Capítulo 28. Últimas molestias.

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Los días seguían pasando rápido en la mansión, haciendo ya tres semanas desde que Lydia había despertado.
Los X-Men habían dejado los entrenamientos por un tiempo para poder recuperarse como era debido, pero la búsqueda de Magneto seguía siendo algo presente en la mente de Charles y, sin duda, la seguridad sobre Cerebro había aumentado considerablemente.
Por su parte, Lydia no necesitó mucho más que un pequeño chequeo y una noche más en la enfermería antes de ser dada de alta, confirmando que solamente fue un golpe muy fuerte en mal sitio lo que hizo que quedara inconsciente y no habían daños más graves. Sin embargo, y aunque cada vez las noches eran menos dolorosas y mejoraba considerablemente rápido a cómo se esperaba que lo hiciera, el cuerpo de Warren sigue teniendo que recuperarse del todo, y aún acude una vez a la semana a la enfermería para que le hagan una revisión completa.
Hoy de nuevo vuelve a estar allí; en esta ocasión, Lydia llegó después de que le realizaran todos los análisis y pruebas, y ahora le acompaña mientras esperan los resultados. Hablan animadamente mientras esperan alguna noticia, cada uno sentado en una silla frente al escritorio, hasta que Hank aparece por la puerta y avanza hasta ellos con su típico sonrisa serena.

  - Hola Lydia- saluda el joven profesor a la chica que acaba de llegar, y esta sonríe a modo de respuesta; este finalmente acaba por apoyarse en la mesa para decirle a la pareja las novedades-. Bien, tenemos de todo. Por una parte, has mejorado bastante. Los análisis dicen que ya no queda rastro de todas las sustancias tóxicas de la semana pasada, y además el hecho de que ya no tengas fiebre por las noches nos confirma que todo va bien- Warren ya se encuentra sonriendo de oreja a oreja, satisfecho y pensando que todo ha acabado, cuando Hank hace un gesto con la mano para que siga escuchándole-. Pero hemos... encontrado otra.
  - ¿Otra?- pregunta el chico rubio con fastidio y resoplando- De verdad que yo no recuerdo recibir tantas inyecciones estando allí, no sé de dónde salen tantas cosas.

El tono exasperado de Warren al hablar provoca una risa leve en Lydia y Hank, pero el ceño fruncido del rubio les advierte de que si no paran pronto, acabará perdiendo aún más los nervios.

  - Esta se encuentra en menor proporción y seguramente es menos peligrosa que todas las demás que ya has expulsado- sigue asegurando el profesor-. De hecho, no tendrás que esperar días para que se vaya de tu cuerpo. Esta podremos sacarla extrayendo parte de tu sangre. Sin fiebre, sin dolor y sin tardar mucho tiempo.
  - Así que no te quejes más- dice en esta ocasión Lydia, dándole una palmada amistosa en la pierna a Warren, a lo que él la mira con una ceja enarcada pero sonriendo.
  - De verdad que vas muy bien Warren-
sigue animando sinceramente Hank-. De hecho, tu cuerpo se ha recuperado mucho más rápido de lo que estaba previsto, además de que tus heridas externas curaron en apenas un par de días y con escaso tratamiento-todo lo que dice el profesor es cierto, y Lydia ha sido testigo de lo rápido que ha ido Warren en su recuperación en comparación a lo que Charles y los demás esperaban- Te extraeremos la sangre ya mismo, si te parece bien. Puedes pasar ya a la camilla.

Tras las palabras de Hank, el chico termina por asentir y tanto él como Lydia se levantan de sus asientos para dirigirse al lugar donde le realizarán la extracción de sangre. Una vez le inyectan la aguja, Hank sale con la excusa de tener que rellenar unos papeles, dejándoles solos durante el tiempo que dure ese proceso.
Acaba siendo relativamente rápido, y entre conversación y conversación entre Lydia y Warren, solo pasa media hora cuando llega de nuevo una enfermera para quitarle la vía al rubio. Tras ella viene Peter, que mira a la pareja con una sonrisa de medio lado según se acerca.

  - Eh eh, no tan rápido- dice mientras detiene a Warren en su camino por salir de allí. Este mira algo confundido al otro, sin saber por qué no puede irse-. Tengo órdenes de arriba. Charles quiere que te quedes esta noche en una habitación de la enfermería.
  - ¿Estás de coña?- pregunta el rubio con evidente fastidio en la voz y en su cara-¿Qué más me tienen que hacer ahora?
  - Nada. Pero lo ve necesario, por toda la sangre que acabas de perder y todo ese rollo- explica Peter encogiéndose de hombros-. Y también porque aún estás algo convaleciente.
  - Estoy perfectamente- sigue quejándose Warren elevando un poco la voz-. Cuando pasaba noches enteras con fiebre no estaba en la enfermería, así que ahora no tengo porque encerrarme aquí cuando estoy bien.
  - Si, yo también le he dicho eso al profesor. "Warren está hecho un toro, no necesita que le cuidemos", y muchas cosas más. Pero no me ha hecho caso- asegura el otro chico con tono sarcástico, dándole un par de palmadas en el hombro a modo de ánimo.
  - Vamos, tampoco es para tanto- interviene Lydia para intentar suavizar el humor del rubio-. Vas a dormir igual en todos lados, y al menos así sabes que si te encuentras mal te van a poder atender rápido.
  - Ya, pero yo...- Warren no termina la frase y solo acaba resoplando cansado. También se siente algo frustrado, ya que el chico, después de tanto tiempo sin tener intimidad en condiciones normales con ella, tenía otros planes para esa noche.
  - Tú te quedarás con él, ¿no?- pregunta Peter a Lydia, a lo que esta asiente con la cabeza-. Entonces no te vas a aburrir, Warren. Venid conmigo.

Ahora mismo, todos están al corriente de la relación entre Warren y Lydia y que, en cierto modo, no extrañó a nadie; ambos siempre habían pasado mucho tiempo juntos y, aunque muchos no llegaron a plantearse algo acerca de una relación sentimental entre ellos, no les pareció algo imposible debido a su innegable complicidad.
Tras solo un par de minutos, los tres ya han llegado a la habitación que normalmente Warren ha ocupado las veces que ha ido a la enfermería desde que está en la mansión; cuando le quitaron las alas, al ser rescatado en la última misión, y esta noche.

  - Bien. Hay dos camas, pero te puedo asegurar que esta noche no va a dormir nadie más aquí- empieza a explicarle Peter a los otros dos-. Tú puedes dormir ahí, Lydia. O también podéis dormir juntos, en realidad da igual. También tenéis ropa cómoda en esos cajones, por si os da pereza tener que volver a vuestras habitaciones a por un pijama. Y bueno, eso es todo. Y una vez más, lo siento- termina por decirle Peter a Warren, refiriéndose a tener que obligarle a pasar la noche allí. El chico se dirige a la puerta con pasos despreocupados y un leve silbido, exclamando una última frase justo antes de cerrar la puerta- ¡Órdenes de arriba!

Finalmente, Peter abandona por completo el lugar dejándoles solos a los dos, y Warren se sienta sin ningún cuidado sobre la cama para dejar escapar otro resoplido más de su boca. Lydia se sienta a su lado y, tras unos segundos en silencio, decide hablar.

- Deberías estar contento- empieza a decir la chica-. Recuerda que Charles dijo que este proceso podría durar meses, y mírate. No llevas apenas uno y ya estás terminando.
  - Ya, pero... me jode que tengas que pasar todas las noches cuidando de un enfermo- empieza a explicar Warren, pasando una mano por su pelo con frustración. Acto seguido, pasa a tumbarse en la cama mirando hacia el techo, antes de continuar hablando-. Y hoy, que parecía que podríamos tener tu y yo una noche tranquila...

Inmediatamente, Lydia capta las intenciones de Warren y la razón por la cual le molesta tanto tener que pasar la noche en esa habitación. La chica no puede evitar una sonrisa pícara en su rostro, y pasa a mirar al rubio enarcando una ceja divertida.

  - Bueno... eso no es problema- nada más decir esto, la chica se posiciona en un rápido y hábil movimiento a horcajadas sobre Warren, acercando su cara a la de él y pasando las manos por su cuello para susurrarle:-. Podemos hacer la noche entretenida.

Nada más escuchar esas palabras, el rubio esboza una amplia sonrisa de medio lado que es interrumpida por los labios de Lydia sobre los suyos. Los dos comienzan a besarse de forma lenta y suave, para ir aumentando la intensidad segundo a segundo.
Los besos tampoco tardan en pasar de sus labios a sus cuellos y, a base de caricias y risas, la pasión no tarda en invadir la habitación en la que tendrán que pasar la noche.

Wingless || Ben HardyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora