lleva en la Escuela Xavier casi cuatro meses, pero solo ha pisado el despacho de Charles dos veces contadas desde su llegada. Hoy se encuentra de nuevo en la sala tras la vez en la que acudió allí para hablar por primera vez de su clarividencia, y aprovechando que ahora no está nerviosa ni desconcertada por la situación, se dedica a examinar desde su silla la sala con calma; cada detalle, cada elemento de decoración, cada cuadro, los muebles, libros... Así continúa hasta que finalmente aparecen allí Charles, Hank y Raven; los tres citaron a la chica en el despacho para poder charlar con ella tranquilamente sobre los X-Men y, aunque no lo quiera, se encuentra algo ansiosa.
Todos toman asiento a su alrededor, y parece que Charles es quien se dispone a tomar la palabra.

  - Bien, Lydia. Antes que nada, queríamos decirte que estamos muy satisfechos con poder tenerte en nuestro equipo.
- ¿En serio?- pregunta ella con escepticismo, sin terminar de creer las palabras del hombre.
- Totalmente en serio- contesta él rotundamente-. Puede que no lo sepas apreciar y que ahora solo te fijes en que aún tienes que desarrollarlos, pero no todos los mutantes pueden poseer varios poderes a la vez. Además de que los tuyos ofrecen ventajas que pueden llegar a ser complementarias: puedes ver lo que ocurre en otros lugares y así anticiparte a futuros ataques, protegerte ante ellos y del peligro que pueda suponer cualquier otro poder, y además puedes defenderte a base de tu propia fuerza.

Lydia nunca había visto sus poderes de aquella forma; básicamente se ha limitado siempre a sorprenderse por la novedad que suponen y porque hasta hace poco se consideraba alguien sin nada destacable, pero nunca llegó a verlos desde un punto de vista práctico.

- Lo primero de todo, queremos asegurarnos de que sabes lo que significa formar parte de los X-Men- continúa Charles.
- Nosotros no buscamos la superioridad de los mutantes por encima de los humanos, ni tampoco queremos ser superiores solo por saber luchar contra otros mutantes- empieza a explicar Raven con voz solemne-. Lo que queremos es asegurar la tranquilidad entre nuestra sociedad y la de los humanos.
- Y, algún día, también podremos unificarnos sin tener que escondernos o tenernos miedo unos a otros.

Tras las últimas palabras que añade el profesor, Raven pone los ojos en blanco y resopla; esta no llega a estar muy de acuerdo con las ideas de Charles, no porque no quiera que llegue a ser así, sino porque básicamente lo ve algo imposible.
Lydia capta ese gesto pero no dice nada; vuelve su cabeza de nuevo hacia el profesor, y ahora este esboza una sonrisa pícara propia de un niño a punto de revelar un secreto muy jugoso.

- Aunque bueno, Lydia, tú eres una chica lista. Seguro que no necesitas que te expliquemos más acerca de todo esto cuando ya te hemos hablado varias veces de ello- ahora el hombre aumenta aún más su sonrisa y enarca una ceja-. Es momento de pasar a lo interesante.

Inmediatamente, Charles comienza a mover su silla de ruedas para llegar hasta la puerta, y tanto Raven como Hank le sigue e indican a Lydia que también lo haga. Una vez fuera del despacho comienza a caminar por los pasillos sin apenas cruzar alguna palabra, y la intriga y los nervios recorren a la joven por dentro cada vez con más intensidad. Cuando al fin paran todos frente a una puerta, tiene que luchar contra si misma para no lanzarse sobre el picaporte y abrir para descubrir qué se encuentra detrás; y cuando es finalmente Hank el que lo hace y deja pasar a Lydia para ver lo que se encuentra en su interior, la chica pasa de estar ansiosa a quedarse sin palabras.
Se encuentra en una sala de estructura esférica, a la que se accede por una pasarela que conduce hacia una especie de ordenador gigante a modo de control; todo está iluminado con luz violeta brillante, y al mirar hacia abajo da la sensación de encontrarse sobre un pequeño abismo. La chica llega hasta el final de la pasarela sin darse cuenta, y cuando al fin vuelve a la realidad y deja a un lado el asombro, vuelve a centrar su atención en sus acompañantes, llena de preguntas.

Wingless || Ben HardyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora